La suba en el precio de los alimentos, el producto más valioso para la población vulnerable, apunta a terminar entre el 3,5 y el 4,2 por ciento este mes.
Así lo estimaron en sus mediciones semanales las consultoras LCG y Eco Go, que calcularon que la inflación general terminará en torno del 3,5 y 3,2 por ciento, respectivamente. Sería una baja respecto del 4% registrado por el Indec en enero en general y del 4,8% para los alimentos en particular; febrero suele ser un mes de menor inflación que enero por cuestiones estacionales.
El estudio que dirige Guido Lorenzo explicó que “en la tercera semana de febrero la suba de precios de los alimentos promedió 0,5%, desacelerándose 0,19 por ciento respecto de la semana anterior”.
“El índice de alimentos y bebidas presentó una inflación mensual promedio de 4,6% en las últimas 4 semanas y 3,3% medida punta a punta en las mismas semanas. Estos niveles de precios dejan un arrastre para lo que queda de febrero de 3,8 por ciento”, precisó el último informe de LCG. Lorenzo estimó una suba del IPC del 3,5% para este mes y del 50% para todo el año.
Por su parte, Eco Go indicó que “en líneas generales la semana presentó una ligera desaceleración en el margen, debido principalmente a la interrupción en los aumentos del sector cárnico”.
Sin embargo, “al mismo tiempo, comienzan a observarse variaciones en categorías que permanecieron congeladas durante continuas semanas”.
“En el corto plazo el crawling continúa en línea con la inflación , acelerándose en el margen. Esta dinámica junto con un intento por aumentar los salarios en términos reales puede presionar al alza los precios en un contexto de crecientes demandas sociales”, advirtió el estudio de Marina Dal Poggetto.
Según EcoGo, hasta hace un tiempo atrás barajaban dos escenarios posibles para este año. “Uno con plan de estabilización y acuerdo con el FMI que permitía recomponer los precios de los bonos y reducir la brecha cambiaria en el marco de un programa fiscal, monetario y cambiario consistente. Esquema que permitía apuntalar el rebote de la economía y un salto en la tasa de inflación que permitiera licuar el exceso de pesos recomponer parte del atraso de precios rezagados durante la pandemia”, detalló.
En esta dirección “parecía que habían girado en octubre pasado cuando el salto en la brecha cambiaria los asustó”.
El otro escenario se basaba en “el intento de maximizar el corto plazo, postergando el acuerdo con el FMI y/o avanzando en uno que sólo refinancie los vencimientos, manteniendo un déficit en torno al 4,5% presupuestado, con la inconsistencia monetaria resultante del esquema de financiamiento, e intentando usar como semi ancla el dólar y las tarifas para intentar mejorar los salarios reales terminaba coordinando un salto en la brecha cambiaria y un nuevo cambio de régimen inflacionario”.
Al respecto, EcoGo subrayó que “el primer escenario hay que tacharlo. Claramente el gobierno prioriza la próxima elección. Pero también sabe que si pifia en el intento de maximizar el corto plazo, el riesgo de inestabilidad financiera está presente”.
En este contexto se observan “las decisiones que va tomando una coalición de gobierno diversa, cuya prioridad es que no se rompa y lleguen juntos a la elección”.
“El guiño a la izquierda para girar a la derecha, cambia de dirección cuando la coyuntura lo permite o lo requiere. La principal válvula de escape de las inconsistencias es la brecha cambiaria”, detalló, “en una economía en la que siguen sobrando pesos, faltando dólares y los precios de los bonos siguen de remate”.
Los bancos y consultoras que participan del informe Forecast Economics estiman que la inflación será del 47,7% este año, aunque Empiria se estiró al 55,7%, UBS al 54,9% y el Galicia al 52%, frente al 29% calculado por el Gobierno. Para el año próximo, los privados anticipan un aumento del 38,3% en los precios al consumidor (24% según el Gobierno), por lo que la Argentina cumplirá dos décadas con un régimen de alta inflación.
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