El cierre a las exportaciones de maíz alimenta el temor al proteccionismo agrícola y podría “resojizar” el campo argentino

No está claro que medidas así sirvan para bajar la inflación, dijo Abdolreza Abbassian, economista de FAO, la agencia de Agricultura y Alimentos de la ONU

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El gobierno cerró las exportaciones
El gobierno cerró las exportaciones de maíz con la idea de abaratar el alimento para la producción de carne vacuna, aviar y porcina REUTERS/Bing Guan

El cierre de las exportaciones de maíz decidido por la Argentina está generando temores entre productores y comercializadores de que uno de los principales proveedores mundiales vuelva a una era de brutal intervención en los mercados agrícolas.

La medida es un nuevo factor del aumento de los mercados de futuros de los granos, pues la Argentina es el tercer exportador mundial de maíz, y alimenta la preocupación de un repunte del “nacionalismo de los alimentos” en el mundo, a medida que la pandemia afecta los mercados.

El gobierno suspendió los embarques hasta febrero (inclusive) para forzar a los productores a vender más barato en el mercado local y reducir así el precio de las carnes vacuna, aviar y porcina y del huevo y de la leche, en un país donde se pronostica una inflación de 50% para este año.

En protesta, tres de las cuatro principales asociaciones de productores locales decidieron cesar la venta del lunes 11 al miércoles 13, aumentando el malestar de la industria, afectada por un paro de trabajadores portuarios. Pero el presidente Alberto Fernández se mantiene firme y dijo que los precios internos de los alimentos deben desacoplarse de los de exportación.

Los agricultores argentinos han lidiado en el pasado con este tipo de intervención que al final, dicen, es contraproducente: recorta la inversión y la siembra y provoca escasez. Les preocupa que el cierre del maíz se extienda en el tiempo y alcance otros bienes, como el trigo y la carne. La última vez que el partido peronista estuvo en el poder, por un tiempo largo en las últimas dos décadas, las exportaciones fueron restringidas por barreras, impuestos o directas prohibiciones. La producción menguó,, pero rebotó bajo la gestión de Mauricio Macri, el presidente pro-mercado rechazado electoralmente hace un año.

“Recortar la producción es nuestro mecanismo de defensa”, dice Luis Garmendia, un productor del pueblo de Intendente Alvear, que plantó 95 hectáreas de maíz.

Chicago

Desde que se anunció el cierre de exportaciones, el 30 de diciembre, los futuros del Mercado de Chicago aumentaron más del 3%, llevando la suba de los últimos 6 meses al 43%. El precio internacional de los cultivos aumenta a medida que los inversores se vuelcan a los commodities ante la debilidad del dólar, una sequía en Sudamérica empalidece las perspectivas de producción y China reconstruye su rodeo de cerdos, que había sido devastado por la fiebre porcina africana. Además, en diciembre Rusia presentó planes para imponer retenciones a las exportaciones de trigo, tras el llamado de Vladimir Putin a enfriar la inflación de alimentos.

El precio internacional de los cultivos aumenta a medida que los inversores se vuelcan a los commodities ante la debilidad del dólar, una sequía en Sudamérica empalidece las perspectivas de producción y China reconstruye su rodeo de cerdos

El ministro de Agricultura argentino se negó a responder sobre la posibilidad de más prohibiciones de exportación. Cuando el gobierno aumentó las retenciones a la exportación a fines de 2019, el aumento fue menor de lo esperado y en 2020 las ventas al exterior se mantuvieron en los niveles de los años de Macri.

Temores al proteccionismo agrícola: la
Temores al proteccionismo agrícola: la nota de Bloomberg resalta que Cristina Kirchner "adelantó" el cierre de las exportaciones de maíz y cita la iniciativa de Putin de imponer retenciones a la exportación de trigo

Pero los exportadores advierten que eso puede cambiar rápidamente. “La intervención en mercados transparentes crea incertidumbre entre los productores, que postergan las ventas y recortan la siembra, dijeron el Centro de la Industria Aceitera Argentina y el Centro de Exportadores de Cereales (Ciara-CEC), que incluyen a los grandes jugadores de la comercialización agrícola.

Garmendia evalúa desistir de plantar trigo este año. El sector agrícola tiene motivos para sentirse perturbado: Cristina Kirchner, la expresidente y enemiga de los productores tiene ahora influencia como líder del Congreso y anticipó las palabras del presidente Fernández cuando pidió “precios accesibles” para los alimentos, dijo Pablo Adreani, un consultor de agronegocios.

Precios vs dólares

El presidente y la vicepresidente quieren controlar la inflación, que se mantuvo por sobre el 35% durante dos años, para favorecer su base electoral. Pero el proteccionismo pone en riesgo los dólares de exportación agrícola que la Argentina necesita desesperadamente para estabilizar su economía y su moneda. El dúo también conoce el costo de una pelea con los agricultores: en 2008 el gobierno de Cristina Kirchner buscó aumentar las retenciones y provocó una ola de protestas que sacudió al gobierno. Por entonces, Fernández era jefe de Gabinete.

En cualquier caso, no está claro que las medidas proteccionistas servirán para desalentar la inflación de los alimentos, dijo Abdolreza Abbassian, economista senior de FAO, la agencia de Naciones Unidas sobre Agricultura y Alimentos.

El gobierno de Fernández ya intervino en los mercados agrícolas, aumentando las retenciones a la soja, manipulando el valor del trigo y poniendo precios máximos al precio de la carne.

Los mercados de granos y carnes de la Argentina no afrontan la pesada intervención del período Kirchner. Pero de repetirse ese escenario, los comercializadores globales de granos tomarán nota, porque los agricultores responderán abandonando las estrategias de rotación de cultivos a favor del monocultivo de soja, dijo Eugenio Irazuegui, jefe de investigaciones de la firma Enrique Zeni, un bróker agrícola de Rosario.

Incluso durante la era Kirchner, la soja se exportaba sin problemas, porque tiene poco impacto en los precios domésticos, dado que la soja no es un alimento que se consuma en la Argentina, y los embarques de aceite eran un fuerte componente de los ingresos fiscales del gobierno.

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