Con el impulso que tomaron los precios a partir de octubre, cuando la brecha cambiaria llegó al 150%, en noviembre no logró frenarse esa inercia y menos aún lo hizo en diciembre, un mes estacionalmente alto en materia de inflación. Con subas en alimentos, cigarrillos, prepagas, servicio doméstico, turismo, alquileres, expensas y medicamentos, el Indice de Precios al Consumidor (IPC) de diciembre se ubicará en torno al 4% y coronará un 2020 que cerrará en torno al 36%. ¿Es bueno o malo el dato, en un año recesivo y con gran parte de los precios controlados?
Pese a la inestabilidad y las debilidades macroeconómicas que el propio ministro de Economía, Martín Guzmán, reconoce, el Gobierno festeja el resultado en materia de inflación, ya que refleja una fuerte desaceleración respecto de la cifra con la que cerró el 2019, de casi 54%. Sin embargo, lo que advierten en el sector privado es que el dato de este año podría haber sido mucho más bajo al considerar que las tarifas estuvieron planchadas, los precios de muchos alimentos congelados -precios máximos- y muchos servicios que no funcionaron por la pandemia.
“El año termina con una aceleración de los precios que se podría haber evitado. La devaluación de los tipos de cambio alternativos rompió el único elemento virtuoso que se puede generar de una recesión, que es romper la inercia inflacionaria. Se quebraron las expectativas de bajar la espiral inflacionaria”, afirmó ante la consulta de Infobae el economista de Analytica, Rodrigo Alvarez.
Para Matías Carugati, de la consultora SEIDO, “se percibe una aceleración de la inflación desde las últimas semanas de noviembre, por lo que diciembre terminará en torno al 4%”. “El año cerrará así en 36%, que si se compara con el cierre de 2019 muestra una reducción, pero si uno piensa en el contexto en el cual atravesamos este 2020, con una marcada recesión, muchos precios regulados sin grandes aumentos, y con la pandemia que limitó aumentos en muchos servicios, el balance no es bueno”, enfatizó el economista.
“Era una baja esperada, que tiene que ver con el efecto del control de cambios y el punto de partida que dejó el plan picapiedras del FMI. En la micro, hay un conjunto de precios que están atrasados. En alimentos, hay mucho control; hay 10 productos que tienen que subir 20 puntos para estar en valores normales. Además, las tarifas están atrasadas. En este contexto, la baja de la inflación es transitoria. El año próximo va a ser superior a 40% cómodamente”, planteó Rodolfo Santángelo, de Macroview.
Un informe de esta consultora respecto del precio de los alimentos reflejó que mientras que los que estuvieron congelados por los “precios máximos” subieron entre marzo y noviembre 17,2%, los que quedaron afuera de ese control treparon 38,3% en el mismo período, es decir, más de la mitad. Las frutas, las verduras y las carnes son los tres productos con mayor incidencia en el aumento del rubro “alimentos y bebidas”, que acumuló entre enero y noviembre un incremento del 36,1%, según el Indec.
Hasta noviembre, de acuerdo al organismo estadístico, los rubros que mostraron mayor aumento acumulado fueron, además de alimentos, prendas de vestir y calzado (54,4%) y recreación y cultura (40,7%). También subió más que el promedio equipamiento y mantenimiento del hogar, que acumuló en once meses un alza del 34,5%. Faltan los datos de este mes, y si bien hubo rubros como prepagas que recién tuvieron una autorización en diciembre, no será de las actividades con más incrementos del año. La tendencia reflejada hasta noviembre no cambiará.
El gran desafío para 2021
Con un piso de inflación de 4% en diciembre, el año nuevo arrancará caliente; y lograr que al menos los precios suban al mismo ritmo del 2020 será el gran desafío que deberá afrontar el Gobierno. Nadie espera el 29% pautado en el Presupuesto, pero en el Palacio de Hacienda sí trabajan para que por lo menos no haya aceleración. Justamente ese deseo es el que no están proyectando los analistas privados, que sostienen que si bien pueden retrasarse algunos ajustes, como por ejemplo las tarifas -y más aún en un año de elecciones-, el escaso nivel de reservas hace inviable retrasar el tipo de cambio, como hizo el kirchnerismo en el pasado.
Según sostuvo Alvarez, “el Gobierno tiene que convencer a la sociedad de que la devaluación no va a saltar. Hay un problema en el frente cambiario que no se resolvió y las expectativas están instaladas. La inflación ya se aceleró”. El economista de la consultora Analytica afirmó que “hubo un pasaje a precios de la brecha en octubre porque muchos precios están relacionados con el costo de reposición”. “El dólar oficial dejó de ser la referencia que era. Perdió peso”, indicó.
En materia de tarifas, el Gobierno prorrogó el congelamiento hasta marzo y si bien desde el Palacio de Hacienda aseguran que habrá ajustes el año próximo para reducir el gasto en subsidios, todavía es una incógnita de cuánto será ese incremento y si la política avalará que suba la luz y el gas en un año electoral. “Muchas veces los gobiernos quieren empujar la economía y apelan al atraso cambiario y tarifario, como ya sucedió. Pero eso indica desequilibrios que tarde o temprano se terminan acomodando. El problema es que vamos a entrar al 2021 con poco margen para acumular desequilibrios”, reforzó Carugati.
Santángelo fue contundente: “El congelamiento tarifario es insostenible. No dan las cuentas fiscales y monetarias. En algún momento hay que empezar a tocar. El colectivo debería valer entre 70 y 80 pesos, un dólar oficial. Es lo que vale en todas partes de Latinoamérica”.
Lo que pase con la inflación dependerá en gran parte de la evolución del tipo de cambio. El Gobierno apunta a que no se atrase para que el país no pierda competitividad, pero el objetivo es evitar una devaluación más pronunciada porque ello luego termina impactando peor en los precios, como ya sucedió en varias oportunidades en la Argentina, con las consecuencias sociales que ello también tendría. La gran pregunta es si podrá hacerlo. Pero aún con un tipo de cambio moviéndose al ritmo de la inflación, y sin sorpresas con los dólares paralelos, los economistas igual prevén que la inflación mensual no baje de 3 por ciento. Para todo el 2021, los economistas proyectan una suba de precios en torno al 50 por ciento.
Seguí leyendo: