Argentina es un país “carnívoro” por excelencia, con unos de los consumos de proteína animal más altos del mundo, en torno a los 110 y 120 kilos por habitante por año, cuestión que se mantiene constante hace muchísimos años. Sin embargo, hubo un cambio en la participación de las carnes que comemos: hace 30 años el 85% era acaparado por la carne vacuna, pero actualmente el pollo casi la ha equiparado y el cerdo no para de crecer.
Ante este panorama, Infobae consultó a especialistas del sector para que expliquen por qué se dio esta nueva estructura y cuál es la visión respecto a cuánto y qué carnes consumirán los argentinos en los próximos 10 o 20 años y avizorar si las tendencias actuales continuarán o se volverá a dar un giro en nuestros hábitos alimentarios.
El especialista en mercados y consultor ganadero, Víctor Tonelli, indicó que hoy en la Argentina se consumen 116 kilos por habitante por año, de los cuales 50 kilos son carne vacuna, entre 49 y 50 de pollo y 16 de cerdo. Pero esto no quedará inmóvil, señaló, sino que prevé que “va a crecer la de cerdo 6 u 8 kilos más en los próximos 10 años, algo más el pollo, pero no mucho más, y la carne vacuna va a bajar”.
Inexorable
Según Tonelli, es “inexorable” que el consumo de carne vacuna en la Argentina baje a “40 kilos en los próximos 10 años’', siguiendo una tendencia decreciente que ya tiene 30 años. Esa merma, consideró, será captada en un 90% por la carne de cerdo y un 10% por la ovina. En estos cambios, explicó el especialista, “no tiene que ver, como punto central, el tema económico en sí mismo, porque de hecho la carne de cerdo está a valores similares a la carne vacuna, sino que hay una diversificación y un cambio en la cultura culinaria. No es un problema de precios relativos la caída que proyecto para los próximos diez años, sino un cambio de hábitos y un reemplazo en la variedad”.
Ahora bien, una caída del consumo de 10 kilos en ese lapso de tiempo representaría una merma del 20%, en un país donde la actividad destina más del 70% del total producido al mercado interno, por lo cual, a priori, habría un efecto negativo para la industria. Pero Tonelli apuesta a que ese remanente lo absorba la exportación y que las otras carnes ocupen el lugar que dejaría la carne bovina.
“No hay competencia entre las carnes. Hay lugar para crecer en el mercado interno unos y en la exportación los otros. El mundo no puede crecer mucho más en la producción y oferta de carne vacuna y los nuevos consumidores, que son los asiáticos, no tienen ni la menor posibilidad ni de producirla ni de volver atrás en el consumo. El planteo estratégico es que en la medida que las otras carnes puedan crecer, sobre todo la de cerdo, la carne vacuna va a seguir creciendo y todo lo que no se consuma en Argentina tiene enormes oportunidades de colocarlo en el mercado internacional”, explicó.
Frutas y vegetales
Para el presidente de la Federación de Industrias Frigoríficas Regionales Argentinas (FIFRA), Daniel Urcía, “en los próximos cinco años sostener un consumo per cápita por encima de los 117 kilos a la par del crecimiento demográfico sería un lujo” y consideró que inclusive existe “un margen para bajar un poquito el consumo de carne aumentando el consumo de frutas y vegetales, variando la dieta. No es que la esté pidiendo bajar, sino que existe un escenario que nos posibilita el lujo de, por ejemplo, sacar 7 kilos de todas las carnes y colocarlas en el mercado de exportación si es negocio”.
Según Urcía, hoy existen “nuevas tendencias” como el veganismo o vegetarianismo que representan para el sector una suerte de “amenaza” pero al mismo tiempo, dijo, “no hay que preocuparse demasiado” porque “tenemos capacidad para seguir produciendo, tenemos mercados, la cultura carnívora de la Argentina ayuda y creo también que todas estas tendencias de consumo tampoco son absolutas”.
En base a esto, Urcía explicó que la producción de carne vacuna se mantiene en términos constantes en un contexto de crecimiento demográfico, lo que conlleva a que la distribución se haga entre un número mayor de personas y el promedio de consumo caiga, entre otros factores, a lo que “hay que sumar la propuesta de diversificación en la dieta, que ya casi está instalada en muchas familias. No desconocemos que el pollo ha hecho un trabajo fenomenal desde los años ’90 y se ha impuesto. Hoy hay un consumo a niveles internacionales y se encuentra el cerdo con un largo camino para recorrer”.
En este sentido, el dirigente vaticinó que en los próximos diez años el consumo de carne vacuna “va a estar estable en torno a los 50 kilos, el pollo estabilizándose entre 40 y 45 kilos y el cerdo creciendo hasta 25 kilos”.
Hábitos, “alternativas” y bolsillos flacos
El presidente de la Cámara de la Industria y Comercio de Carnes y derivados de la República Argentina (CICCRA), Miguel Schiariti, ubicó el consumo actual en “18 kilos de cerdo, 46 o 48 kilos de pollo y 49 casi 50 kilos de carne vacuna”, muy lejano de aquellos números de los años sesenta cuando “se llegaron a consumir 100 kilos de carne vacuna, porque no se comía otra carne, y un consumo de 4 kilos de cerdo en fiambre y 8 kilos de pollo”.
Para Schiariti, el aumento de estas carnes, antes llamadas alternativas, se dio gracias a una mayor producción y oferta hace 20 años atrás, de la mano de un cambio en la genética que permitió eficientizar su desarrollo, abaratar costos y poder despegarse del precio de la carne vacuna para situarse por debajo, sumado a un cambio de hábitos culinarios en los argentinos.
“En principio hubo un fuertísimo cambio cultural en la alimentación de la gente. Hoy está más dispuesta a variar el producto que consume. Además del cambio de hábito, el poder adquisitivo también toma decisiones en la carnicería. Con bolsillos flacos ya no le molesta comer otra cosa que no sea la vacuna y se decide por otra”, expresó el titular de CICCRA.
Piso histórico
Schiariti consideró que en la actualidad se está dando el consumo de carne vacuna “más bajo de la historia. Ni siquiera en la crisis del 2000 hubo un consumo tan bajo” y vaticinó que el mismo “en los próximos 20 años terminará ubicándose en los 35 kilos per cápita porque la diferencia de precios será cada vez mayor” y calculó que la exportación podría llevarse el 50% de la producción.
Por último, el especialista en ganado porcino, Juan Luis Uccelli, indicó que la nueva composición del consumo de carne en el país, con el pollo y el cerdo en ascenso se debe a que son “dos carnes baratas. En Argentina creció increíblemente el consumo de pollo entre los ’80 y 2010 por un tema de que era barata. Nada más. En el cerdo entre el 2000 y ahora creció de forma significativa, siendo más barata que la vacuna, con una mayor oferta y se trabajó mucho el tema de los mitos sobre esta carne, de que engordaba o hacía mal a la salud”.
A partir de esto, el especialista proyectó que el cerdo “no tiene techo” y que “si sigue siendo más barato que la carne vacuna podemos llegar a los 30 kilos dentro de los próximos años y otra cosa que va a suceder es que la carne vacuna será cada vez más cara. Más allá de esta situación, vamos a seguir comiendo carne vacuna porque está en nuestro ADN, pero nos va a costar más”.
Seguí leyendo: