Lentamente los gimnasios empiezan a recuperar su ritmo de actividad. El nuevo protocolo establece que pueden abrir con el 30% de la asistencia que tenían pre pandemia, sin uso de vestuarios ni contactos físicos y con un sistema de turnos.
Pero también lo hacen en medio de una crisis terminal. Cuotas impagas, moratoria, deudas de alquileres y la competencia de los profesores que dan clases en las plazas, hacen que el sector se tenga que reinventar.
Las situaciones fueron diferentes dependiendo del lugar. Jorge Romanelli tiene un desarrollo denominado Prana Patagonia en San Carlos de Bariloche, una ciudad que aprobó las aperturas de los gimnasios antes que Buenos Aires. Sin embargo, en el proceso se fue reinventando.
“Nosotros tenemos grupos de entrenamiento, realizamos rehabilitaciones, todo lo hacíamos en gimnasios y lugares cerrados y desde marzo lo que vivimos es que fue un antes y un después para nuestra profesión. Buscamos estrategias, nos readaptamos y empezamos a apostar a las plataformas virtuales para seguir dictando clases. Cuando se permitieron las salidas aprovechamos el contexto natural que tiene nuestra ciudad y, con todos los protocolos sanitarios, empezamos a utilizar los corredores públicos como el velódromo o los senderos. Los clubes y los profesores nos reinventamos, alquilamos pesas y bicicletas. Tuvimos que apostar a la creatividad para poder salir adelante”, explicó.
Algo similar hicieron los estudios de danzas. Clases virtuales para niños y adultos suplantaron la sesiones en los estudios. La vuelta en este caso es más lenta que en los gimnasios, en especial para las niñas que practican los diferentes estilos de danzas. En este caso, las plataformas como zoom fue la opción para no perder ingresos. De todas formas, el costo de la clase bajó en términos generales.
Pero en ciudades como Buenos Aires donde el entorno no es tan agradable ni existen tantas opciones como Bariloche, la situación fue más compleja. Las grandes cadenas dejaron de recibir el pago de las cuotas y, a su vez, dejaron de pagar los alquileres en los clubes. Lentamente esta última parte, renegociación de por medio, vuelve a solucionarse. Pero la llegada de clientes y las cuotas es una parte importante a resolver.
Las grandes cadenas dejaron de recibir el pago de las cuotas y, a su vez, dejaron de pagar los alquileres en los clubes
“Nos dejaron de pagar porque era obvio, no estaban asistiendo, no pudimos aumentar en el año porque estábamos cerrados y ahora que abrimos el costo es mayor porque se sumaron los protocolos de limpieza con menor cantidad de personas a las que podemos atender, con lo que el negocio es muy difícil de mantener”, explicó el dueño de un gimnasio en el barrio de Colegiales que prefirió el anonimato.
Fernando Storchi, CEO de la cadena Megatlon y presidente de la Cámara Argentina de Gimnasios, contó a Infobae que desde que comenzó la pandemia “cerraron 1.000 de los 8.000 gimnasios que hay en el país y, en el caso de la Ciudad, hay 200 de los 1.300 que ya no volverán a abrir”.
El empresario asegura que la situación del negocio es “crítica” y que necesitarán la ayuda estatal para sobrevivir. “Con las puertas abiertas podemos pelearla, pero estamos esperando que nos aprueben los ATP para noviembre y diciembre y esperamos que continúen”.
En lo que se refiera a la cantidad de asociados, Storchi dijo que los gimnasios enfrentan una “alta morosidad. Muchos dejaron de pagar porque era obvio ya que no lo podían utilizar”, pero que lentamente se va recuperando. “La gente le está perdiendo el miedo porque se encuentra con otro gimnasio. Hay más espacio, las clases son más “personalizadas” y se sienten más cómodos. De todas formas, llevamos dos semanas abiertos y todavía no llegamos al 30% del aforo”.
Un punto fundamental es el de las cuotas. Storchi consideró que “va a ser muy difícil ajustar en este contexto. Quedamos muy atrasados respecto de la inflación. Este es un negocio de costos fijos y de volumen y es muy difícil con un volumen acotado pero con costos fijos crecientes”.
Otro punto que están encarando es la renegociación de los contratos de alquiler. “Casi la totalidad de los gimnasios alquilan sus locales y estamos en conversaciones porque no podemos hacer frente a esos contratos de locación y necesitamos renegociarlos”.
Manteros
Una queja que va in crescendo en los gimnasios de menor tamaño es la proliferación de los “profe” que arman grupos al aire libre. “Son competencia desleal. A nosotros nos llegan inspecciones para ver si cumplimos con el aforo de 30%, tenemos que tener contratados un servicio de ambulancia, higienizamos todo, seguro, pedimos certificados médicos, contratamos profesores de gimnasia con título, pagamos IVA, Ingresos Brutos, etc y el profesor que está en el espacio público no paga nada”, alertaron las fuentes.
“Nos sacan los clientes porque eran profesores de gimnasios en el mejor de los casos, utilizan el espacio público por lo que no pagan alquileres, tienen menos costos. Nosotros estamos a favor de que la gente haga deporte porque es necesario y hace bien a la salud, pero esta gente no tiene seguro, no pide certificados médicos. Son los manteros del fitness”, sentenció Fernando Storchi.
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