El ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, dijo en varias oportunidades que el programa “Precios máximos” era una política de emergencia, establecida para paliar los efectos de la pandemia, por lo que no estaba pensada para ser permanente. Sin embargo, ya lleva siete meses y el Gobierno sólo habilitó dos pequeños ajustes que lejos estuvieron de cubrir los costos de las empresas, según advierten desde el sector privado. ¿Qué pasará a fin de mes, cuando vuelva a vencer el programa? ¿Se renovará con la promesa de nuevos micro aumentos, o el Gobierno habrá decidido finalmente salir de este congelamiento?
Fuentes oficiales admitieron que en la Secretaría de Comercio Interior, que dirige Paula Español, ya se está trabajando en un mecanismo para desarticular el programa, pero que no será de golpe. “Hay que hacerlo de manera gradual para que no tenga un gran impacto en la inflación”, dijeron. Dejaron trascender que el programa en principio volvería a renovarse a fin de mes, y que luego comenzaría un trabajo con las empresas para analizar qué puede salir del freezer. El plan es mantener por ahora bajo control los precios de los productos de la canasta básica y los más representativos del consumo popular, por lo que en una primera etapa, el Gobierno aceptaría liberar del control los productos más costosos.
Este lineamiento que transmitieron desde el Gobierno es el mismo que consensuó Kulfas con el presidente de la Coordinadora de Industrias de Productos Alimenticios (Copal), Daniel Funes de Rioja, en las últimas charlas que tuvieron al respecto. Y también seguramente será tema de conversación la semana próxima, en el marco de la mesa sectorial del rubro Alimentación, en la que se prevé discutir políticas para mejorar la competitividad del sector.
Pero esta promesa de desarme no invalida que cada empresa o sector avance con su estrategia individual para presionar por el fin de “Precios máximos”. La Cámara de la Industria Aceitera (Ciara), de hecho, está analizando enviarle una misiva a Español con el detalle de todos los costos que subieron en estos meses, que no fueron compensados por los dos ajustes de precios autorizados. También los yerbateros, entre otros.
“Con Copal se habló de empezar a liberar algunos productos, ya que no tiene mucho sentido, por ejemplo, tener el precio congelado de un vino caro o de un champagne. El que puede comprarlo, también lo podrá hacer a un valor mayor. Pero eso debería hacerse en conjunto con las empresas porque no puede desarmarse de forma unilateral”, dijeron en una firma del sector alimenticio.
Si bien reconoce la fuerte suba de costos que tuvieron las empresas, el Gobierno intentará evitar un salto fuerte de la inflación cuando comience a liberar el programa oficial. No sólo apunta a hacerlo de forma muy paulatina, sino tratar, al mismo tiempo, de reforzar “Precios cuidados”, la herramienta que sí se pensó para que rija de forma permanente y los consumidores puedan tener una referencia de precios por categoría. Por lo tanto, las empresas imaginan que al mismo tiempo que negocian el descongelamiento de determinados ítems, también deban aportar otros al programa creado en 2014.
La inflación de septiembre fue de 2,8% y el rubro alimentos se disparó 3%. Sin embargo, en las empresas advierten que si se analiza el desagregado de los aumentos, los rubros que más treparon fueron los que no están dentro del programa de “Precios máximos”, como por ejemplo las carnes y las frutas y verduras, es decir, lo que es estacional. De todos modos, en los comercios chicos no suele cumplirse el congelamiento, y el Indec releva en todos los canales.
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