La inflación no da tregua y los analistas esperan un repunte para los últimos meses del año luego de la fuerte escalada del dólar durante agosto. Hasta el mes pasado, la suba de precios acumulada era de 30%, pero en las góndolas de los supermercados la realidad se vuelve más cruda debido a que el rubro alimentos alcanza un alza de 33,3% para el mismo periodo.
En el actual contexto la distorsión de precios se acrecienta y, por el mismo producto, el consumidor puede encontrar valores con diferencias de hasta 20%. Esta disparidad muchas veces confunde a las familias, que cada vez tienen que hacer más malabares para realizar sus compras diarias y esforzar su memoria para recordar promociones y descuentos en los supermercados.
El aumento constante de los productos de consumo diario provocan una pérdida de precios de referencia en el consumidor y surge la duda sobre si lo que se está comprando es caro o barato. Tomando como referencia el piso salarial promedio de los empleados de comercio (el mayor gremio con 1,2 millones de afiliados a nivel nacional), el salario mínimo, vital y móvil, y la canasta del profesional ejecutivo que realiza la Universidad del CEMA (Centro de Estudios Macroeconómicos de Argentina), Infobae calculó cuánto "tiempo de trabajo" es necesario para conseguir los productos de consumo familiar.
En el primer caso, el piso salarial que estipula el gremio de Comercio para septiembre es de $35.000 mensuales promedio. Si ese ingreso se lo divide por ocho horas diarias en un mes y se lo compara con el precio de algunos bienes comestibles representativos de una familia tipo de la Ciudad de Buenos Aires, se arriba a los siguientes resultados:
Para comprar un aceite de girasol de primera marca son necesarios 33 minutos de trabajo. El tiempo para adquirir un queso crema untable se eleva a 44 minutos de trabajo. En el caso de los cortes de carne vacunos, los minutos son mayores y así para comprar 1 kilo de nalga o 1 kilo de asado son necesarios 62 minutos y 49 minutos, respectivamente.
"Por primera vez en mucho tiempo se está produciendo una reducción en los niveles de consumo de productos básicos. Otros ciclos recesivos estaban más caracterizados por un deterioro en la calidad del consumo, con mutación de patrones de primeras marcas premium a selectivo o masivo. En cambio en la actualidad se observan bajas en la compra de productos básicos como carnes (-11% en el año) o leche (-9% al primer semestre), algo que no se verificaba en otras crisis de consumo", explicó el economista del Observatorio de la Universidad Nacional de Avellaneda (Undav), Sergio Chouza, en diálogo con Infobae.
Por un paquete de fideos secos, un trabajador de comercio tiene que destinar el equivalente a 15 minutos de trabajo, mientras que quien recibe un salario mínimo vital y móvil, destina 34 minutos y un profesional ejecutivo tan sólo 2 minutos
"Las categorías de productos que mayor caída presentan en el acumulado del año y las que están prescindiendo en sus compras en volumen los argentinos son congelados un 20% menos, bebidas sin alcohol -14 % y lácteos -14,3 % donde a su vez se observa sustitución de primeras a segundas y marcas medias", indicó el director de la consultora Focus Market, Damián Di Pace.
Los productos de limpieza son uno de los rubros con precios más elevados y por lo tanto el tiempo necesario para adquirirlos, en promedio, es mayor. Para el caso de un shampoo de primera marca hacen falta 41 minutos de trabajo. Por su parte, un paquete de 16 toallas femeninas representa 45 minutos, mientras que para un desodorante en aerosol se requieren 37 minutos.
"Las mayores subas en alimentos están traccionadas por lácteos y farináceos. En las comparaciones interanuales se registran aumentos de 88,7% en el caso de la leche fresca, del 88,3% en manteca, y del 74% en fideos secos", destacó Chouza. "Otros alimenticios masivos que suben mucho son arroz (70,9%) y pollo (70,3%)", agregó.
Menor poder adquisitivo
Si el cálculo se hace en base al salario mínimo vital y móvil los valores se incrementan en comparación a los ejemplos anteriores. Esto ocurre debido a que el monto de referencia para una jornada de 8 horas diarias semanales es de $15.625 mensuales.
Para comprar un aceite de girasol son necesarios 73 minutos de trabajo, más del doble que en el caso de un trabajador bajo convenio de Comercio. El tiempo para adquirir un queso crema untable se eleva a 99 minutos, mientras que en el ejemplo anterior era de 44 minutos. En el caso de los cortes de carne vacunos, para comprar 1 kilo de nalga o 1 kilo de asado son necesarios 139 minutos y 111 minutos.
"Los principales patrones de consumo que cambiaron en los últimos meses tras la crisis tienen como foco una fuga del consumo de primeras marcas, orientándose en muchos casos a segundas y hasta terceras marcas, que son las grandes ganadoras en este contexto", remarcó Alejandro Ovando de la consultora Investigaciones Económicas Sectoriales (IES).
Las mayores subas en alimentos están traccionadas por lácteos y farináceos. En las comparaciones interanuales se registran aumentos de 88,7% en el caso de la leche fresca, del 88,3% en manteca, y del 74% en fideos secos (Chouza)
En la misma línea, el director de la carrera de Economía de la Universidad de Belgrano, Andrés Di Pelino, sostuvo: "Se consumen menos volúmenes físicos de alimentos y bebidas y hay paso a segundas marcas que, desde la microeconomía, se consideran bienes inferiores".
En el Gran Buenos Aires los aumentos de precios de alimentos acumulan alzas anuales que en algunos casos supera el 70%. Este es el caso de la leche, los productos lácteos y los huevos con una suba de 85,7%. En el caso de la manteca, grasas y aceites el ascenso es de 71,7%.
También crecieron con fuerza el precio del azúcar, dulces, chocolate y golosinas (+60,1%), carnes y derivados (+56,7%) y pan y cereales (+54,5%). Por el lado de las bebidas no alcohólicas, se destaca la escalada de los precios del café, té, yerba y cacao (+70,2%), pero también de aguas minerales, gaseosas y jugos (+56,6%).
Ejecutivos
En el caso de un profesional ejecutivo, que percibe un sueldo mucho más alto a los dos ejemplos anteriores, el tiempo de trabajo que necesita para obtener los productos de consumo diario es sumamente inferior.
Así, siguiendo los ejemplos mencionados, para comprar un aceite son necesarios apenas 5 minutos de trabajo y para un queso crema untable alcanza con 8 minutos. En el caso de los cortes de carne vacunos, para comprar 1 kilo de nalga o 1 kilo de asado son necesarios 11 minutos y 9 minutos.
Los cambios en los patrones de consumo se reflejan en la mayoría de las familias, independientemente del nivel de ingresos con el que cuenten. La diferencia radica en las estrategias que emplean para afrontar la coyuntura actual.
Las categorías de productos que mayor caída presentan en el acumulado del año y las que están prescindiendo en sus compras en volumen los argentinos son congelados un 20% menos, bebidas sin alcohol -14 % y lácteos -14,3 % (Di Pace)
Por ejemplo, "se han incrementado notablemente las compras con tarjeta de crédito, incluso en cuotas. Se viven tiempos complicadísimos para una amplia cantidad de hogares en lo que los ingresos ya no rinden como en el pasado. La inflación y la devaluación es una bomba de tiempo, para los que tienen ingresos asalariados o changas", subrayó Di Pelino.
"Pasamos de un primer semestre donde el consumo se daba por reposición en autoservicios cercanos al hogar, a una situación post PASO donde se potencio la compra por stockeo en mayoristas y grandes superficies comerciales para anticipar compras a los efectos de evitar la evolución de precios futura sobre categorías de bienes básicos como alimentos y bebidas", ejemplificó Di Pace al explicar una de las tácticas de ahorro.
Por su parte, las empresas también emplean estrategias para intentar retener o ganar clientes nuevos. El cambio en el patrón de compra, llevó a que algunas compañías tomaran tácticas como la reducir las presentaciones de sus productos. De esta manera logran mantener el precio en góndola pero a cambio de que el consumidor lleve menor cantidad de producto.
"Hubo una política de algunas empresas de reducir envases para mantener o no aumentar demasiado los precios, orientándose hacia el retornable en el caso de las gaseosas. Las marcas de los supermercados también ganaron lugar en el mercado ante la caída del consumo de las primeras marcas", explicó Ovando.
"En promedio los alimentos y bebidas registran un alza del 60,8% anual, mientras que el salario mínimo crece solo al 35%. Esta brecha tan considerable es evidente que deriva en una retracción del poder adquisitivo, en menos consumo y, en última instancia, en mayores niveles de pobreza e indigencia", agregó Chouza.
Calidad
La menor capacidad de compra también impacta sobre la calidad de vida y en las familias de menores recursos adquirir alimentos cárnicos es muy difícil debido a los elevados precios en comparación con otros alimentos.
"El consumo de carne vacuna fue uno de los sectores más afectados", detalló Ovando y agregó que como contrapartida "se empezó a consumir más carne porcina, aviar y de pescado, en sustitución de la vacuna".
Además, destacó que "los productos ricos en carbohidratos también se vieron beneficiados" en el actual contexto de crisis. Un trabajador con un sueldo de Comercio tiene que destinar el equivalente a 15 minutos de trabajo para adquirir un paquete de fideos secos por 500 gramos de primera marca. Por el mismo producto, en el caso de una persona que recibe el salario mínimo vital y móvil, el tiempo necesario se eleva a 34 minutos. En tanto, para un profesional ejecutivo adquirir la pasta seca le lleva tan sólo 2 minutos.
También existe sustitución de productos entre unos bienes y otros. En ese sentido Di Pelino sostiene que "la gente se vuelca al consumo de productos que pudieran sustituir el bien que tradicionalmente consumía. Por ejemplo, muchos hogares se vieron en la necesidad de reemplazar carne vacuna por pollo, que es sustancialmente más barato. También ha caído fuerte la venta de productos premium de consumo masivo de todo tipo".
El cálculo del tiempo de trabajo necesario comprar productos de consumo diario pone de manifiesto lo difícil que es para muchos hogares cubrir sus necesidades alimenticias. Los jefes de familia con ingresos similares a los del salario mínimo, vital y móvil se encuentran mucho más expuestos y vulnerables frente a la suba de precios. El Gobierno incrementó, con una batería de medidas, la ayuda para intentar llevar alivio a estos sectores. Sin embargo los datos de consumo, que bajan, y los de pobreza, que suben, demuestran que parece no ser suficiente.
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