Aaron Aby podría ser el hombre más fuerte de la MMA (artes marciales mixtas), y no solo en el sentido físico. Su vida ha estado marcada por desafíos que a otros habrían detenido en seco. Primero, una infancia condicionada por una enfermedad genética, luego un cáncer que parecía una sentencia definitiva y, en medio de todo, un sueño frustrado de ser futbolista profesional. Hoy, lejos de rendirse, brilla en el mundo de las artes marciales mixtas, donde la resistencia es una virtud indispensable.
Aby, un joven galés de Wrexham, compartió vestuario y sueños con futuras estrellas del fútbol como Gareth Bale y Aaron Ramsey. En su adolescencia, el fútbol parecía ser su destino, y su habilidad lo llevó a competir al lado de algunos de los nombres más ilustres del balompié galés. Pero la vida tenía otros planes: una grave enfermedad amenazaba con limitarle la existencia.
Desde sus primeros días, Aaron fue diagnosticado con fibrosis quística, un trastorno hereditario que afecta los pulmones y el sistema digestivo. Los médicos advertían a sus padres sobre la corta expectativa de vida que suele acompañar a esta condición.
El camino de Aby cambió radicalmente en 2017, cuando un dolor en su abdomen resultó ser una señal de algo mucho más grave: cáncer testicular en etapa avanzada. El pronóstico fue devastador. Le daban entre tres y seis meses de vida, con pocas probabilidades de supervivencia. Sin embargo, la historia de Aaron Aby no es una historia de rendición, sino de lucha. Tras una larga batalla contra el cáncer, el joven galés no solo logró regresar a los entrenamientos, sino que ahora es una figura en la MMA, inspirando a otros a no dejarse vencer por el diagnóstico médico.
De la cancha al octágono
Antes de sumergirse en el mundo de la MMA, Aaron fue un apasionado del fútbol, deporte en el que mostró talento desde pequeño. Cuando Aby tenía 14 años, fue seleccionado para las categorías inferiores de la selección de Gales, donde compartió campo y experiencias con Bale y Ramsey, quienes años después triunfarían en la Premier League y el fútbol internacional. “Recuerdo esos días con mucho cariño. Jugar con ellos me mostró que todo era posible”, dijo Aby en una entrevista con TalkSport. Aunque no alcanzó el estrellato futbolístico que sí lograron sus compañeros, su breve carrera en el deporte rey marcó el inicio de su carácter competitivo.
Poco tiempo después, Aaron fue diagnosticado con fibrosis quística, una condición que suele restringir las actividades físicas debido a problemas respiratorios. Los médicos le advirtieron que no debía practicar deportes de alta intensidad, pero sus padres nunca aceptaron esa limitación. “Mis padres tiraron el libro con todas las advertencias sobre mi enfermedad. No querían que mi vida estuviera definida por el diagnóstico”, comentó Aby al medio británico. El fútbol se convirtió entonces en su forma de desafiar a la fibrosis, demostrando que nada lo detendría en la búsqueda de una vida activa.
Con los años, su pasión cambió del balón al combate. Aaron encontró en la MMA una disciplina exigente y, sobre todo, una lucha en la que dependía únicamente de su propio esfuerzo. “El MMA me hacía sentir realmente cansado, y eso me gustaba. No era solo una competencia, era como una filosofía de vida”, dijo el peleador.
La lucha contra el cáncer
La vida de Aby sufrió un nuevo golpe en 2017, cuando el cáncer apareció sin previo aviso. En plena racha de victorias en el MMA, comenzó a experimentar dolores agudos en el abdomen y el pecho. Los médicos inicialmente pensaron que era una infección, pero tras varias pruebas descubrieron que se trataba de un cáncer testicular en etapa tres. “Los doctores no tenían muchas esperanzas para mí. Mis padres incluso comenzaron a planear mi testamento”, relató Aby a Wales Online.
El tratamiento fue brutal: cirugía para remover un tumor de 15 cm, quimioterapia intensa y una segunda operación realizada bajo anestesia local debido a los riesgos de su fibrosis quística. La quimioterapia afectó gravemente su estado físico, reduciendo su peso a 49 kilos y mermando su función pulmonar. “Recuerdo sentarme en el suelo de la cocina, llorando con mi madre, pensando que todo había terminado”, recordó.
Sin embargo, su recuperación fue milagrosa. Apenas ocho meses después de terminar el tratamiento, Aaron regresó al octágono, demostrando una vez más que estaba dispuesto a desafiar cualquier diagnóstico. “Para mí, la cura no llegaba hasta que volviera a competir”, afirmó en otra entrevista.
De vuelta a la cima en la MMA
Hoy en día, Aaron Aby no solo ha vencido al cáncer, sino que es un competidor respetado en el mundo de la MMA, con la ambición de llegar algún día a la UFC, el máximo escenario de este deporte. Su historia ha resonado en la comunidad de MMA, y su reciente victoria contra el excampeón mundial Samir Faiddine en Cage Warriors le ha dado un nuevo impulso para aspirar a un título. “Uno de los motivos por los que acepté esa pelea es porque él era un excampeón y quería probar que podía estar entre los mejores”, explicó.
Aaron ahora dedica su vida a entrenar y competir, inspirando a otros que también padecen fibrosis quística. Con cada pelea, recibe mensajes de padres y niños que enfrentan esta enfermedad, agradeciéndole por demostrar que una vida plena es posible. “Cada vez que peleo, pienso en esos mensajes. La vida es dura, pero también es un regalo, y quiero vivirla al máximo”, dice Aby.
“Nací para desafiar las probabilidades”. Esa frase encapsula la vida de Aaron Aby, quien, tras esquivar la muerte en múltiples ocasiones, sigue peleando tanto en el octágono como fuera de él. Mientras se prepara para su próximo combate, Aaron sigue demostrando que su fortaleza no se mide solo en músculos, sino en su determinación inquebrantable de vivir cada día como si fuera una nueva oportunidad para vencer.