Uno de los efectos más importantes de la pandemia ha sido el cambio en los hábitos del consumo de las personas. El consumidor ha cobrado una mayor conciencia sobre las condiciones sanitarias en las que se cultivan, transforman, transportan y venden los productos. El consumidor exige sustentabilidad ambiental a lo largo de toda la cadena alimentaria, y esto se refleja en la exigencia hacia los productores, la industria y los demás actores de la cadena alimentaria en cuanto a la responsabilidad social y al serio compromiso con el medioambiente, como menor impacto ambiental, mayor uso de energías renovables, reciclaje, entre otros.
Entonces, ¿cómo obtener datos confiables y de rápida disponibilidad a lo largo de toda la cadena para permitir al consumidor la toma de decisiones en relación con un producto específico?
Imaginemos que realizamos un viaje y no sabemos exactamente el camino por seguir. Instintivamente, activaríamos nuestro GPS. Así, podríamos saber el camino por seguir y además podríamos reproducir rápido la ruta que seguimos hasta alcanzar nuestro objetivo. Esto es exactamente la trazabilidad. Es poder definir la ruta seguida por un alimento desde la semilla hasta el anaquel del supermercado o el plato del consumidor. Es poder contar con los datos de cada una de las etapas de producción, transformación, transporte y sus responsables.
La trazabilidad se concibe como un sistema de identificación de los productos a lo largo de toda la cadena alimentaria, que deberá dar respuesta a todos los aspectos relacionados con los insumos, personal, procesos, desde el origen hasta el destino de cada producto.
Como actores de la cadena estamos obligados a comprender las necesidades del consumidor y su papel cada vez más protagónico dentro de un sistema dinámico en el cual la transparencia y el suministro de datos en tiempo real son indispensables.
SABER MÁS SOBRE LOS ALIMENTOS QUE CONSUMIMOS
Según los datos de Innova Market Insights, el 59 por ciento de los consumidores globales están interesados en saber de dónde provienen sus alimentos y cómo se elaboran, y el 79 por ciento de los consumidores globales creen que las marcas deben ser transparentes sobre su proceso de producción. En una encuesta realizada por Research Insights en asociación con IBM (2020), se observa que, entre los consumidores entrevistados en un amplio rango de países, el 73 por ciento indica que la rastreabilidad de productos es importante para ellos. Además, el 71 por ciento de estos consumidores pagaría un sobreprecio por ello.
Los compradores también buscan información sobre las políticas de sustentabilidad corporativas y exigen garantías de que las marcas demuestren responsabilidad social. La tendencia en el mercado internacional es saber de dónde provienen los alimentos, de aquí que la trazabilidad de los productos y su certificación ocupan un lugar de creciente importancia.
EN BUSCA DEL ESLABÓN MÁS DÉBIL
El proceso de trazabilidad implica costos adicionales, aplicación de protocolos, etc., lo cual involucra a los diferentes actores de la cadena alimentaria: agricultores, responsables de los sistemas de almacenamiento, compañías de transporte, distribuidores y minoristas. El hecho de que haya tantas partes involucradas implica el uso de múltiples y variados sistemas de registro que, en muchos casos, resultan ineficientes para la búsqueda de datos sobre las etapas de producción hasta la llegada del producto al consumidor.
Probablemente, de existir un problema en el producto adquirido, el consumidor no podrá saber la verdadera procedencia o el proceso del producto. Por otra parte, el productor no podrá encontrar en cuál de los eslabones de la cadena alimentaria se pudo haber originado el problema. La consecuencia directa de esta ineficiencia y falta de capacidades para dar respuestas conduce a la falta de confiabilidad y, con ella, a una baja en las ventas. Esta problemática nos demuestra la importancia de poseer una herramienta que permita a cada uno de los actores de la cadena alimentaria encontrar la falla en el proceso.
La trazabilidad en la cadena alimentaria permite rastrear todos los pasos que ha seguido un alimento hasta llegar a las manos del consumidor y, de esa manera, es posible controlar los riesgos que puedan afectarla. También garantiza el mantenimiento de la seguridad de cada alimento y, en caso de existir un problema, permite acceder a su origen, a una rápida localización y comprensión de los procesos de producción. En este sentido, los países europeos son líderes en trazabilidad alimentaria. Las regulaciones abordan una amplia gama de alimentos y productos de origen animal, ya sean nacionales o de importación. Otros países, como Brasil, Australia o Nueva Zelanda, tienen un buen sistema de identificación y trazabilidad del ganado que se realiza a nivel nacional, pero no así para otros alimentos ni para los productos importados.
MAYOR DIGITALIZACIÓN DE LOS DATOS DE LOS ALIMENTOS
Hoy día, la existencia de procesos de digitalización permite que el agricultor cuente con herramientas de sencilla activación en sus dispositivos móviles, que permiten mantener registros y, a través de ellos, alcanzar el cumplimiento de los procesos de trazabilidad y certificación, asegurando así la calidad de sus productos.
La aplicación de un sistema de trazabilidad alimentaria beneficia a todos los actores: el consumidor final está informado, mientras las empresas son más eficientes, ya que tienen menores fallas en los procesos de producción y distribución. Los entes reguladores, como las autoridades sanitarias, podrán gestionar con mayor eficacia el control en el uso de, por ejemplo, agroquímicos, el cumplimiento de normas, los tratamientos poscosecha, etc.
Administrativamente, la trazabilidad permite la gestión eficaz de alertas que requieran aviso al público consumidor y permite un rápido control de la situación. En los casos en los que existan alimentos contaminados o con potencial de estarlo, se pueden retirar del mercado con precisión, sin dañar la cadena productiva, minimizando el impacto económico de las empresas y productores, ya que solo se retiraría el lote dañado y se podría encontrar rápidamente el eslabón de la cadena que falló y su responsable.
La agricultura y las cadenas de suministro de alimentos son dos áreas muy interrelacionadas. La trazabilidad puede ayudar a satisfacer la creciente demanda de transparencia de los consumidores y, paralelamente, asegurar la sustentabilidad económica de los productores, que pueden ejercer un eficiente control de los procesos de producción, mejorando sus ingresos, acceso a nuevos mercados y al capital.
La digitalización de los datos y su uso en los procesos de trazabilidad y certificación tienen el potencial de cambiar el sistema alimentario actual y hacer que sea no solo más saludable, sino también más nutritivo, sostenible y eficiente.
* El autor es director del Departamento de Relaciones Exteriores y Cooperación Internacional del Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural de Israel.
Esta columna fue escrita especialmente para DEF.
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