Un beso, un abrazo, una comida o un logro. Un disgusto, una pérdida o un fracaso. El cerebro es el encargado de seleccionar qué cosas, eventos o situaciones recordaremos hasta el final de nuestros días, pero ¿por qué y cómo lo hace? Esta es una de las preguntas que se realiza e intenta responder, desde hace años, la científica Noelia Weisstaub.
A finales de 2020, la bióloga de la Universidad Nacional de Buenos Aires (UBA) y doctora de la Universidad de Columbia recibió, junto a su colega Pedro Bekinschtein, el “Premio Estímulo” de la Fundación Bunge y Born por su contribución a la Neurociencia Experimental. Su trabajo, más precisamente, se basó en los estudios de la función de la serotonina dentro de los procesos emocionales y cognitivos.
“La serotonina es un neurotransmisor y cumple varios roles debido a que actúa en diferentes lugares y está asociado, por ejemplo, a cuestiones como el sueño, las conductas sexuales y la memoria, entre otras”, explica Weisstaub, quien además es subdirectora de Investigación de Fundación INECO, investigadora independiente de CONICET y codirige el Laboratorio de Memoria y Cognición Molecular del Instituto de Neurociencia Cognitiva y Traslacional.
-¿Qué has descubierto a partir de tus investigaciones?
-La serotonina, como neurotransmisor, actúa a través de catorce receptores distintos. Parte de la complejidad de estos estudios es tratar de identificar qué función cumple cada uno de estos receptores. Nosotros, desde hace muchos años, trabajamos con uno de estos receptores (el 2A) y estudiamos cuál es el rol de este receptor vinculado al control de las emociones. Fue ahí donde descubrimos que los animales que expresan este receptor tienen niveles mayores de ansiedad que otros que no lo expresan, lo cual da una idea de que puede estar involucrado en mediar la respuesta al estrés en ciertas situaciones.
-¿Por qué motivos pueden bajar los niveles de serotonina?
-A veces, bajan por temas relacionados con la dieta (alimentarios), porque es un neurotransmisor que se sintetiza a partir de un aminoácido que nosotros no fabricamos, sino que ingerimos. También hay hipótesis de otros factores, pero aún no queda del todo claro.
EL FUNCIONAMIENTO DEL CEREBRO EN CUARENTENA
-¿Existe una respuesta para saber cómo funcionó el cerebro en cuarentena?
-Hay muchas investigaciones en curso para entender qué nos hizo, o qué nos está haciendo, la cuarentena, sobre distintos procesos del cerebro. Decir “qué le hizo al cerebro” en forma completa es algo complejo, porque el cerebro hace muchas cosas distintas, pero es seguro que ha tenido efecto sobre las memorias, y es muy fácil darse cuenta de que uno tiende a confundirse más los días, a tener menos eventos que recuerde. Se mezclan los días con las semanas, las semanas con los meses, entre otras cosas, porque los días tienen menos eventos salientes, y una de las formas con las que nosotros generamos nuestra memoria tiene que ver con la novedad y las situaciones que sobresalen de lo normal, que son estímulos muy salientes y que favorecen la formación de memoria, sobre todo de la episódica, la de eventos, que suceden en un momento y lugar determinado. Con el aislamiento, lo que a todos nos pasa es que los días son muy parecidos unos a otros cuando uno está encerrado.
-¿Se sabe cuánto nos ha afectado la cuarentena en ese aspecto?
-Hay gente haciendo estudios, algunos que siguen en curso y otros que han concluido, para tratar de entender cuánto y de qué manera afectó los procesos de memoria. El aislamiento ha afectado las emociones de las personas, los niveles de estrés, la capacidad de resiliencia de las personas en situaciones estresantes. Esto ha tenido efectos directos e indirectos.
-Si bien los días son bastante similares entre sí, y eso terminó afectando los procesos de memoria, el año es y será inolvidable. ¿Cómo creés que vamos a recordar el 2020?
-Supongo que va a depender de las personas. En un punto, el hecho de que haya sido un año tan distinto de todo lo conocido previamente favorece al concepto de novedad, y eso hará que se generen recuerdos, pero probablemente también haya otros eventos salientes dentro de la cuarentena que ayuden a la generación de la memoria. Como, por ejemplo, dónde estábamos cuando lo anunciaron, o como fueron los primeros días de colegio de los chicos, en el caso en el que uno tuviera hijos y haya tenido que lidiar con la educación virtual, o la primera vez que uno volvió a salir, por lo que tendrá más que ver con eventos puntuales dentro de la cuarentena. Es una ironía que, por un lado, se nos mezclen los días y, por el otro, sea el año que no olvidaremos jamás.
-A menos de un año de que se desatara la pandemia, hay personas que no utilizan barbijo o que parecieran haber olvidado las recomendaciones sanitarias. ¿Eso está más relacionado con problemas de memoria o con un mecanismo de negación, de autodefensa del cerebro?
-Este tipo de comportamientos no tiene que ver con que la gente no se acuerde de lo ocurrido. O sea, no creo que haya gente no use el barbijo porque no se acuerde de que haya que usarlo; sin embargo, lo que sucede con situaciones como esta, al ser muy distintas de otras que hayamos atravesado, es que generan una carga cognitiva muy grande. Es decir, cuando todo esto comenzó, uno tenía que estar muy atento a todo lo que estaba haciendo (cosas triviales como detenerse a pensar en dónde uno se apoyaba, o con qué mano tocaba el botón del ascensor). Es decir, cosas que uno siempre hizo de manera casi automática ahora requerían de niveles de atención muy elevados, lo que hace que se genere una suerte de agotamiento mental, por lo que eso no se puede sostener por mucho tiempo.
Con el barbijo, pasan otras cosas. Hay personas, entre las que me incluyo, que lo tenemos muy incorporado. Es decir, me siento rara sin él; si salgo a la puerta de calle y no lo tengo puesto, la sensación es muy extraña, con lo cual eso no me genera mucha carga cognitiva, pero muchas otras cosas de la pandemia todavía sí. El hecho de tener cuidado con las distancias y el hablar más lejos, entre otras cosas, son conductas a las cuales uno no les prestaba tanta atención y las hacía en forma mecánica, mientras que ahora eso ya no sucede. Eso genera agotamiento a nivel cognitivo y también produce fallas, entonces uno comete errores, y, a veces, deja de cumplir con algunas normas no necesariamente a propósito, sino más bien producto del cansancio.
-Respecto a los cuidados de los que hablábamos antes, uno percibe que los más chicos son los que suelen recordarles a los adultos que no los deben olvidar. ¿Por qué sucede?
-Muchas veces, ocurre que suelen estar en una etapa más flexible, donde ven esto no como una excepción, sino como una regla, o algo nuevo que surgió y que deben cumplir. Es decir, al igual que como cuando se les enseña que los papeles deben ser arrojados en un cesto de basura, incorporan estos conceptos de manera más natural. Son cerebros más flexibles.
-¿Qué es lo creés que la gente no se va a olvidar del año que se fue?
-Creo que la gente no se va a olvidar del componente emocional de 2020, de todo lo que haya tocado atravesar durante la cuarentena, qué emociones les fue generando el aislamiento. Creo que la gente se va a acordar mucho de cómo la pasó, de si estuvo bien, si se angustió, si se deprimió o si se divirtió.
-¿Qué es lo que esperás que la gente recuerde?
-Lo que espero que no olvidemos es que fuimos capaces de manera muy significativa, sobre todo al comienzo y ante una situación totalmente nueva, y en algunos aspectos impredecible, de convivir con la incertidumbre de una manera bastante sana. De aceptar nuevas reglas y acatarlas, con un porcentaje de adhesión muy alto. Argentina, comparada con muchos otros países, adoptó muy rápidamente muchas medidas que eran muy fáciles de llevar adelante, y las sostuvo por muchísimo tiempo.
LOS MOVIMIENTOS ANTICIENCIA Y EL PRESENTE DE LA COMUNIDAD CIENTÍFICA LOCAL
-Desde hace unos años, en todo el mundo, existen fuertes movimientos anticiencia. Según tu mirada, en 2020, ¿se ganó esa batalla?
-No, creo que no la ganamos todavía. Creo que son movimientos a los que es muy difícil derrotar por muchas razones. A veces, es difícil entender por qué cuesta tanto, pero sí creo que, en muchos aspectos, el sistema científico está ganando. De hecho, en países como Estados Unidos, donde el presidente no aceptaba las recomendaciones de la ciencia y ponía en duda todo tipo de conocimiento, había autoridades científicas enfrentándose a él y manteniéndose firmes en su postura, lo cual que fue muy importante. Creo que es fundamental que la ciencia combata estos movimientos.
-¿Por qué esto último es tan difícil de lograr?
-Hay que entender la manera en la que se construye el conocimiento, que es basándose en evidencia, y eso es algo que se va construyendo. Un problema que hay, y hubo, con la pandemia es que se trató de un “trabajo en progreso”. Creo que, en general y en Argentina, la gente entendió que había que dar tiempo de análisis y que no se podían exigir muchas respuestas a los tres días de lo sucedido. Esto se va construyendo de a poco. En casos como estos, en los que hay que apurarse a intentar encontrar una respuesta, se hace un esfuerzo muy intenso, con mucho trabajo en forma simultánea, pero eso también es ruidoso, y hay que sacar las conclusiones de a poco. A veces, se dicen cosas contradictorias, a veces se llega a cierres que no son correctos, pero todo eso es parte de cómo funciona la ciencia y, en este momento, el mundo es testigo de esto. Y es muy importante que la gente entienda que ese es el camino, y no que venga alguien y simplemente diga que algo es mentira basándose en sus propias suposiciones.
-¿Qué análisis hacés de la ciencia en Argentina en tiempos de COVID-19?
-Hacer ciencia acá nunca es fácil, no lo fue y no lo es. En los últimos años, venía muy golpeada en materia presupuestaria y eso había dificultado bastante la producción. La ciencia es cara y nosotros estamos lejos de los países donde hay sobre esto una planificación central. Creo que la respuesta del sistema científico ante la pandemia fue muy buena, muchos laboratorios se han reconvertido para ayudar desde su lugar a generar herramientas de rastreo, testeo, y entregar conocimiento nuevo sobre el virus, para intentar resolver este problema lo antes posible. Si hubo algo bueno de esto, es que puso a la comunidad científica en el centro de la cuestión y le mostró al país cómo funciona la ciencia, y me parece que eso es rescatable.
-¿Cuál es la principal deuda de la ciencia con las mujeres en el país?
-Creo que faltan mujeres en posiciones jerárquicas de toma de decisiones a nivel científico. Cabe aclarar que, en este momento, la directora del CONICET es una mujer y ya hubo una anteriormente, pero, aun así, las mujeres somos un personaje muy importante de la comunidad científica en el país y, cuando mirás cómo se distribuyen los cargos, sobre todo en los escalafones más altos, ahí es en donde se notan más las ausencias e inequidades.
* Esta nota fue producida y escrita por un miembro del equipo de redacción de DEF
LEA MÁS