El doctor Diego Cardozo, ministro de Salud cordobés, está satisfecho, pero no se relaja. Es que, a pesar de que el modelo provincial para dar batalla al COVID-19 fue elogiado hasta por la Organización Panamericana de la Salud, Cardozo sabe que la pandemia está muy lejos de terminar y entiende que no hay tiempo para distenderse.
En una entrevista exclusiva con DEF, el ministro destaca que el éxito radica en la articulación efectiva de todos los sectores de la provincia y afirma contundente: “Uno siempre es realista y sabemos que la salud es un espacio para actuar y no para pensar, no hay tiempo para eso”.
-¿Cuál es la situación epidemiológica en Córdoba?
-Tanto en lo que refiere a la situación sanitaria como al comportamiento epidemiológico, hoy el brote más importante es el que tenemos en Traslasierra, en los municipios de Villa Dolores, Villa Sarmiento, San Pedro y Las Tapias. Esa zona está en Fase 1, con un aislamiento social y preventivo estricto. Allí tenemos perfectamente identificado cuál fue el “caso cero”, que causó el brote, y contamos más de 70 casos. En la ciudad de Córdoba, ha cambiado la dinámica de esta patología: hasta el 1º de julio, teníamos un régimen diferenciado, con el Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio (ASPO) en la capital provincial, y en el interior de la provincia se practicaba un distanciamiento social. Ahora la capital provincial también ingresó en la fase de distanciamiento.
-¿Cómo proceden cuando encuentran algún caso?
-En la capital provincial, hay algunos casos en pequeños conglomerados y, en este aspecto, somos altamente agresivos cuando detectamos un caso positivo. En lo que se refiere al aislamiento social, generamos cordones sanitarios restringidos, algunos con cierta flexibilidad y otros más estrictos. En esta última situación, las personas pueden salir únicamente de sus hogares a comprar alimentos y medicamentos, por un lapso de 7 a 10 días o, a veces, lo extendemos a 14 días o al tiempo que haga falta, de acuerdo a los casos positivos que vayan apareciendo. Empezamos estudiando las áreas y la dinámica de las personas que dieron positivo, verificando por dónde circuló el virus, sus negocios cercanos, los amigos y familiares del contagiado. Luego, tomamos una muestra representativa, hacemos testeos en forma masiva, y de acuerdo a los resultados, restringimos, ampliamos o movemos el área de restricción estricta. En este momento, todo es bastante estable, porque venimos con un Ro (el índice de contagios) de 1,34 en la provincia y de 1,12 en la ciudad.
-Podría afirmarse, entonces, que los controles están dando muy buenos resultados.
-Tenemos que resaltar que hacemos un trabajo multidisciplinario, intersectorial, cuyo objetivo tiene que ver no solo con lo sanitario, sino también con lo social. Es muy importante lo que hace el Ministerio de la Mujer para proteger los derechos de las familias y la integridad de la mujer. Cuando uno genera un cordón sanitario, y el conglomerado, o un núcleo familiar, tiene que pasar 10 o 15 días dentro de un domicilio, se producen hechos de violencia y, por eso, tenemos que estar presentes ahí con las distintas áreas de gobierno. A toda esta logística, la llevamos adelante desde el Centro de Operaciones de Emergencias (COE).
-¿Cómo organizan los operativos en el terreno?
-Los operativos son el resultado de una coordinación precisa entre el área de seguridad de Córdoba, el Ejército y los ministerios provinciales de Desarrollo Social, de la Mujer y de Salud. Llegamos a bloquear, por un brote, Villa El Libertador, que es un barrio de 70.000 habitantes, y no hubo ningún conflicto. Eso es producto de la labor del Ejército y de las fuerzas vivas, y de lo que han hecho desde el COE en la diagramación de la logística. Creo que nosotros no hubiéramos podido hacerlo sin la ayuda ni el conocimiento de las FF. AA., porque han sabido ganar un espacio y lograr que todos sectores se sintieran parte de un único equipo de trabajo.
-Al COE de Córdoba, lo han tomado como modelo desde la Organización Mundial de la Salud (OMS), y hasta el ministro Ginés González García lo mencionó como un modelo que se podría replicar en otros lugares.
-Es lo que llamamos “la sociedad de Córdoba organizada”, porque están las fuerzas vivas y las diferentes áreas de gobierno. Hay representantes del poder legislativo, ejecutivo y judicial provincial, del ejecutivo y del gobierno municipal. Entonces, en ese contexto, hemos armado un equipo de trabajo en el que conviven las fuerzas de seguridad locales y las FF. AA. Desde el punto de vista netamente sanitario, hemos preparado el sistema asistencial en los hospitales y el sistema prehospitalario, donde la Secretaría de Prevención y Promoción de la Salud se dedica a la epidemiología, y el Laboratorio Central de Córdoba se encarga de hacer los análisis. Entonces, interactúan las distintas secretarías del Ministerio de Salud y también el Ministerio de Seguridad (Policía, Bomberos, el DUAR –fuerza especial de la Policía provincial– y Defensa Civil). En un principio, cuando tuvimos el primer incidente en un geriátrico, la gente del DUAR fue la que nos capacitó y se encargó del traslado de los cadáveres. Hoy el funcionamiento está aceitado y se podría decir que se “maneja solo”.
-El promedio de testeos de Córdoba es más alto que el del resto del país. ¿Han recibido recursos de Nación o se han manejado con fondos provinciales?
-Siempre hemos tenido apoyo, respaldo y acompañamiento del Gobierno nacional. Tenemos un muy buen vínculo con el ministro Ginés González García y también con el director de la ANLIS-Malbrán, el cordobés Pascual Fidelio. Sin embargo, la decisión de ampliar los testeos y la investigación epidemiológica ha sido una propuesta que elaboramos desde la provincia, y la decisión la tomó nuestro gobernador, Juan Schiaretti. Eso va de la mano de la inversión en recursos; en marzo, era muy difícil conseguir los tests y, aunque hoy parece más fácil, se ha vuelto a complicar porque están surgiendo rebrotes en China, el resto de Asia y Europa.
-¿Tienen que recurrir al mercado internacional o tienen acceso a tests nacionales? ¿Cuáles son las opciones en este tema?
-Tenemos dos tipos de tests: los serológicos, que miden las inmunoglobulinas –es decir, las defensas del organismo, para determinar si la persona estuvo infectada y se recuperó–; y los PCR (reacción en cadena de la polimerasa), que son los que dan diagnósticos de certeza. Estos últimos se hacen mediante análisis de biología molecular y nosotros los realizamos en el Laboratorio Central de Córdoba. Cuando empezó la pandemia, los PCR se hacían únicamente en el Malbrán; después, el proceso se descentralizó, nuestra gente se capacitó y, en la actualidad, lo hacemos directamente acá. Tenemos un promedio de entre 1800 y 1200 muestras por día. De nada hubiera servido tomar 2000 muestras si el laboratorio solo podía procesar 1000. Hoy estamos trabajando en coordinación con la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), el Instituto de Virología Dr. José María Vanella y tres centros privados, el Sanatorio Allende, la Fundación para el Progreso de la Medicina y el ASE. Con todos ellos tenemos un buen vínculo y nos repartimos el trabajo; lo más crítico y riesgoso va al Laboratorio Central y, de alguna forma, podemos derivar el resto a las otras instituciones. Ahora estamos trabajando para que, en el transcurso de los próximos días, podamos trabajar también con el INTA de Marcos Juárez y podamos realizar los análisis.
-¿Cuál es la relación con el personal médico en lo que refiere a los equipos de protección personal (EPP)?
-Elegimos seis nodos: Río Cuarto, Villa María, San Francisco, Jesús María, el Valle de Punilla y Traslasierra. Distribuimos y capacitamos al personal y todo el accionar se evaluaba día a día. El gobernador nos llama a diario: yo hablo no menos de cuatro a cinco veces por día porque él quiere saber de los dispositivos que llevamos adelante, cuántos testeos hacemos y la evolución de los positivos. Los EPP para nuestros profesionales no faltaron nunca.
-¿A qué instituciones provee la provincia de esos equipos?
-A todos los geriátricos, al nivel de atención primario –que, a diferencia de otras provincias, está municipalizado y no depende del gobierno provincial–, así como a gran parte del sector de la medicina privada. Los geriátricos son una de nuestras máximas prioridades y tenemos muy buen vínculo con la cámara que los nuclea, por lo que los ayudamos permanentemente.
-¿Cuánto dinero lleva invertido la provincia?
-Hicimos una inversión tremenda, que ya lleva 3500 millones de pesos en lo que es aparatología, y adquirimos respiradores, monitores e hicimos obras de infraestructura gigantescas para poder ampliar las camas, porque si uno tiene los respiradores, pero la sala no tiene la capacidad de albergarlos, eso no funciona. Todo ha sido producto de la anticipación. Por ejemplo, el hospital San Roque tiene una nueva sala de gases con capacidad para hacer funcionar 200 respiradores a la vez.
-Con respecto a las “camas críticas”, ¿cómo está el nivel de ocupación?
-Tenemos una ocupación muy baja, y eso es consecuencia del accionar que se tiene en todo lo referido al prehospitalario. La ocupación de “camas críticas” (con respirador) en el sistema sanitario público es del orden del 1 por ciento y las “camas comunes” tienen un nivel del 7 por ciento, pero esto no es casualidad, sino consecuencia del accionar prehospitalario. Gracias al plan Identificar y todo lo que tiene que ver con testear, detectar un positivo, aislarlo y seguirlo, tenemos más de 2300 personas bajo seguimiento epidemiológico.
-¿Córdoba estaría dispuesta a aceptar pacientes de otras provincias, de ser necesario?
-Venimos hablando permanentemente con Nación. De hecho, ayer hablamos con el ministro Ginés González García y tenemos disponibilidad de camas; no obstante, estamos bajo vigilancia epidemiológica permanente. Sabemos que la situación es compleja en CABA y el conurbano bonaerense. Y, en ese aspecto, uno siempre es realista y sabemos que la salud es un espacio para actuar y no para pensar, porque no hay tiempo para eso. Si hoy vivimos en un país federal, tenemos un sistema sanitario que está bajo la órbita de un ministerio nacional y somos solidarios con las provincias hermanas, no podemos permitir que un argentino se muera si nosotros tenemos una cama disponible, no podemos negársela.
-¿Cómo impacta el decreto nacional que determina que toda la provincia de Córdoba entra en “zona de distanciamiento”?
-Córdoba tiene 427 municipios y solo la ciudad capital estaba con ASPO (aislamiento), entonces en toda la provincia, había actividades que ya estaban funcionando. Ahora, la idea es poder unificar, pero analizando y evaluando las consecuencias y la repercusión que puede llegar a tener la habilitación de ciertas actividades, desde la gastronomía, hasta los gimnasios. El problema es que la capital es una urbe muy grande y tiene el 45 por ciento de los habitantes de toda la provincia, razón por la cual uno es más precavido y, a veces, más conservador cuando toma determinaciones que tienen que ver con la flexibilización. Entonces lo evaluamos muy bien antes de tomar una decisión.
Tenemos un comité científico asesor, con el que no solo evaluamos el comportamiento de la enfermedad, sino el de la gente. Contamos con sociólogos que nos orientan y nos dicen que no es lo mismo el norte cordobés que el oeste, el sur o el este. Tienen idiosincrasias totalmente distintas. No obstante, el decreto estipula que no puede haber circulación interdepartamental y queremos analizar todas las actividades que aún nos resta poner en marcha para que nuestra gente pueda recuperar su fuente laboral, pero siempre priorizando la salud y evaluando las consecuencias que nos pueda llegar a generar.
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