Médico psiquiatra, especialista en diagnóstico por imágenes y terapia intensiva, y actor, José Pellucchi, presenta Juguete, juguete, obra bajo su dirección y con música de Carlos Gianni, que puede verse a partir de hoy, los sábados y domingos en el Teatro de la Comedia.
La poco frecuente combinación vocacional de Pellucchi dio como resultado la fundación en 1999 de la asociación civil Payamédicos, cuyo objetivo es aplicar el poder curativo del arte en los pacientes hospitalizados.
Desde siempre y como estudiante de medicina y Bellas Artes, Pellucchi (53 años, tres hijos), sintió la necesidad de ayudar a los que sufren y menos tienen. Con esa impronta, comenzó a alfabetizar en los barrios pobres y, avanzada su carrera, a dar clases sobre primeros auxilios, alimentación saludable y planificación familiar. Al mismo tiempo, no dejaba de lado la vena artística. La plasmó en grupos de teatro independientes.
Pero, fue más allá. Así lo cuenta: "En 1992, con el elenco Pepe Biondi, logré llevar el teatro a los hospitales. Nos presentábamos en las aulas magnas donde podían asistir los pacientes internados, incluso los que necesitaban suero".
Con ese empuje, cinco años después, formó Los Rivas en el Hospital Rivadavia. "Éramos un grupo de profesionales de la salud que con el teatro hacíamos prevención; entre otras problemáticas del VIH, violencia doméstica y adicciones", recuerda con una espontánea "payasonrisa".
La propuesta gustó y mucho. Por eso, dieron un siguiente paso. Armaron un espectáculo para llevar a los barrios y que presentaron en colegios secundarios y sociedades de fomento. El guión estaba dirigido a los chicos de 5º Año y que después, sería representado por ellos para sus compañeros de los años inferiores. "La idea básica era replicar el concepto del cuidado con la misma intensidad con la que se replicaba un virus". Lograron lo impensado. "Formamos un movimiento interesante, seleccionamos a algunos chicos a los que les gustaba la actuación y un montón de profesionales de la medicina que devinieron en actores". El puntapié inicial estaba dado.
Nace la payasada
En 1999, mientras Pellucchi representaba Seres Leves, en el Teatro General San Martín, durante sus guardias médicas las enfermeras lo ayudaban a coser trajes y armar la utilería. Un día, con todos esos elementos en el hospital, surgió la idea.
"Se me ocurrió hacer una escena de esa obra que es muy tierna para una persona internada que iba ser sometida a una canalización. Al finalizar, se rió mucho y me dijo que no le había dolido nada". Una cosa trajo a la otra. "Como una cuestión humanitaria, seguí con este tipo de actuaciones. Terminaba la guardia, me sacaba el traje y representaba pequeñas escenas a los pacientes. Mientras tanto controlaba el monitor y veía cómo les disminuía la frecuencia cardíaca", rememora.
Al poco tiempo, los propios colegas empezaron a decirle que cuando se iba, los internados habían requerido menos dosis de analgésicos y sedantes. "Siempre había pensado que el arte era curativo, pero allí lo comprobé", confiesa. Esa sensación lo llevó a estudiar terapia de la risa y técnicas del clown. De esa manera surgió Payamédicos en el hospital de Gastroenterología Udaondo, aunque recién en 2003 se constituyó como asociación civil.
En la actualidad son 7000 los payasos de hospital. ¿Su razón de ser? Complementar y humanizar la medicina tradicional a través del humor y el amor con juegos, música y piruetas que contribuyen a mejorar la salud de los pacientes.
"Está comprobado que nuestra intervención mejora el estado clínico de los personas internadas y ayuda a la aceptación de los tratamientos indicados, entre otros beneficios", agrega Pellucchi que, además de director artístico-académico de Payamédicos, cumple idénticas funciones en la Escuela de Arte y Salud de la Facultad de Ciencias Médica de la UBA, en el movimiento teatral Los Rivas y en el grupo de clown teatral Inclownciencia. Es presidente honorario del Congreso Internacional de Clown y Payasos de Hospital, declarado Ciudadano Ilustre de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y Abanderado de la Argentina Solidaria. "Creemos en el amor y el humor como vía para generar un mundo mejor e intentamos achicar las distancias que suelen establecerse entre los profesionales y los pacientes como resultado de una medicina deshumanizada", sintetiza.
Con el secundario completo y adecuadas condiciones psicofísicas, cualquier persona puede acompañar la cruzada fucsia, verde manzana y amarilla, colores que distinguen a los Payamédicos. "En nuestro vestuario utilizamos una paleta cromática basada en el magenta, siam y amarillo. No usamos colores fríos, como el verde oscuro o el marrón, ni el negro, obviamente. Debe irradiar luz porque ver la belleza de colores levanta el ánimo en un lugar tan gris", describe. Después, el candidato recorre una etapa de formación de un año aproximadamente. Por un lado, está la artística con influencia del teatrista francés Jacques Lecoq con ejercicios adaptados al hospital.
"Entre los géneros que este hombre desarrolló está el del buen payaso, de un humor sano enfocado en el público infantil y que captura a los adultos desde lo poético. Nuestros payasos tienen mucho de ese personaje". También, trabajan algunos conceptos como la pureza y la vulnerabilidad del payaso al que le pasan cosas comunes a todos los seres humanos.
"Eso provoca una identificación con la gente porque muestra una salida feliz y desde su inocencia revierte una situación adversa. Su amorosidad radica en que demuestra lo importante y positivo que es ser una buena persona", explica con un paso de baile.
Además de esa preparación, estudian conceptos sobre bioseguridad, cuidados infectológicos, neurociencia, psicoanálisis que llaman Payamedicina. En ese sentido, la Facultad de Psicología de la UBA les otorga un certificado. Una vez finalizada la formación y aprobado el vestuario, las personas son incorporadas a un dispositivo de cinco meses guiadas por payamédicos de mayor experiencia, después del cual, están en condiciones de trabajar sin supervisión.
Así se presentan
Las actuaciones de los payamédicos son para pacientes de todas las edades y patologías. "Los adultos al internarse sufren muchas veces una especie de regresión. Tratamos de recuperar lo lúdico de nuestro niño interior. Visitamos a las personas internadas para cambiar el gris hospitalario por el arcoíris de la alegría y así levanten sus defensas. El ánimo optimista mejora las enfermedades y la belleza impacta en el cuerpo", explica Pellucchi.
Nuestra intervención mejora el estado clínico de los personas internadas y ayuda a la aceptación de los tratamientos indicados
En el caso de enfermedades terminales, los payamédicos acompañan al enfermo hasta sus últimos momentos. Las presentaciones son individuales y diagramadas para cada caso en particular. "Por ejemplo, si vamos a una sala para que veamos a dos pacientes, buscamos la forma de que todos queden involucrados en el juego y de modo que nadie se dé cuenta de que la intervención está diseñada en función de uno en especial", describe.
"Estamos al tanto de la situación de la persona a través de lo que denominamos el 'payapase'. Allí consignamos datos filiatorios, situación personal y clínica, diagnóstico y pronóstico, cómo responde a los tratamientos, si tiene familia, quién lo visita, cómo se lleva con los demás pacientes. Incluso solemos tener alguna información extra de parte de nuestros colegas, como si no quiere comer o tomar la medicación, si está deprimido o triste, etcétera". A partir de entonces, piensan en cómo ayudar a esa persona.
"Lo hacemos desde una intervención con lo lúdico y llevamos esa idea que por supuesto, está sujeta a la improvisación y al cambio", señala Pellucchi. Después de ver al paciente, hacen un balance de cómo será su seguimiento. El último paso es la payagrafía: con herramientas de psicodrama, ayudan a los payamédicos afectados por una situación determinada. Con el paso del tiempo, además de lo hospitalario incorporaron charlas de prevención, equinoterapia, lenguaje de señas para trabajar en institutos para sordos y van a las escuelas a hacer prevención. En ese camino están investigando con perros en un proyecto denominados "Payaguau".
Organizaron eventos por la paz y pusieron en marcha el dispositivo Payasol de solidaridad para difundir la donación de órganos y en trabajos ante catástrofes. Su sitio web ( www.payamedicos.org) está abierta para todo aquel que desee colaborar económicamente con la obra y donde hay una cuenta disponible para hacerlo. Sin embargo, el entrevistado sostiene que hay muchas otras formas de apoyar a la organización. "Hay gente que se acerca y nos ayuda a sacar fotos o repartir volantes, cosas que cuando estamos vestidos de payasos no podemos hacer porque un payaso no puede hablar con términos reales, usa un discurso desopilante", concluye.
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*La versión original de esta nota fue publicada en revista DEF N.°110.