En una nota anterior, nos referíamos a la importancia de la trazabilidad como una solución que permite dar respuesta a la demanda de transparencia que hace el consumidor a los diferentes actores de la cadena alimentaria. Paralelamente, posibilita a los distintos integrantes de la cadena de suministro dar seguimiento a los diferentes insumos, procesos de producción o logística. Debe comprenderse que la trazabilidad no es el objetivo, sino el medio que nos permitirá alcanzar la transparencia y, de esa manera, lograr información eficaz, optimización de los procesos y, en definitiva, generar confianza en los consumidores. Para ello, debemos comprender que todos los actores de la cadena deberán ser parte de un proceso integrador, en el cual existe una responsabilidad compartida.
Esta integración generará una inmensa base de datos, que es necesario vincular para poder detectar las posibles fallas a lo largo de la cadena de suministro. Los sistemas tradicionales de trazabilidad son lentos e inexactos, lo que hace que la identificación de posibles fallas a lo largo de la cadena no sea efectiva. Es aquí donde los procesos de digitalización en el agro y la industria alimentaria pueden suministrar respuestas. La adopción de tecnologías emergentes como la inteligencia artificial (IA), el internet de las cosas (IoT), blockchain y 5G genera un creciente flujo de datos que pueden ser recopilados fácilmente y ser gestionados en tiempo real. El seguimiento eficaz y en tiempo real de los procesos de producción genera información, que debe ser procesada de forma ágil y comprensible a todos los niveles y para todos los actores de la cadena. Ahí es, justamente, donde la digitalización de los datos puede hacer su verdadero aporte.
EL CAMINO HACIA LA TRAZABILIDAD SUSTENTABLE
Es necesario aclarar que la digitalización y su aplicación en sistemas de trazabilidad deberá ser acompañada de normativas claras y con poder de integración de datos que aseguren la llamada trazabilidad sustentable. ¿Qué significa esto? La capacidad de observación de toda la cadena y verificación de un comportamiento responsable con el entorno desde el punto de vista ambiental y social. La información relativa a la sustentabilidad puede ser utilizada por los distintos actores de la cadena u organizaciones encargadas del control de los alimentos, así como también por el propio consumidor, incrementando el valor añadido del producto.
¿Cuáles son las tecnologías disponibles? Para una verdadera penetración de las tecnologías y su adopción por parte de los agricultores y la industria, deberían ser de bajo costo y fáciles de aplicar. A este nivel, podemos señalar la identificación de radiofrecuencia (RFID), que es una tecnología que puede identificar objetivos específicos y leer y escribir datos relacionados a través de señales de radio sin establecer contacto mecánico u óptico entre el sistema de identificación y los objetivos específicos. Esto significa que cada elemento poseerá una tarjeta de identificación electrónica que permitirá su trazabilidad y, al ser única, evitará su falsificación. En los últimos años, ha aumentado el uso de estas “etiquetas electrónicas” en leches en polvo, seguridad en la calidad de la carne y las llamadas “etiquetas de orejas”, que permiten la identificación de datos claves de un individuo hasta la comercialización. Es decir, el control de los procesos de cría, el transporte hasta el procesamiento en el frigorífico y las siguientes etapas de la cadena de producción. Estos sistemas pueden usar aplicaciones en teléfonos celulares, que permiten la lectura de toda la información relacionada con el producto y, de esta manera, contribuyen a mejorar la confianza del consumidor en la marca.
Otra de las tecnologías disponibles en el mercado es la NFC (sigla, en inglés, de “Near Field Communication”), que es un sistema de comunicación inalámbrico de corto alcance y que funciona por proximidad. La idea es que dos dispositivos puedan comunicarse entre sí de manera cómoda y eficaz. Estas tecnologías, como ocurre también con los códigos de barras, no tienen ningún contacto físico y poseen alta capacidad de almacenamiento de la información y fácil rastreo de las diferentes etapas de la cadena de suministro. Quizás la ventaja más importante de estos sistemas sea la posibilidad que nos da la digitalización de ver y actuar a lo largo de toda la cadena y no en solo punto específico.
Otras de las tecnologías existentes en el mercado se basan en la identificación de secuencias de ADN y la identificación de proteínas, o la quimometría, que está basada en modelos matemáticos que analizan la información química relevante para los productos. Se trata de modelos basados en el uso de isotopos estables, que son formas no radiactivas de átomos, que gracias a sus propiedades únicas pueden utilizarse para reconstruir, por ejemplo, la dieta de los animales y los productos cárnicos derivados de ellos.
EL BLOCKCHAIN, UNA HERRAMIENTA ÚTIL PARA LA AGRICULTURA
Sin embargo, la tecnología de mayor repercusión de los últimos años es quizás la plataforma conocida con el nombre blockchain o cadena de bloques. ¿Qué es blockchain? Es, básicamente, una base de datos que se comparte en una red de ordenadores. Se pueden añadir datos, pero no cambiarlos, además de hacer constantes comprobaciones que garantizan su autenticidad. Estos datos poseen un sistema de codificación de la información que permite descentralizarlos y aumentar la privacidad entre usuarios de una manera completamente segura.
En su esencia, el blockchain es un libro de contabilidad “democrático” que no puede ser manipulado arbitrariamente y que se puede compartir fácilmente (FAO, 2019). Esta cadena de bloques surgió a partir de uso en criptomonedas como es el bitcóin. En agricultura, tiene el potencial de mejorar la gestión financiera, la procedencia, la trazabilidad y la transparencia de las cadenas alimentarias. Permite, además, la posibilidad de reducir costos de transacción e intermediación, haciendo más eficiente la cadena de suministro, además de poder determinar cuándo una planta está lista para ser cosechada, comunicarlo a los clientes y enviar los productos al mercado en el momento ideal para su comercialización.
Los últimos años se caracterizan por la búsqueda de mayor transparencia y, paralelamente, por la protección de los diferentes actores de la cadena de suministro. La digitalización ofrece la posibilidad de que surjan sistemas de organización y producción pequeños y flexibles. La clave es que estos sistemas funcionen ágilmente en un entorno dinámico, reduciendo costos a mediano y largo plazo, y dando una respuesta adecuada en materia de cumplimiento de las normativas, las cuestiones sociales y la concienciación de los consumidores.
* El autor es director del Departamento de Relaciones Exteriores y Cooperación Internacional del Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural de Israel, y escribió este artículo para DEF.
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