Marie Curie es un ícono de la ciencia y el progreso, pero su historia va más allá de los premios y descubrimientos. Su vida estuvo marcada por desafíos tan radioactivos como los elementos que investigaba, enfrentándose a un ambiente hostil que le cerraba puertas por ser mujer. Con un espíritu inquebrantable, creó un espacio en su laboratorio para otras mujeres que, como ella, deseaban transformar la ciencia.
La obra biográfica de Dava Sobel, “The Elements of Marie Curie: How the Glow of Radium Lit a Path for Women in Science”, ofrece una nueva perspectiva sobre Marie Curie, quien resaltó tanto por sus logros científicos, como por su rol como mentora. Sobel presenta a Curie como una pionera feminista en un entorno académico dominado por hombres.
Curie se enfrentó a una exclusión sistemática en instituciones científicas, como la Academia Francesa de Ciencias, la cual no aceptaba mujeres entre sus filas. En una época donde las mujeres debían luchar por reconocimiento en todos los campos, ella fue la primera persona –y sigue siendo la única mujer– en ganar dos Premios Nobel en disciplinas distintas, Física y Química.
A pesar de sus logros, Marie Curie enfrentaba constantes trabas; cuando hacía un avance importante, debía pedir a colegas masculinos que presentaran sus descubrimientos públicamente en vez de ella.
Esta limitación no impidió que se convirtiera en una figura de influencia, inspirando a generaciones de científicas, incluida su hija, Irène Joliot-Curie, quien también recibiría el Nobel. El camino de Curie fue una ruptura con el rol tradicional de la mujer en su época, consolidando su legado como una revolucionaria de la ciencia.
La “cascada radiactiva” de influencia de Marie Curie
Marie Curie, además de que abrió puertas en el ámbito académico, fundó una especie de “escuela” científica en su laboratorio, donde muchas mujeres tuvieron la oportunidad de desarrollar sus carreras. Sobel describe este fenómeno como una “cascada radiactiva”, en referencia a cómo su influencia fue transmitida a otras mujeres que, en algunos casos, lograron avances científicos incluso antes de obtener un título formal. Algunas jóvenes prodigio que trabajaron bajo la tutela de Curie realizaron descubrimientos antes de completar la preparatoria, o antes de obtener un doctorado, lo cual era inusual en esa época.
Este espacio de aprendizaje e investigación fue crucial para la formación de científicas de distintas áreas, y la propia Irène Joliot-Curie fue educada en un ambiente similar. Inspirada por su experiencia en la “universidad flotante” en la Polonia ocupada por Rusia, donde las mujeres estudiaban en la clandestinidad, Curie recreó una versión de esta universidad para educar a su hija.
En ese entorno protegido, Irène y otras jóvenes científicas recibieron enseñanzas de algunos de los pensadores más influyentes de la época. Curie construyó una red de apoyo y mentoría que permitió a las mujeres desafiar los límites que les imponía la sociedad.
Aportes durante la Primera Guerra Mundial
La Primera Guerra Mundial fue un momento decisivo para Marie Curie y su contribución a la ciencia aplicada en el ámbito médico. En 1914, propuso el uso de unidades móviles de rayos X en el campo de batalla, tecnología que hasta entonces se limitaba a los hospitales. Curie diseñó y organizó estas unidades, conocidas como “Petit Curie”, que se desplazaban hasta el frente de guerra para ayudar a los médicos en el diagnóstico y tratamiento de soldados heridos.
Esta innovación permitió que los cirujanos tuvieran acceso inmediato a radiografías, una herramienta invaluable para tratar fracturas y localizar fragmentos de metralla en el cuerpo de los heridos.
Para liderar este esfuerzo, Marie Curie se capacitó en radiología y mecánica automotriz, y obtuvo una de las primeras licencias de conducir otorgadas a una mujer en Francia. Acompañada de su hija Irène, que entonces era adolescente, Curie instruyó a otras mujeres en el uso de estos equipos y supervisó la instalación de unidades de rayos X en hospitales de campaña. Se estima que estas unidades atendieron a más de un millón de soldados durante la guerra. Su contribución a la medicina de emergencia marcó un antes y un después en el tratamiento de heridas de guerra y consolidó el papel de las mujeres en el ámbito de la radiología.
La exposición a la radiación y sus consecuencias
Marie Curie fue pionera en el estudio de la radioactividad, término que ella misma acuñó junto con Pierre Curie. Sin embargo, la investigación con materiales radiactivos no estaba exenta de riesgos, aunque en ese entonces sus efectos eran aún desconocidos. Curie manipulaba elementos como el polonio y el radio sin ninguna medida de protección. The Guardian destaca que la fascinación de Curie por el brillo de estos materiales la llevó a guardarlos incluso en su mesa de noche. Este contacto constante e intenso con sustancias radiactivas eventualmente le causó una enfermedad de la sangre, conocida como anemia aplásica, que provocó su muerte en 1934.
La exposición a la radiación también afectó a otros investigadores, muchos de los cuales murieron a causa de enfermedades relacionadas. En un apéndice de su obra, Sobel documenta la historia de algunos de los “radioactivistas”, quienes trabajaron con Curie y que, como ella, sufrieron graves consecuencias en su salud. Hoy en día, los cuadernos y otros documentos de Curie permanecen sellados en plomo en la Biblioteca Nacional de Francia debido a la alta radiactividad que todavía emiten. Los investigadores que desean estudiarlos deben firmar un acuerdo de responsabilidad por los posibles efectos de la radiación.
Reconocimiento póstumo y legado en la ciencia
El reconocimiento que Marie Curie no obtuvo en vida llegó muchas décadas después de su muerte. En 1995, el gobierno francés honró su contribución a la ciencia al trasladar sus restos al Panteón de París, convirtiéndola en la primera mujer en recibir esta distinción por méritos propios.
Este acto simbólico fue una declaración de reconocimiento a la labor de las mujeres en la ciencia, y un tributo a la extraordinaria vida de Curie. Sus investigaciones transformaron el campo de la química y la física, y también abrieron el camino para el uso de la radioterapia en el tratamiento del cáncer, uno de los legados médicos más importantes del siglo XX.
Además de sus descubrimientos, el ejemplo de Curie inspiró a generaciones de mujeres a ingresar en campos científicos. La Universidad Pierre y Marie Curie, nombrada en honor a su trabajo, continúa siendo un centro de investigación avanzado, y su vida es un recordatorio del impacto que una persona puede tener al desafiar las normas establecidas.