“Presente y Futuro de los Archivos, Sitios y Museos de Memoria” es el título de la jornada pública que se realizó ayer en el Archivo Nacional de la Memoria y se transmitió por Zoom. El objetivo fue reflexionar sobre cómo transformar la memoria en una conciencia histórica que articule pasado, presente y futuro. Expusieron sus puntos de vista las doctoras e investigadoras del CONICET Claudia Feld (directora de la revista Clepsidra), Marina Franco (profesora de la Universidad Nacional de San Martín) y Valentina Salvi (profesora de la Universidad Nacional de Tres de Febrero). Moderó Alejandra Naftal, directora ejecutiva del Museo Sitio de Memoria ESMA.
La presentación de la jornada estuvo a cargo de Maiky Gorosito, coordinadora de Cooperación Internacional de la candidatura del Museo a la Lista de Patrimonio Mundial de UNESCO. También estuvo presente Lorena Battistiol, de la directora nacional de Sitios y Espacios de Memoria, que aseguró: “Estas jornadas nos presentan el interrogante acerca de cómo vamos a encarar a esas generaciones que aún no conocen el terrorismo de Estado”. Marcelo Castillo, presidente del Archivo Nacional de la Memoria, destacó “todo el trabajo articulado entre el equipo del Archivo y del Museo para que este espacio de reflexión colectivo sea posible”.
Luego Alejandra Naftal aseguró que “el objetivo es pensar en cómo lograr la articulación entre la academia y las organizaciones territoriales como el Museo o el Archivo. Cómo estos espacios nos interpelan. Porque no siempre es el pasado el que nos interpela en el presente, sino que también es el presente el que nos interpela. Nos pasó con la perspectiva de género. No la habíamos tenido en cuenta en el armado del Museo, y fueron los movimientos feministas y las mujeres en la calle lo que nos interpeló a hacer una muestra como Ser Mujeres en la ESMA y a cambiar la forma en la que está exhibida la muestra permanente. Nos tuvimos que hacer cargo”.
El encuentro fue parte del proyecto Archivos, Museos y Sitios de Memoria de Argentina. Sinergias para la gestión de políticas públicas de Memoria, Verdad y Justicia, formulado por el Museo Sitio de Memoria ESMA y el Archivo Nacional de la Memoria con apoyo de la Dirección Nacional de Sitios y Espacios de Memoria. El objetivo general del proyecto es generar un espacio de trabajo compartido entre representantes de Archivos, Museos de Memoria y Sitios de Memoria de toda la Argentina y compartir conocimientos, relevar y sistematizar metodologías para la gestión de esos espacios.
Como parte de las exposiciones, Claudia Feld expuso sobre el proceso social de construcción de memoria, concentrándose en lo que llamó “Proceso de Emblematización”, es decir que “a pesar de que los hechos históricos son singulares, los procesos memoriales suelen condensarlos en figuras fuertes, como emblemas de lo sucedido. Pueden ser muy útiles ya que sirven para establecer puentes entre los recuerdos individuales y colectivos, otorgar estabilidad en el tiempo, y facilitar la transmisión entre generaciones”.
Feld se refirió puntualmente los procesos de emblematización que tuvo la ESMA: “Si bien la ESMA formó parte de un aparato represivo junto a cientos de centros clandestinos, tuvo algunas particularidfades significativas. La ESMA llegó a ocupar en el tiempo un lugar emblemático, no sólo como paradigma de los horrores cometidos por la dictadura sino también como símbolo de la memoria nacional, incluso del horror argentino a escala global.” “¿Cuáles fueron las maneras en que esta historia pasó a representar la memoria en general? La gran cantidad de sobrevivientes y sus detallados testimonios, la ubicación del predio, la cantidad de personas desaparecidas que pasaron por este centro clandestino, y los casos que fueron objeto de denuncias internacionales”, concluyó.
Por su parte, Valentina Salvi propuso un abordaje de la figura de los represores a partir de la investigación sobre Las voces de la represión. “Nos parecía necesario estudiarlas y entenderlas como fenómenos sociales y políticos y entender la implicancia que tienen en la construcción de la verdad”, y agregó: “En Argentina la construcción de la figura del perpetrador se produjo de manera paulatina. Recién a mediados de los 90 la categoría del represor fue reconocida como tal. Esa construcción es el resultado de procesos sociales y políticos con tensiones. Cuando hablamos de represores, esta categoría tiene las marcas de esos procesos”.
Por último, la profesora Marina Franco comenzó marcando como una preocupación la necesidad de ampliar los horizontes cuando se piensa en terrorismo de Estado: “Lo que llamo pensamiento corto sobre terrorismo de Estado se renueva en torno a nuevas implicancias. El transcurso natural del tiempo cronológico hace que para los jóvenes de hoy, la dictadura sea un dato histórico o demasiado ajeno. Y deja de ser también un tema crucial para las nuevas generaciones de docentes. Me parece pertinente porque ha sido uno de los grandes elementos de construcción de una cultura de los derechos humanos y de memoria en Argentina”.
“Las urgencias sociales y políticas —continuó— no son las de hace 20 años y no son las de las generaciones que hoy tienen más de 30 años. Las urgencias hoy son la pobreza, la violencia de género, la seguridad, la conflictividad política. Esto deja al terrorismo de Estado en un lugar de mucho menos urgencia. También sucede porque la memoria del terrorismo de Estado está en un lugar, si se me permiten la palabra, relativamente pacificado. Porque la urgencia que construyó la movilización alrededor del terrorismo de Estado y los Derechos Humanos, era urgencia por justicia y memoria. Ese reclamo que sostuvo la movilización social está desapareciendo porque efectivamente la justicia y la construcción de memoria son un hecho. Este escenario nos obliga a repensar qué hacemos con el terrorismo de Estado”.
“Repensar la dictadura obliga a pensarla como algo más largo, en una temporalidad distinta. Deberíamos poder avanzar en pensar un lugar para el terrorismo de Estado, que ya no sea el lugar de la urgencia, la acción y la movilización, sino un lugar en 2 niveles. Uno que permita pensar cómo fue posible el terrorismo de Estado, pero en una historia mucho más larga que atraviesa todo el siglo XX. Y al mismo tiempo otro lugar hacia el futuro: qué quedó y qué cambió con el terrorismo de Estado. Qué nos dejó como herencias. Una historia larga que articule los tiempos históricos pasado, presente y futuro, creo que nos permitiría integrar mejor el terrorismo de Estado en lo que llamo la conciencia histórica que nos constituye como sujetos en tiempo y espacio”, concluyó Franco.
Sobre el final las expositoras respondieron preguntas tanto del público presencial como virtual. Además Mauricio Cohen Salama, coordinador general del Plan de Trabajo de la candidatura del Museo a la Lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO, explicó los detalles de la postulación.
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