A sala llena, el periodista Ernesto Tenembaum presentó a Fernando Aramburu y todo el público aplaudió. El escritor vasco de 59 años está en la Argentina presentando Patria, una de las grandes novelas que aparecieron en los últimos tiempos. Ahora, viernes a las 19 y monedas de la tarde, en el Auditorio Jorge Luis Borges de la Biblioteca Nacional, conversa con su entrevistador acerca de los procesos de paz, la memoria colectiva y todo lo que se genera alrededor de la reconstrucción que hace una sociedad dañada, rota, sobre lo que llamamos una patria.
Aramburu nació en San Sebastián, capital de la provincia de Guipúzcoa, en la comunidad autónoma del País Vasco. Allí está la Euskadi Ta Askatasuna, más conocida como ETA, una organización ultra-nacionalista vasca que, en torno a la búsqueda de su independencia como estado, cometió varios atentados terroristas. En 2011 anunciaron su cese a la actividad armada. Sobre todo eso habla su exitosa novela.
Tenembaum utilizó como método de entrevista tomar para cada pregunta una palabra que aparece de forma recurrente en la novela. Así pasaron patria, rencor, odio, memoria, perdón, reconciliación, entre otras. "El rencor es más bien una pulsión personal, creo que en esta novela lo que se ve es el odio. En el caso del miedo, es lo que dicta el comportamiento de supervivencia", dijo y agregó después: "Tengo cierta alergia a la palabra reconciliación." Y luego: "Sobre el perdón no se puede teorizar por una simple razón: existe sólo si es sincero".
Para Aramburu "no hay nacionalismos sin enemigos. Siempre alguien sobra, alguien se tiene que marchar y en el peor de los casos se lo extermina. El que no traga la tendencia hegemónica, se lo mira mal y se lo hace culpable". Además, contó que va como novelista por la vida, preguntando y preguntando, hablando con víctimas, con victimarios, con todos, pero aseguró: "Yo no teorizo, yo narro".
¿Qué sucede con quienes matan por una idea? "No hay ninguna persona que, luego de cometer una atrocidad, deje de ser humano. Por la mañana acaricia a su mascota, por la tarde comete una atrocidad y por la noche besa en la frente a su madre. Los humanos somos así", respondió. Sobre la actualidad, dijo que "la llama del nacionalismo no se apaga nunca, es regulable. Cuando hay elecciones se vuelve más grande."
"Los terroristas también son víctimas… del torbellino en que se metieron, del manejo de mente que les hicieron, de sus cerebros colonizados", manifestó.
Respecto de la memoria, dijo que "no es verdad que todos nos situamos en el mismo lugar de lo que tenemos que recordar. Las jóvenes generaciones no se pueden situar en el mismo lugar de quienes sufrieron las agresiones. Además, tampoco es lo mismo la memoria del que cometió la fechoría". Entonces apareció una pregunta en el aire: ¿cómo continuar cuando un país está dañado, rasgado por el odio, el enfrentamiento y un pasado cruel y asesino?
"Escribo para oponerme a la memoria falseada", sentenció y luego continuó con su idea: "La memoria no tiene por qué estar adentro de nosotros. Postulo crear un banco de la memoria con archivos y datos para que todo aquel que quiera saber y estudiar vaya ahí y lo sepa. Es importante para cerrar las heridas."
En un momento, ensimismado en su argumentación, pidió disculpas por la extensión de su razonamiento y dijo, ante las carcajadas del público: "Será que el vino me está volviendo locuaz". Luego de una serie de preguntas de quienes allí estaban oyendo la charla, todos lectores apasionados de su novela, lo felicitaron afectuosamente mientras Aramburu les firmaba sus ejemplares.
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