Así como un ejército cuenta sus soldados, aviones y tanques para ir a una guerra, nuestro país disputa por estos días una batalla contra el coronavirus Covid-19, un enemigo invisible, pero que puede ser mortal. Y las armas también se pueden cuantificar. Según un informe de 2018 de la entonces secretaría de Salud que comandaba el epidemiólogo Adolfo Rubinstein durante el gobierno de Mauricio Macri, hay en el país 3.100 hospitales, clínicas y sanatorios (1500 públicos y 1600 privados) que disponen de 165.000 camas: 3,7 de ellas cada 1000 habitantes. En terapia intensiva -el eslabón más alto de la atención- las camas preparadas para adultos son alrededor de 8.000. No llegamos a las 8 camas cada mil habitantes como recomienda la OMS (Organización Mundial de la Salud). ¿Las tropas? 8,7 médicos y 7,8 enfermeras cada 1000 habitantes (“aunque mal distribuidos”, señala el ex funcionario) y 2350 médicos intensivistas.
Rubinstein, hoy, está en su casa. Hace home office. En unos momentos, cuenta, tendrá una videoconferencia. Cumple con lo que dice. Saluda con el codo y se dispone a la charla con Infobae.
-¿A qué nos enfrentamos cuando hablamos de coronavirus?
-A una pandemia que se desarrolló en casi todo el mundo. Casi no hay país que no la tenga. Y como se trata de un nuevo virus, no conocemos cuáles serán sus verdaderas consecuencias. Los primeros casos fueron en diciembre de 2019, en China y fueron escalando hasta que decidieron cerrar la provincia de Hubei, donde está la ciudad de Wuhan. Después de tres meses ya se comenzaron a conocer algunos datos de lo que pasó tras las medidas drásticas que tomaron en esa provincia de 80 millones de habitantes, donde cerraron todo. Hay que reconocer que fue una medida efectiva. En una semana, o diez días, ya se empezó a ver una reducción considerable de los casos. Y esa reducción siguió hasta ahora, la epidemia pareciera estar controlada, después de poco más de 80 mil casos desde su comienzo.
-¿Se refiere al aislamiento como medida efectiva?
-La medida fue el cierre, que incluye, además del aislamiento, la suspensión de todo tipo de actividades: ciclos lectivos, comercios, transporte, todo. Pero ahí la cosa era muchísimo más difícil, porque la progresión en China fue brutal. El día que se cerró la ciudad de Wuhan había 400 casos nuevos, aunque en realidad eran 2500. Lo que sucede es que cuando uno detecta un caso hay muchos más, a veces centenares más, que están en período de incubación o recién adquirieron los síntomas, que aunque sean leves, contagian. En realidad, de acuerdo al período de incubación -que en el caso del coronavirus es entre un día y dos semanas, con un promedio de cinco días-, y la tasa de contagio, la contagiosidad, -que es aproximadamente de dos o tres personas por cada caso-, uno puede predecir el número de casos totales que resultan de cada caso detectado.
-¿Por qué contagia más que otros virus?
-No, algunos contagian más. El sarampión por cada caso contagia entre diez y quince personas.
-Pero entre las gripes parece que es así..
-Pero esto no es gripe, eh… Es una infección respiratoria. El virus de la gripe es el de la influenza. Y este es más contagioso y más letal que el de la influenza.
-¿Qué tan letal es?
-La mortalidad es un índice que se calcula dividiendo el número de defunciones sobre los casos que se han diagnosticado. Si uno sigue este criterio, este indicador, de acuerdo a la OMS y lo que uno ve de las cifras reportadas en el mundo, está más o menos en 3.8 por ciento. Lo cual es, le diría, más de diez veces la mortalidad de la gripe. Y tal vez más veces. Lo que pasa es que hay dos cosas que me parece importante decir. La mortalidad se calcula, en estos casos, sobre los casos confirmados. Pero no sobre los casos reales, que son estos que todavía no se han diagnosticado pero están dando vueltas en la comunidad, porque o están en período de incubación o todavía no han consultado al sistema de salud. Con lo cual, en principio, cuanto más vaya pasando la epidemia, es muy probable que la mortalidad vaya bajando, porque los casos cada vez se detectan más precozmente. Y por otro lado, porque este es un promedio que esconde diferencias muy grandes. Entre grupos etarios, por ejemplo. Los adultos mayores, sobre todo aquellos de más de 70 años, tienen más del 10 por ciento de mortalidad; los de más de 80 años llegan al 20 por ciento, y ese es el grupo que está predominantemente afectado por esta enfermedad.
-¿Por qué en Italia el índice de mortalidad es mayor que en China?
-En Italia las cosas se les fueron de cauce. China rápidamente tomó una medida draconiana, como fue cerrar la provincia de Hubei, donde estaba el 80 por ciento o más de los casos, y aislaron de 70 a 100 millones de personas. Algo que se puede hacer en China, pero no como se dice habitualmente por su régimen político. Más allá de los factores sociopolíticos, hay una cosa muy acendrada culturalmente en China que tiene que ver con la conciencia solidaria, con los derechos colectivos más que con los derechos individuales, y con el cumplimiento de las normas. China tomó medidas socialmente muy duras y las cosas se cumplieron. En Italia, en contraste, se demoraron más, anduvieron circulando seguramente centenares de miles de casos antes que se tomaran las medidas correspondientes, y hubo un fuerte incumplimiento de las normas. De hecho, se cerró Italia porque al día siguiente de cerrar Lombardía, mucha gente del norte agarró el coche y se fue para el sur. Entonces ahí estamos ante un problema que tiene que ver con la cultura más individualista que tenemos los latinos. En España está pasando lo mismo. Sigue la misma curva que Italia. Lo cual es muy preocupante, porque nosotros, digamos, no venimos de los chinos. Predominantemente venimos de los italianos y los españoles. Así que en ese sentido me parecen muy oportunas las medidas que se tomaron. Me parece muy bueno que el presidente se haya puesto al frente de esto.
-¿Se tomaron las medidas necesarias y en el tiempo justo?
-Yo creo que al principio se titubeó, se minimizó, se subestimó. No fue afortunado esto de comparar al coronavirus con el dengue. Más allá de que el dengue obviamente es muy importante, no necesariamente si uno se ocupa del dengue no se va a ocupar del coronavirus. Máxime si el coronavirus es una pandemia. Pero digamos que rápidamente se reseteó, se recalculó, y me parece que ahora se están tomando las medidas correctas. Así que, repito, es muy importante que el presidente se haya puesto al frente.
-¿Usted hubiera tomado alguna medida más?
-Yo creo que en el estado de situación actual, está muy bien lo que se está haciendo. El escenario es muy dinámico, es muy probable que la cosa pueda escalar, en cuanto a las medidas de distanciamiento social, como se llaman a las que se están tomando. Pero hay que ver, porque el efecto tampoco se va a notar mañana. Se va a ver de acá a diez días, dos semanas.
-Cuando no se contagien más personas.
-Bueno, es lo que le decía que pasó en China. Por un lado están los casos confirmados y por otro están los reales. Es muy probable que haya muchos casos que estén en periodo de incubación o que están recién comenzando con síntomas leves. Porque el ochenta por ciento de los infectados tienen síntomas leves.
-¿Le parece bien que siga funcionando el transporte público, el fútbol…?
-Me parece que hay que suspender los espectáculos públicos. Todos. No me quiero meter en la interna de la AFA o la Superliga, pero como señal habría que suspender todo, para que se vea que estamos todos en el mismo barco. Respecto al transporte, es un tema ese. Es difícil. Yo pienso que va a haber una reducción por las mismas medidas que se están tomando de trabajo en el hogar, de aislamiento, las restricciones. Probablemente la gente salga un poco menos. También se podría pensar en cosas creativas, como escalonar las entradas y salidas laborales de manera de no atiborrar el transporte público, y que la gente piense dos veces si tiene que salir de su casa por alguna razón. Para mí, hay que sentarse y pensar si vale la pena salir. Yo estoy trabajando desde acá, tengo teleconferencias. Está bien, puedo hacerlo. Pero me parece que si uno puede evitar salir de la casa y quedarse, lo mejor es hacerlo el mayor tiempo posible.
-¿En qué estadío de conciencia ve a la población argentina?
-Bueno, yo creo que ahora está asustada. Cuando uno ve las medidas que se están tomando dice “epa”, esto va en serio. Y además ve lo que está pasando en el mundo y particularmente en países que son muy cercanos a nosotros, como España e Italia. Así que entiendo que la gente está así, asustada. Me atrevería a decir que hoy es el principal foco de preocupación de los argentinos.
-¿Le preocupa que vengan días más fríos?
-Sí, pero no está claramente establecida la relación entre el coronavirus y el invierno. Lo que sí se sabe es que cuando hace frío la gente se queda más en lugares cerrados, menos ventilados, y esto favorece la infección. Después, en invierno aumenta la permanencia del virus en algunas superficies. La tasa de contagiosidad es un poquito mayor. Pero tampoco es que haya una diferencia brutal. De hecho, en su momento la gripe A en Europa comenzó en primavera. No necesariamente esto es así. Pero es algo a considerar. Sobre todo por la epidemia de gripe, porque la gripe estacional, sobre todo la que se dio este año en el hemisferio norte, fue muy importante. Y la gripe y el coronavirus afectan particularmente a los adultos mayores, a los ancianos frágiles, que son aquellos muy viejitos con enfermedades crónicas o aquellas personas con enfermedades crónicas en general.
-¿El sistema de salud está preparado para todos los casos que se puedan presentar?
-Depende de cuántos casos se presenten. Ningún país, por más sistema de salud avanzado que tenga, puede enfrentar una epidemia de grandes proporciones. Así que, acá, la primera medida, y fundamental, es aplanar la curva de crecimiento de casos.
-¿Qué significa eso?
-Librada a su curso natural, una epidemia tiene lo que se llama un período de duplicación, donde empieza a crecer de manera geométrica. ¿Qué quiere decir progresión geométrica? Que se duplica la población de infectados. Hoy tengo uno, mañana tengo diez, pasado tengo cien. En el caso del coronavirus, se duplica más o menos en el curso de una semana, entre seis a diez días. Entonces, a menos que se tomen medidas como las que se están tomando para que la cosa sea mucho más gradual, la curva de contagios se va a empinar. Si es así, si es una curva muy empinada, colapsan los sistemas de salud. Cualquiera. Por supuesto que en la Argentina tenemos un sistema robusto, con, obviamente, bastantes limitaciones. Pero no es que estemos mal. Estamos bastante mejor que la mayoría de países de la región.
-¿Qué armas tenemos?
-Tenemos hospitales, camas, terapias intensivas, profesionales, intensivistas. No es que sobren, no sobra nada, pero tenemos equipamiento. Lo que pasa, es que si esto realmente se desborda, no hay manera de poder enfrentarlo. Por eso para proteger del colapso al sistema de salud, estas son las medidas que hay que tomar. Pensemos que en la gripe A, hace más de diez años hubo un poco más de 600 muertos, pero casi el cuatro por ciento de la población argentina se infectó. ¡Cuatro por ciento! ¿Hoy cuánto es cuatro por ciento? Serían poco más de dos millones de personas. Si pensamos en un escenario como la gripe A, de dos millones de personas -y de acuerdo con lo que se ve del coronavirus-, el 80 por ciento va a tener síntomas leves y no se van a complicar. Pero un 15 por ciento va a requerir cuidados especiales por complicaciones pulmonares y se va a tener que internar, un cinco por ciento que va a tener que internarse en una unidad de cuidados intensivos, y la mitad de esos van a necesitar un respirador. Ahí estaríamos bastante complicados.
-No hay suficientes
-No, pero no hay suficientes ni acá ni en ningún lado. Entonces, de nuevo, si vemos lo que pasó en China, es bastante auspicioso. Tomaron medidas duras, pero la epidemia parece haberse contenido. De hecho, no hay casi nuevos casos desde hace bastante tiempo. Así que estamos a tiempo, porque todavía estamos en la fase de contención, se tomaron medidas razonables bastante rápido. Dentro de todo, estamos bien.
-Aquellas 600 muertes convirtieron a la Argentina en el segundo país con más fallecimientos en todo el mundo. ¿Qué puede ser diferente ahora?
-Estamos más preparados, se supone que todos aprendemos ciertas lecciones. Y en el caso de la gripe A fue una lección dura. Pero, ¡ojo! La gripe estacional, no la gripe A, la gripe común, la influenza en general, mata 4000 personas por año en nuestro país. Lo que pasa es que uno lo desestima y no le presta atención. Y si a esto le sumamos esta epidemia, las cosas se pueden poner más bravas.
-¿Con qué se combate?
-No hay tratamiento específico para el coronavirus, no hay ningún antiviral, no hay vacuna. Esperemos que haya una, tal vez y en el mejor de los casos, hacia fin de año. Y lo más probable, que esté el año que viene. Así que por ahora hay medidas de sostén: prevención a nivel individual. Lavarse las manos, toser en el pliegue del codo, ventilar los ambientes. Y las medidas poblacionales que se están tomando de contención y distanciamiento social.
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