Destapan altibajos en la salud, el servicio de energía y el comercio y que tendrían en vilo a muchos negocios en 2025

Después del crecimiento positivo de 2024 (en el tercer trimestre la economía colombiana creció 2,0%, según el Dane), todo parece indicar que se anticipa una consolidación en el proceso de reactivación económica del país en 2025 que estará soportada en los sectores clave de la economía. Para este año, se espera que el sector privado vuelva a ser un motor relevante en el crecimiento, de la mano de un buen desempeño en las actividades de servicios, la construcción, la industria y el agro.

Así las cosas, las señales del último cuarto del año pasado reafirmaría previsiones de crecimiento de 2,6% para este año.

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Al respecto, la expectativa de la Dirección de Investigaciones Económicas, Sectoriales y de Mercados de Bancolombia se alinea con la recuperación gradual observada en macrosectores clave, a pesar de existir incertidumbre para otros.

De acuerdo con la entidad, el consumo de los hogares, que representa el 76% del Producto Interno Bruto (PIB), es fundamental para la economía nacional y mantuvo un sólido dinamismo en 2024. A lo largo del año, destacó el gasto en bienes esenciales como alimentos, bebidas, salud y actividades fuera del hogar. “De cara a 2025, anticipamos un crecimiento moderado del consumo, respaldado por un entorno financiero más favorable para los consumidores”, precisó.

Recalcó que el mercado automotor evidencia un repunte en 2024, con un crecimiento del 7,7%, impulsado principalmente por la creciente preferencia de los consumidores por vehículos SUV (sport utility vehicle en inglés o vehículo deportivo utilitario), que alcanzaron una participación del 62%. Además, los vehículos híbridos y eléctricos fortalecieron su posición en el mercado, evidenciando una inclinación cada vez mayor hacia opciones sostenibles y eficientes, en sintonía con las tendencias globales.

“Para este año, se prevén cerca de 239.000 vehículos vendidas, una dinámica que estará impulsada por unos precios competitivos y la anticipación a los aranceles de vehículos importados desde Brasil”, anotó al resaltar que se dará la entrada de nuevas marcas.

Según Bancolombia, 2025 será un año de crecimiento para el agro colombiano, aunque difícilmente al mismo ritmo observado en 2024. Al tercer trimestre de 2024, el sector agropecuario acumuló un crecimiento real del PIB del 8,9%. Este desempeño se debe a la recuperación de la cosecha cafetera, la expansión de los frutales de exportación, el sostenido incremento en la producción porcícola y la disminución en los precios de insumos como fertilizantes y alimento balanceado.

La agroindustria presenta oportunidades de crecimiento e inversión para 2025, respaldadas por precios atractivos en cultivos como café, cacao y azúcar, junto con una tasa de cambio favorable.

“En el segmento de agroexportaciones, se proyecta un buen desempeño en productos como aguacate Hass, lima Tahití y arándanos. Aunque persiste la incertidumbre económica en Europa, el sólido desempeño de EE. UU. sugiere una fuerte demanda de productos colombianos como flores, café y frutas, incluso frente a posibles cambios en la política comercial”, anotó como ejemplo.

En cuanto a la producción pecuaria, las recientes inversiones apuntan a un crecimiento destacado en los negocios porcícola y de huevo de mesa, así como a una aceleración en la producción de carne de pollo.

Resaltó que la estabilidad financiera del sector salud en Colombia atraviesa una situación crítica, marcada por la elevada cartera de las EPS con el sistema, que representa hasta el 90% del patrimonio total de las IPS. Apuntó que la incertidumbre sobre los responsables de los recursos adeudados genera desafíos complejos para los prestadores más pequeños y vulnerables, con impactos sistémicos difíciles de prever.

Insistió en que, a pesar de la implementación del giro directo de la Administradora de los Recursos del Sistema General de Seguridad Social en Salud (Adres) y el aumento en los pagos, el riesgo asociado a la cartera vigente persiste.

“La reforma propuesta contempla un papel más activo del Estado y la transformación de las EPS en gestoras de salud y vida (GSV). Mientras tanto, la prestación de servicios sigue mostrando dinamismo, con un crecimiento en el gasto privado y un aumento en la demanda de servicios de alta complejidad, financiados tanto por el sistema público como por los privados”, agregó.

La infraestructura es un motor esencial para el desarrollo económico y social en Colombia, destacándose por su impacto en la conectividad, el comercio y la inversión. En el cierre de 2024, se proyecta un repunte real de 13% del PIB de obras civiles, tras varios años de contracción.

Sin embargo, las expectativas para 2025 son más conservadoras, con un crecimiento estimado de 1%. Este aumento podría alcanzar hasta el 5% si proyectos clave, como el metro de Bogotá y el Regiotram de Occidente, cumplen con sus cronogramas, y si más iniciativas en fase de preconstrucción, como la troncal del Magdalena y las obras 5G, logran iniciar su etapa de construcción.

“Los segmentos más dinámicos incluyen la infraestructura vial, con obras emblemáticas como la Autopista al Mar, y la infraestructura férrea, liderada por el metro de Bogotá. Las expectativas para 2025 apuntan a un crecimiento del 24% en ventas (180.000 unidades), aunque este nivel sigue por debajo de los registros históricos de 2015-2019″, anotó el banco.

Sobre el sector energético, Bancolombia advirtió que enfrenta desafíos importantes. Recordó que, desde 2000, la demanda del Sistema Interconectado Nacional (SIN) creció a una tasa anual del 2,89%, mientras que la capacidad efectiva neta (CEN) creció solo al 2,12%.

“Esta brecha, junto con la alta dependencia de la generación hidroeléctrica en un contexto de cambio climático, incrementa el riesgo de desabastecimiento, especialmente, durante las horas pico. En 2024, los niveles de reservas hídricas alcanzaron mínimos históricos, lo que podría derivar en racionamientos energéticos a mediano plazo si no se toman medidas correctivas”, anotó la entidad.

Para enfrentar estos retos, recomendó que es crucial diversificar la matriz energética con fuentes renovables, como la eólica y la solar, complementadas con almacenamiento, y mantener las térmicas para asegurar la confiabilidad del sistema.