Lavar el pollo antes de consumirlo puede representar riesgos para la salud debido a la posibilidad de propagación de bacterias patógenas como campylobacter y salmonella.
Estas bacterias pueden encontrarse en el pollo crudo y, al lavarlo, el agua puede salpicar y esparcir las bacterias en superficies de la cocina, utensilios e, incluso, otros alimentos, aumentando el riesgo de contaminación cruzada.
En un intento por prevenir las intoxicaciones alimentarias, especialistas de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, de acuerdo con información del portal Mejor con salud, advierten contra la práctica de lavar el pollo crudo antes de cocinarlo. Según un estudio del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (Usda), esta acción, lejos de eliminar las bacterias patógenas, facilita la dispersión de estas incrementando el riesgo de enfermedades transmitidas por alimentos.
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A pesar de una persistente creencia sobre la necesidad de lavar el pollo para su limpieza, “El deseo de controlar el proceso de preparación de los alimentos, la falta de confianza en el procesamiento del pollo y la naturaleza habitual del comportamiento contribuyeron a que se siguiera lavando aves crudas”, indican los autores del estudio publicado en British Food Journal. Este hábito, arraigado en la costumbre familiar, tiene consecuencias potencialmente peligrosas para la salud.
Un ejemplo de los riesgos asociados se evidencia en las cifras proporcionadas por el Usda: “Un 60 % de quienes decidieron lavar las aves crudas tenían bacterias en sus fregaderos. Aún más preocupante es que el 14 % todavía tenía bacterias después de intentar limpiar o desinfectar el fregadero”. Además, entre el 26 y el 30 % de quienes lavaron el pollo contaminaron la lechuga de la ensalada que preparaban al mismo tiempo, señalando el grave problema de la contaminación cruzada.
La salmonelosis se posiciona como una de las preocupaciones globales más graves, siendo la salmonella la principal bacteria responsable de intoxicaciones alimentarias derivadas de esta práctica incorrecta. Los síntomas pueden variar desde diarrea y fiebre hasta dolor abdominal, náuseas y vómitos, manifestándose entre seis y 72 horas después de la ingestión de la bacteria.
“La mayoría de las personas sanas se recupera en unos pocos días o una semana sin tratamiento específico (...) En algunos casos, la diarrea puede causar una deshidratación grave y requerir atención médica inmediata. También pueden desarrollarse complicaciones que ponen en riesgo la vida si la infección se propaga a otras zonas fuera de los intestinos”, explica el portal especializado Mayo Clinic.
El lavado del pollo crudo es innecesario y contraproducente, afirman los expertos, ya que los avances en los sistemas de seguridad alimentaria y las prácticas de procesamiento modernas eliminan la necesidad de este paso antes de la cocción. La eliminación de bacterias se logra efectivamente cocinando el pollo a una temperatura adecuada, que debe ser igual o superior a 73.8°C.
Recomendaciones para manejar y preparar el pollo de manera segura
Para manejar y preparar el pollo de manera segura y reducir el riesgo de enfermedades transmitidas por alimentos, se recomienda los siguientes pasos:
- Lavado de manos: Es fundamental lavarse las manos con agua y jabón durante al menos 20 segundos antes y después de manipular pollo crudo.
- Uso de utensilios separados: Utilizar tablas de cortar, platos y utensilios diferentes para el pollo crudo y los alimentos listos para consumir, como vegetales o pan, para evitar la contaminación cruzada.
- Limpiar y desinfectar superficies: Después de preparar el pollo crudo, es importante limpiar todas las superficies de la cocina, incluidas tablas de cortar, mostradores y utensilios con una solución desinfectante.
- Almacenamiento correcto: Refrigerar o congelar el pollo crudo en envases herméticos lo más pronto posible después de la compra para minimizar el crecimiento bacteriano.