Los católicos y cristianos viven la Semana Santa, considerada la Semana Mayor y más importante del año, en la que se conmemora la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo. Son ocho días en los que los creyentes dedican su tiempo a la oración y a participar de diversas actividades propuestas por la iglesia.
Así como se interesan en acoger las enseñanzas de Jesucristo, también buscan ayuda para afrontar su vida, con sus retos y dificultades. Para ello, recurren a diferentes oraciones, que sirven para mantener un “diálogo de Dios”, según el sumo pontífice, citado por la Arquidiócesis de Bogotá.
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“La oración no es una varita mágica: es un diálogo con el Señor. De hecho, cuando rezamos podemos caer en el riesgo de no ser nosotros quienes servimos a Dios, sino pretender que sea Él quien nos sirva a nosotros”, detalló el papa Francisco, citado en el Opus Dei.
En algunos casos, los feligreses deciden orar a los santos, considerados como ejemplos a seguir e inspiración para los seres humanos, para que intercedan por ellos. Uno de los santos a los que suelen recurrir es a San Cipriano de Cartago, un obispo de la África romana.
“Se hizo cristiano por consejo del presbítero Cecilio, de quien tomó el nombre, y empleó todos sus bienes en socorrer a los pobres. Poco tiempo después recibió la ordenación de presbítero y luego fue constituido obispo de Cartago”, se lee en el portal católico especializado Catholic.net.
En textos de San Cipriano recogidos a lo largo del tiempo, se han encontrado enseñanzas que hacía sobre la naturaleza del hombre. Una de ellas muestra cómo era su vida antes de haber decidido unirse a los creyentes y buscar el sacramento del bautismo.
“Todavía estaba acostado en la oscuridad y la noche sombría, vacilando de aquí para allá, sacudido sobre la espuma de esta edad jactanciosa, e inseguro de mis pasos errantes, sin saber nada de mi vida real, y alejado de la verdad y la luz, pero después de eso, con la ayuda del agua del nuevo nacimiento, la mancha de años anteriores había sido lavada, y una luz de arriba, serena y pura, había sido infundida en mi corazón reconciliado”, expresó San Cipriano, citado por la arquidiócesis.
De acuerdo con la arquidiócesis, San Cipriano fue exiliado durante el gobierno del emperador Decio. Luego, en el año 258 después de Cristo (d. C.), durante la administración del emperador Valeriano, fue condenado a muerte y martirizado. “Al recibir su sentencia, dijo: “¡Deo gratias!” (¡Gracias a Dios!)”, detalló la sede primada de Colombia de la iglesia católica en su sitio web.
Así las cosas, algunos creyentes acuden a San Cipriano para buscar protección, salud y todo tipo de ayudas. A continuación, se lee una de las oraciones que suelen hacer los feligreses.
Oración a San Cipriano
¡Oh, San Cipriano!
te suplico que me liberes de todo mal.
Haz que se olviden de mi existencia,
y permíteme librarme de las ataduras
y del daño que me hacen.
Dame salud, bienestar y paz,
Adorado San Cipriano,
protégeme para que nada pueda tocarme
y lograr salir victorioso de mis enemigos,
te lo pido con toda humildad.
Escucha mi oración con urgencia,
en ti confío.
Amén.
El Papa Francisco insiste en que todo aquel que reza debe tener en cuenta que debe hacerlo con sencillez y buscando tener una buena relación con Dios.
“Cuando rezamos tenemos que ser humildes, para que nuestras palabras sean efectivamente oraciones y no un vaniloquio que Dios rechaza. Se puede también rezar por motivos equivocados: por ejemplo, derrotar el enemigo en guerra, sin preguntarnos qué piensa Dios de esa guerra. Es fácil escribir en un estandarte “Dios está con nosotros”; muchos están ansiosos por asegurar que Dios está con ellos, pero pocos se preocupan por verificar si ellos están efectivamente con Dios”, precisó el sumo pontífice, citado en el Opus Dei.