La historia de María Delia: viajaba tres horas para llegar a clase y se graduó de bachiller a los 65 años

Sin considerar distancias, tiempos y edad, la mujer dio un salto al desarrollo personal con viajes desde Villavicencio hasta Kennedy, en Bogotá, solamente para asistir a clases

Imagen ilustrativa. Una mujer de 65 años decidió en culminar su bachillerato para estudiar diseño de modas - crédito Getty

Dijo Mark Twain que “el secreto para seguir adelante es comenzar”, y ese punto de inicio no tiene que ver con edades, ni alguna otra condición. Bastan los anhelos de crecer y las motivaciones de un futuro diferente. Esa es la historia de María Delia, una mujer oriunda de Ubalá, Cundinamarca, que a sus 65 años se graduó del bachillerato.

La historia, que fue publicada por la casa periodística El Tiempo, se trata de una experiencia de vida que redefine las fronteras de la superación personal y la perseverancia. Como ejemplo para los más jóvenes, pero como testimonio para los más mayores, el trayecto de la mujer que ya se asoma a los años de la madurez de la vida hacia no solo reflejó un espíritu inquebrantable sino también la convicción de que nunca es tarde para perseguir los sueños y alcanzar nuevas metas.

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La mujer actualmente reside en la capital, ciudad en la que conjuga su labor profesional con una sed insaciable de conocimiento. Una actitud que, sin duda alguna, inspira a generaciones.

Desde muy joven, María Delia se dedicó al exigente trabajo de campo, surcando la tierra, con bueyes y con la tarea de atender a los trabajadores, pero siempre albergó la aspiración de trascender esa vida para abrirse camino hacia la educación y un futuro diferente. Fue por tal motivo que decidió emprender la labor de saldar una deuda consigo misma: terminar su bachillerato y graduarse.

Viajaba más de tres horas para llegar a su salón de clases

Es por eso que, como publicó el medio, decidió lanzarse en un periplo educativo para poder obtener su título del Instituto Triángulo de la ciudad de Kennedy, en el suroccidente de Bogotá. Y aunque ir al colegio para los jóvenes de las ciudades del país es una rutina con facilidades, el recorrido de María Delia no estuvo exento de desafíos, porque vivía en Villavicencio.

La mujer, cada domingo, atravesaba la carretera de la Vía al Llano, de ida y de vuelta, para cumplir su sueño - crédito Coviandina

Cada semana, emprendía un viaje de cuatro horas desde la ciudad llanera hasta Ciudad Kennedy, en Bogotá, con el fin de asistir a clases en el instituto. Como quien mide distancias con referencia a los destinos vacacionales más cercanos a la capital del país, de forma contraria, María Delia calculaba la ruta para venir a la capital desde la ciudad más grande del Meta.

La jornada académica semanal la iniciaba al salir de su casa a las cinco de la mañana para llegar más de tres horas después a las aulas. El día culminaba con el mismo recorrido de regreso al caer la tarde. El ejercicio lo hizo por un año, sin perder de vista su objetivo.

Ahora quiere estudiar una carrera

Se graduó. Entonces también decidió de mudarse a Bogotá, ciudad en la que había habitado antes de irse a Villavicencio, porque no quiso qudarse con su título de bachiller, y quiere estudiar diseño de modas, como publicó el portal informativo. Por eso su nuevo sueño es embarcarse en un nuevo reto académico en la capital.

Su historia, más que un relato de personal triunfo, se erige como una fuente de inspiración para todos aquellos que enfrentan desafíos en sus caminos hacia la realización de sus sueños. La vivencia ha resultado ser una plena demostración de que los límites a menudo son establecidos por las cerraduras de la cotidianidad y la falta de sanas ambiciones.

María Delia quiere continuar su recorrido en la academía, con una carrera en diseño de modas - crédito Crisanta Espinosa/Cuartoscuro

María Delia es un ejemplo vivo de que los desafíos, por más insuperables que parezcan, pueden ser vencidos con determinación y esfuerzo. Su vida y su trasegar interpelan sobre a los demás sobre los propios límites y la capacidad de superarlos, con una invitación a la reflexión de que el verdadero significado del esfuerzo y la perseverancia pueden vivirse mientras sea posible, sin importar qué se haya vivido, y por cuántos años.