Alejandro Espitia, un experto en economía de la Universidad Javeriana, explicó a Infobae algunas de las implicaciones que los impuestos saludables traerían a los tenderos, quienes han manifestado su desacuerdo con las medidas.
“Es que no solo es el 10%, hasta el 20% pagué de sobrecosto la última vez que pedí surtido”, alegó Julieth Ramírez junto a su esposo, Alejandro, propietarios de un minimercado bien equipado, ubicado en la localidad de Usme, en el sur de Bogotá, cuando les consultamos su opinión acerca de los gravámenes.
En ese mismo momento, y con impulsos, sacó una pila de listados de productos con sus precios y comenzó a señalar que, luego de la entrada en vigor de los impuestos saludables el 1 de noviembre del año en curso, algunos bienes se incrementaron en porcentajes superiores al estipulado por el gravamen.
Ahora puede seguirnos en nuestro WhatsApp Channel y en Google News.
“Mira, estas son las variaciones con respecto a la última vez que pagué el surtido. Hasta el agua tuvo un incremento, y eso que no tiene azúcar añadido”, agregó Julieth, sorprendida mientras pasaba una página tras otra.
Unos minutos antes, el señor Yebrahím Gutiérrez, dueño de una tienda más pequeña en el mismo barrio de la localidad, manifestó su preocupación, porque teme que la súbita alza de precios lo deje en quiebra.
De hecho, por medio de un comunicado, Fenalco afirmó que en un periodo no mayor a 3 años, el 25% de las tiendas pueden desaparecer. Pero, ¿son las consecuencias de los impuestos así de graves?
“En tres o cuatro años las tiendas no van a desaparecer”, según experto
Para Alejandro Espitia, las declaraciones de Fenalco, aunque sí tienen mucho sentido en señalar las afectaciones reales que recaerían sobre los sectores populares y, en especial, los tenderos de los barrios, este tipo de establecimientos “no van a desaparecer”, estrictamente hablando, pues “han enfrentado retos mucho más importantes como la aparición de las grandes superficies, y han sabido reinventarse”.
No obstante, para el académico esto no demerita la inconveniencia que estos impuestos significan para los pequeños comerciantes. “Ahora, eso no significa que sea un proceso que les va a tocar fácil, porque no es solo que ellos actualmente cojan sus anaqueles, boten todo lo que subió de precio y entonces ahora pongan unas cosas que no van a subir de precio porque es un proceso muchísimo más complicado (...) porque el hecho es que unos bienes van a subir de precio, lo cual va a bajar la demanda”, afirmó.
Lo que no se puede negar es el golpe inicial que los tenderos van a percibir: “Sí va a haber un impacto importante. No creo que los vaya a desaparecer, pero sí es un reto, es indudable”.
Por su parte, Fenalco anunció que la afectación anual de los tenderos por cuenta de estos gravámenes podría llegar al 8% anual. La señora Julieth Ramírez, de forma contraria, cree que ese porcentaje puede ser mucho más alto, por las variaciones de costo que ella ha tenido que asumir y que, en sus cuentas, le arrojan un porcentaje más alto.
Ante esto, Espitia explica que estas estimaciones pueden variar por el margen de error. Es decir, que hay que tener en cuenta “la proporción de lo que venden que sea afectado por el impuesto, no todo tiene impuesto”.
De la misma manera argumenta que aunque la cifra puede ser mayor o menor, es importante y retadora. Aún así, también los tenderos deben tener presente que la totalidad del impuesto no será asumida por el consumidor y el comerciante. “El impuesto tiene un porcentaje (por ahora, el 10%) pero no todo el impuesto se lo van a trasladar al consumidor, las empresas tendrán que asumir parte de los costos, porque, si no, su demanda va a bajar mucho”.
Tenderos cuestionan los porcentajes de afectación estimados
Pese a esto, la comerciante Ramírez compartió con Infobae los registros de la última compra que realizó a una empresa de gaseosas para surtir su establecimiento. La mujer aseveró que, ya entrada la vigencia del impuesto a las bebidas con azúcar añadido, la compañía decidió variar hasta en un 20% el costo de muchos de los productos: un 10% por encima del alza requerida que, según la propietaria de la tienda, fue un sobrecosto que asumió ella como tendera en su totalidad y que también se verá reflejado en el precio final destinado al consumidor.
Además señaló que había productos que no entraban en la lista de gravables y que, en última, también fueron sometidos al alza. Por ejemplo, botellas de agua.
De cara a esta subida, Espitia indicó que no se trata de un incremento ilegal, “no hay nada que a usted le impida subir los precios”, pues “esto es una economía de mercado que funciona libre”. No obstante sí afirmó que subir un 10% por encima del porcentaje del impuesto “debe ser calculado, si es o no beneficioso, pues deberían tener otros factores” para considerar el alza.
Añadió que “para la empresa no es cómodo subir subir el 20%” y que ese incremento le puede traer una baja en la demanda que deja mal parados a los tenderos, se debe traer a colación del hecho de que el impuesto es regresivo: las personas de menos ingresos “pagarían más, proporcionablemente en impuestos que los hogares de altos ingresos”, indicó.
Y es que los cambios de precio ya se comienzan a notar. Los productos gravados, aunque no todos han sufrido el incremento, ya van apareciendo con nuevas tarifas en las tiendas y los supermercados. Otro tendero compartió con Infobae el esperado aumento del 10% en los precios de productos cárnicos embutidos. El lector podrá identifica la variación en el porcentaje de precio, en la fila que dice ICUI (Impuesto a Comestibles Ultraprocesados Industrialmente)
“El impuesto quedó mal hecho, especialmente el de los ultraprocesados”
En medio de la desazón de los tenderos, en las últimas fechas, el presidente Gustavo Petro defendió la medida cuando argumentó que no es para recaudar más dinero, sino en favor de la salud de los colombianos: “Esto no es para recoger dinero suyo, esto es para que usted escoja alimentos saludables y mejore el estado de salud del pueblo colombiano”.
Así mismo, ha afirmado que, en contradicción con el expresidente Uribe, quien argumentó que estas cargas tributarias perjudicarían a los tenderos, el impuesto a las gaseosas “perjudica a quienes producen gaseosas porque la población disminuirá su consumo y buscará bebidas más saludables”.
Y en efecto, según el experto entrevistado, sí existiría un proceso de sustitución. Sin embargo, para él emergen dudas de si el comprador buscaría opciones más saludables, en parte por el diseño del impuesto, que contiene muchas excepciones, y luego, por el patrón de comportamiento del comprador. Por tanto no habría una garantía de que la medida obligue a los colombianos a comprar opciones más sanas.
“El impuesto a los ultraprocesados quedó mal hecho”, de acuerdo con el consultado, porque muchos productos que no son costosos y pueden ser perjudiciales para la salud no quedaron gravados; por ejemplo, el salchichón. “Tiene más componentes ultraprocesados que proteína el salchichón, e igual está exento” aunque este punto fuera contemplado, posiblemente, en aras de que la medida no fuera tan regresiva, según el análisis del experto.
Entonces, ”la posibilidad de que el tendero deje de vender gaseosas y ahora venda agua, puede suceder, pero la relación (de sustitución) no sería de uno a uno, ya los vendedores venderían más agua desde antes, no les da la misma utilidad”, y añadió: “si ahorita la gente no la consume, es precisamente porque el precio no justifica ese consumo”.
De manera que, para el académico, no basta con los impuestos para que el ciudadano reemplace los productos perjudiciales por saludables para compensar lo que los tenderos “dejan de vender por los alimentos procesados”. Así las cosas, para el experto sí habría un efecto de sustitución, pero afirma que “quedan serias dudas de que este permita compensar las pérdidas de los vendedores”, ante el incremento del valor de un bien.