El 1 de noviembre se celebra el Día Mundial de la Acromegalia, una enfermedad endocrina rara y poco comprendida que afecta tanto a hombres como a mujeres, generalmente a partir de los 18 años, provocando cambios físicos notables en manos, pies y rostro.
Esta afección se origina debido al exceso de producción de la hormona de crecimiento en la edad adulta, en su mayoría causada por un tumor benigno en la glándula pituitaria. Se estima que la acromegalia afecta a cuatro personas por cada millón de habitantes en el mundo, lo que se traduce en alrededor de 200 nuevos casos anuales en Colombia.
Ahora puede seguirnos en nuestro WhatsApp Channel y en Google News.
De acuerdo con la Asociación Colombiana de Endocrinología, Diabetes y Metabolismo, la característica más distintiva de la acromegalia es el aumento del tamaño de los huesos, principalmente en las manos, los pies y el rostro, atribuible a niveles elevados de la hormona del crecimiento.
A menudo, esta enfermedad se confunde con el gigantismo, un trastorno que se diagnostica en la infancia y se manifiesta en un aumento desproporcionado de la estatura. El doctor Henry Tovar, endocrinólogo de la asociación, explica que la acromegalia no hace distinción de género, pero tiende a ser detectada con mayor facilidad en las mujeres debido a su atención a los cambios físicos.
“Hemos evidenciado que las mujeres, al estar más atentas a sus cambios físicos, suelen identificar con mayor facilidad algunos de los cambios corporales que ocasiona este padecimiento, tales como el agrandamiento de sus pies y manos, así como en ciertas partes de su rostro”, dice el doctor.
Lo que complica el diagnóstico de esta extraña enfermedad es que los síntomas aparecen gradualmente con el tiempo, lo que puede hacer que pase desapercibida durante años. Sin un diagnóstico temprano y un tratamiento oportuno, esta enfermedad puede afectar progresivamente otras partes del cuerpo, además de los huesos, y se ha relacionado con condiciones como hipertensión arterial, colesterol alto, agrandamiento del corazón, artrosis, diabetes, problemas de visión, entre otros.
Por su parte, el doctor Henry Tovar enfatiza que, como enfermedad progresiva, la acromegalia no tiene un diagnóstico inmediato y los síntomas a menudo se confunden con el proceso natural de envejecimiento. Además de sus efectos físicos, la enfermedad también impacta la salud mental y la calidad de vida de quienes la padecen, debido a las evidentes alteraciones en el tamaño de manos, pies y rostro.
“A quienes la padecen, pues las alteraciones físicas que ocasiona en el agrandamiento de manos, pies y rostro pueden ser evidentes y afectar la calidad de vida de los pacientes”, comenta el doctor Tovarr.
Algunos de los síntomas principales de la acromegalia incluyen los dolores articulares que limitan la movilidad, agrandamiento de los huesos faciales y dientes espaciados, cambios en rasgos faciales, dolor de cabeza, visión borrosa, sudoración excesiva con olor, fatiga y una voz más grave debido al aumento de las cuerdas vocales y senos nasales.
Tratamiento de esta rara enfermedad
El tratamiento inicial para abordar la acromegalia suele ser la cirugía, ya que se ha demostrado que es el enfoque terapéutico que ofrece las tasas más altas de curación; sin embargo, la elección de la intervención quirúrgica y su enfoque específico dependen de la situación y las características de cada paciente, así como de la extensión de la lesión tumoral.
El procedimiento quirúrgico busca extirpar el tumor en la glándula pituitaria responsable del exceso de producción de la hormona del crecimiento.
En los casos en los que la cirugía no sea suficiente o sea inviable, se recurre a la terapia farmacológica, siendo los análogos de somatostatina la opción preferida debido a su tolerancia y efectividad. En la actualidad, existen fármacos con diversos mecanismos de acción que permiten abordar la enfermedad de manera individual o en combinación. Estos medicamentos ayudan a controlar la producción excesiva de la hormona del crecimiento, aliviando así los síntomas y mejorando la calidad de vida de los pacientes.
En situaciones más complejas, donde persiste la hipersecreción hormonal después de la cirugía o los pacientes muestran resistencia o intolerancia a los tratamientos farmacológicos disponibles, se recurre a la radioterapia. Este enfoque terapéutico se utiliza para tratar el tejido tumoral residual y controlar la producción excesiva de hormona de crecimiento. La radioterapia se reserva para casos específicos en los que otros métodos no han logrado controlar eficazmente la enfermedad.