A pesar de la suba que en las últimas semanas experimentaron los valores de la hacienda en el Mercado de Liniers, el negocio ganadero no cierra aún para el engordador de hacienda o feedlot, ya que el precio de los terneros sigue siendo caro frente al de los novillos terminados que salen para el mercado. El mercado doméstico, aún en crisis, no ayuda a modificar esta tendencia, ya que el nivel de compra de las familias cayó durante el 2020 a 50 kilos anuales per cápita por la pérdida de poder adquisitivo de la población.
Según un informe del Mercado Ganadero de Rosario (ROSGAN), que acompaña la firma de la analista ganadera María Julia Aiassa; “los precios de la hacienda de consumo en el Mercado de Liniers vienen subiendo desde hace unas tres semanas de manera constante, y lo cierto es que dichos aumentos todavía no se están pudiendo reflejar plenamente en los mostradores. A todo este escenario, se le suma las carencias en el nivel del poder adquisitivo que reporta la población, hecho que se traduce en sus gastos domésticos, incluso en el recorte en sus compras de carne vacuna”, señaló.
Durante noviembre, el precio medio del novillito aumentó en promedio un 4,4%, al pasar de un valor de $ 114 a $ 119 por kilo vivo. De igual forma sucedió con la vaquillona, que exhibió un aumento del 6%, en los últimos quince días, cuando pasó de $ 111 a $ 116.
“Claramente estamos cerrando un año con varios desajustes a nivel relaciones de precio”, reconoció Aiassa, al tiempo que refirió en su informe ganadero que “el precio del gordo (Novillo y Vaquillona) corrió durante prácticamente todo el año con un retraso frente al Ternero (animales de invernada) de reposición: la suba del gordo llega tarde y tampoco logra corregir la relación para el engordador” que tiene animales a campo o en el feedlot.
Negocio y consumo
En los remates televisados que son organizados por el Rosgan, el Ternero de invernada registró en el último mes una suba del 10% mientras que el Novillito en Liniers exhibió un alza del 10%. Se trata de un hecho que lleva a que la relación de desventaja que tenía el gordo frente los animales de mayor valor de reposición resulta aún evidente. El negocio para los engordadores aún no cierra, ni siquiera para aquellos que hacen maíz. A ellos les conviene aún vender sus granos antes que destinarlos al engorde de hacienda.
“Si bien la dinámica de llenado y vaciamiento de los corrales presenta una marcada estacionalidad, dentro de la cual estos meses son períodos de vaciamiento, la realidad es que la velocidad de vaciamiento este año se está dando de manera más acelerada. Sucede que durante gran parte del año los feedlots fueron severamente golpeados por el comportamiento de dos variables clave para el negocio como lo son el precio del ternero de reposición y el precio del maíz”, señaló el informe.
En relación a las perspectivas de las mencionadas variables, los especialistas del Rosgan sostienen que “ambas variables se muestran sostenidas en los próximos meses, donde el precio del maíz, tanto su valor internacional producto de la mayor demanda por parte de China, como su valor local en pesos con una moneda cada vez más devaluada respecto del dólar, mantendrán este insumo en valores locales relativos elevados, al menos hasta de ingreso de la nueva cosecha”.
Por otro lado, las proyecciones sobre los precios del ternero reflejan que “se inicia un período en el cual la invernada tiende naturalmente a aumentar debido a la escasez de oferta estacional que se registra previo a la zafra. La disponibilidad de terneros en esta época del año -noviembre a enero representan apenas un 15% de la zafra total, claro que partiendo de una de las zafras más importantes de los últimos años con cerca de 15 millones de terneros”, comentaron desde el Rosgan.
Por último, todo esto sucede en medio de un escenario donde el consumo de carne vacuna se mantiene deprimido y a la baja por la crisis. En los últimos doce meses, el gasto per cápita de la población se redujo en 2,5 kilos. “El nivel de compra promedio de la familia ha caído este año y continúa muy debilitado por debajo del nivel de ingresos reales que registra el asalariado”, indicó Aiassa en su informe. El consumo medio por habitante ha caído en el último año pasó de una media de 52,5kg en 2019 a los actuales 50,0 kilos por habitante.
Seguí leyendo: