China se reafirma como el motor del mercado internacional de alimentos y en los primeros seis meses del año incrementó sus compras de carne a nivel mundial en más del 70% hasta las 4,75 millones de toneladas. Sin embargo, especialistas advierten que las compras del gigante asiático pueden desacelerarse, no solo porque China ya compró más de la mitad de la carne estipulada para este año, sino también por la solicitud de certificaciones de alimentos “libre de Covid-19” que podría afectar la oferta de carne a partir de la suspensión y autoexclusión de establecimientos exportadores, además de generar una baja en los precios de los contratos.
Según informe del mercado ganadero Rosgan, en base a datos publicados por la aduana china, en el primer semestre del año las importaciones de carne por parte de este país, nuestro principal cliente en lo que se refiere a exportación de carne vacuna, tuvieron un crecimiento exponencial en comparación con el mismo período de 2019 del 73,5% al comprar 4,75 millones de toneladas de carne, de las cuales casi un millón corresponde a carne bovina, lo que denotó un incremento interanual del 43%.
No obstante, esta considerable performance importadora podría comenzar un proceso de desaceleración en los próximos meses. El primer punto a tener en cuenta para pronosticar una ralentización en las compras se desprende de que hasta junio China ya compró el 60% de las carnes estipuladas para este año, calculadas por el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA) en 7,9 millones de toneladas.
Pero además el informe reflejó las nuevas certificaciones que China solicita a sus vendedores de alimentos, para que aseguren que los mismos están “libres de Covid”, a pesar de que no existen pruebas científicas hasta el momento que comprueben que los alimentos son vectores de la enfermedad.
Sin embargo, a partir de un rebrote en el puerto de Beijing, China emprendió un exhaustivo control de la mercadería en puerto, que llevó a una ralentización de las descargas y al pedido de comprobantes que derivó en que alrededor del mundo fueran suspendidas unas 20 plantas a nivel mundial para la exportación hacia ese destino o, también, que se autoexcluyeran de las listas de exportadores, como fue en el caso de Argentina, por miedo a perder el mercado. Tanto las suspensiones como las autexclusiones, se dieron por detectar en las plantas de faena casos de Covid-19 positivo en sus empleados.
Asimismo, el servicio sanitario chino además de los controles que realiza sobre la mercadería en destino, ha implementado una serie de auditorías remotas a empresas exportadoras a fin de controlar mediante videoconferencia, todo el proceso de producción y los protocolos de seguridad llevados a cabo por cada frigorífico.
Controles
Para los especialistas del Rosgan, “los controles reducen significativamente el volumen de oferta de lo que China necesita importar. Ya se reportan importantes retrasos en la descarga de alimentos refrigerados y congelados que llegan a dicho destino, debido a que las autoridades chinas continúan testeando rigurosamente los productos alimenticios importados contra Covid-19, generando elevados recargos por congestión de buques. Algunos puertos chinos han elevado sus tiempos de descarga de 3 a 4 días a 10 u 11 días, producto de las pruebas de Covid”.
“Estos datos se encuentran en línea con las expectativas de desaceleración que alerta la industria para los próximos meses, la cual podría profundizarse en caso de extenderse o bien endurecerse los controles. Este temor se funda tanto en la menor oferta transitoria que puede generar esta certificación de ‘Covid free’ exigida a los frigoríficos como también en las demoras generadas por los exhaustivos controles que se siguen realizando, una vez arribada la mercadería a destino”, destacó el informe.
Además, desde el Rosgan consideraron que “más allá de la racionalidad de estas medidas, siendo China el principal comprador de carnes del mundo, todos los proveedores intentan rápidamente allanarse a estas exigencias a fin de no discontinuar la comercialización. No obstante, no se debería soslayar la necesidad de generar un fuerte trabajo de comunicación para ofrecer garantías científicas de la inocuidad de los alimentos a fin de evitar extra costos y seudo barreras que puedan llegar a ser replicadas por otros mercados”.
“Todo indicaría que se trata de una estrategia de control que, más allá de la cuestión sanitaria, busca generar un entorno bajo el cual poder negociar mejores condiciones contractuales. La dualidad de esta estrategia radica en los extra costos que ello genera y su impacto en precios, algo que el gobierno chino no permitirá. El punto es que si China logra controlar los precios, manteniendo estas estrictas barreras sanitarias, su accionar podría sentar un fuerte precedente en el comercio mundial de la post pandemia”, concluyeron.
Seguí leyendo: