Los siete hábitos de la gente altamente efectiva, es un famoso libro de superación personal escrito por el estadounidense Stephen Covey que vendió más de 25 millones de copias en el mundo y fue muy influyente a fines de la década del 80. En pocas palabras, el libro enumera una serie de principios de acción que, una vez establecidos como hábitos, ayudarán al lector a alcanzar un alto nivel de efectividad en todos los aspectos relevantes de su vida.
Con las mismas premisas, el consultor en agronegocios canadiense Shane Thomas replicó la idea con foco en la agricultura para escribir los “siete hábitos de un agrónomo altamente efectivo”.
“La demanda de agrónomos en la industria agrícola está creciendo cada día. La producción de cultivos rentables, minimizando el riesgo de los agricultores y beneficiando su operación a largo plazo, se vuelve cada vez más compleja cada año. Ya se trate de nuevos productos de protección de cultivos, prácticas agronómicas, maquinaria, tecnología y más, siempre hay algo nuevo que considerar o utilizar para garantizar que los agricultores obtengan el apoyo que necesitan para escalar con éxito el paisaje agronómico”, escribió Thomas en el medio especializado Farmersedge.
En primer lugar, ser proactivo. Según el consultor, estar en un estado reactivo, sin importar la situación, generalmente nos pone en desventaja. No es diferente en agronomía. “Diseñe siempre un plan, no solo para ayudarse a sí mismo, sino también para ayudar al agricultor a tener mayores posibilidades de éxito”, dice Thomas, y agrega: “Un plan no significa que no tendrá que ser reaccionario algunas veces, pero le permite mantenerse a la vanguardia de las situaciones y mitigar posibles fallas o descuidos”.
Entre otros ejemplos, recomienda diseñar el plan anual de cultivos para cada lote y de acciones para cada cultivo, y planificar el día o la semana según un criterio predeterminado, como la época del año o la fase en la que se encuentran los cultivos.
En segundo lugar, es clave empezar desde el vamos con un objetivo claro en la cabeza. Un agrónomo altamente eficaz siempre está trabajando para comprender cuáles son los objetivos de rendimiento y rentabilidad de un agricultor. “A partir de ahí, siempre tiene la capacidad de desarrollar un plan para optimizar estos objetivos. Esto no tiene por qué limitarse a rendir y rentabilizar anualmente, podría ser con el objetivo de limpiar el campo desde una perspectiva de malezas, construir reservas de nutrientes del suelo o incluso ayudar a planificar un plan de gestión agrícola a más largo plazo”.
El tercer punto es tener claro el orden de prioridades y abordarlas paso a paso, como diría el famoso poeta de la Academia. “Al final del día, hay algunos conceptos básicos que nunca deberían verse comprometidos”, remarca Thomas, y enumera la profundidad de siembra y la colocación de semillas y fertilizantes. “Si estos aspectos no se han optimizado, es mucho más difícil que otras herramientas como fertilizantes adicionales, herbicidas, fungicidas y bioestimulantes tengan efectividad”.
Más hábitos
Otro hábito fundamental pero muy poco común es pensar en relaciones en las que todos ganen, el famoso “win-win”. Cuando se habla de ganar-ganar dentro de la agronomía, según el canadiense, debe considerarse con la mentalidad de que está haciendo una recomendación efectiva que maximiza las ganancias a corto plazo pero no limita las opciones o la rentabilidad del año siguiente. “En agronomía, hay muchos escenarios que requieren una solución que no es ideal para el año siguiente. Siempre busque las que establezcan el próximo año para el éxito tanto como el año actual”, remarca.
En quinto lugar, Thomas invita a comprender la problemática como punto de partida, es decir, comprender la causa raíz de un problema en el campo, no solo la implicación del problema. Un ejemplo claro de estas pampas es el de las malezas resistentes a herbicidas. Si pensamos que el problema es que los herbicidas no son suficientemente potentes y no nos fijamos en las prácticas equivocadas que se desarrollaron durante años, difícilmente se llegue a una solución más de fondo, que entienda a la agricultura como un sistema. “¡Entrá en el campo! Los agrónomos efectivos no diagnostican desde la ruta o desde su computadora. Se ensucian, literalmente”, dice el consultor.
El sexto hábito es la búsqueda de sinergias. Los mejores agrónomos trabajan continuamente en red y desarrollan relaciones con otros agrónomos, agricultores, expertos de la industria (entomólogos, patólogos, etc.), representantes técnicos de compañías de insumos, y no se limitan a su región. “Vivimos en una economía global y trabajamos en una industria global, aunque parezca una locura aplicar lo que se está haciendo en Brasil en Canadá, por ejemplo, en realidad podría ser extremadamente relevante. El pensamiento integrador -o tomar lo mejor de dos ideas diferentes-, puede ser otra forma de sinergia y obtener los mejores resultados posibles”, afirma Thomas al respecto.
Y por último, Thomas remarca lo que él describe como “afilar la mira”. “Probablemente la parte más importante de ser un agrónomo altamente eficaz es la mejora constante. Los mejores agrónomos siempre están aprendiendo, ya sea leer artículos de revistas, actualizaciones de recursos de la industria, escuchar podcasts, buscar artículos en Internet o simplemente desplazarse por Twitter; siempre hay algo nuevo que aprender que lo hará más efectivo en el futuro”, asegura. Y para concluir añade: ”Mucho de lo que sabemos hoy cambiará en algún momento en el futuro, por lo que necesitamos aprender y actualizar constantemente nuestros entendimientos y enfoques. ¡Nunca dejes de aprender!”.
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