Ya en el momento de hacer referencia a todos los frentes de conflicto que, también en el deporte, abrió la invasión de Rusia a Ucrania, se trató de instalar la idea de que, en ciertos casos y especialmente en un escenario de conflicto bélico, no existe la solución perfecta. Más bien, cualquier cosa que se decida correrá el riesgo de ser absolutamente justa o absolutamente injusta según de donde venga o que piense la persona involucrada.
Lejos de aproximarse al nivel de drama que implica una guerra, era de todos modos esperable que, en medio de una poderosa corriente de diversidad de género, al deporte también le tocara las de la ley. No solo porque la cuestión es un asunto en desarrollo en muchas de nuestras sociedades sino porque, por cuestiones fundamentalmente de biotipo, desarrollo biológico y hasta particularidades cronológicas, abrir el juego implica desafíos muy diversos entre un deporte y otro. Así como en los procesos de aprendizaje y hasta de preparación para el Alto Rendimiento son distintos, por ejemplo, para levantamiento de pesas que para canotaje lo mismo ocurre a la hora de establecer parámetros de equivalencia para que mujeres y personas trans compitan juntas. Y solo me refiero a cuestiones relacionadas con el cuerpo de cada persona y no con los pruritos que existen al respecto, lo que convierte casi en inconducente la posibilidad de un debate.
“El 17 de marzo del año pasado mi compañeras, yo, y otras nadadoras de otras universidades fuimos obligadas a competir contra un hombre biológico llamado Lia Thomas, quien compitió como hombre durante tres años en la Universidad de Pennsylvania”, dijo en un video viral Riley Gaines, egresada recientemente de la Universidad de Kentucky, donde fue integrante del equipo de natación y campeona en 12 ocasiones de la National Collegiate Athletic Association (NCAA). Ese video de 1 minuto 25 segundos que circuló con fuerza en redes sociales a fines de febrero fue parte de su discurso en la presentación en Virginia de un proyecto de ley titulado “igualdad en el deporte femenino”. Algunos días después, la nadadora trans mencionada por Gaines declaró en un podcast: “Hay quienes están usando el disfraz del feminismo para impulsar creencias transfobicas”.
Thomas borró los récords de la liga universitaria que impusieron nadadoras legendarias como Missy Franklin o Katie Ledecky, ya que les saca media piscina de distancia a sus competidoras. El tema es muy controversial y el deporte intenta desde hace buen tiempo buscar una decisión salomónica: ser inclusivo con las atletas transgénero sin desatender los reclamos de las rivales.
La federación internacional de deportes acuáticos, World Aquatics, anunció el miércoles que en la Copa del Mundo de Berlín del próximo 6 al 8 de octubre se dará la bienvenida a “nadadores de todos los sexos e identidades de género”, quienes podrán competir en una tercera categoría, que no es masculina ni femenina: será la categoría “abierta”.
Esta nueva división les dará a las atletas transgénero la oportunidad de nadar en el escenario de élite después de que en junio pasado, World Aquatics acordara por votación impedir que las nadadoras transexuales compitan en carreras de la rama femenina si han pasado por cualquier parte del proceso de pubertad masculina.
La categoría abierta contará con carreras en las distancias de 50 y 100 metros en todos los estilos, y los participantes competirán durante dos días en finales cronometradas.
Berlín es la primera de tres fechas del circuito de Copas del Mundo de natación, con eventos también programados en Atenas y Budapest.
“Los requisitos de clasificación y marcas mínimas estarán disponibles pronto. Para este evento inaugural, el énfasis está en obtener más experiencia para el desarrollo futuro y celebrar la diversidad”, publicó World Aquatics en su sitio oficial.
El vicepresidente de la Federación Alemana de Natación, Kai Morgenroth, expresó su entusiasmo y afirmó: “Berlín está encantada de defender esta innovadora iniciativa. Estamos orgullosos de organizar un evento donde los nadadores pueden competir sin barreras. Berlín es el centro de diversidad e inclusión de Alemania y, por lo tanto, el lugar perfecto para un proyecto tan progresista”.
Episodios como estos anticipan el futuro. Un futuro seguramente cercano y conflictivo.
Un tiempo para ser muy prudentes a la hora de manejar con timming los válidos argumentos estrictamente deportivos sin herir susceptibilidades ni caer en la discriminación. Siempre recordando que cada deporte puede tener su lógica. Y que jamás aparecerá en este tipo de situación la solución perfecta.