Fue difícil para Jenna Evans descubrir que el sueño había terminado y que ya estaba despierta. Ella y su prometido, Bobby Howell, viajaban en un tren de alta velocidad. Y una banda de criminales les acechaba. Para proteger su anillo de compromiso, Howell le dijo que solo había una cosa que ella podía hacer: tragárselo.
"Así que me quité el estúpido anillo", recordó Evans en una publicación de Facebook que se volvió viral, "me lo puse en la boca y me lo tragué con un vaso de agua". Justo en ese momento, se despertó.
Algo no iba bien. ¿De verdad acababa de tragarse su anillo de 2.4 quilates como si fuera una pastilla? No, pensó, claro que no. Solamente era un sueño.
Volvió a dormirse. Cuando se despertó de nuevo, ya con la luz del día, lo vio claramente: el anillo había desaparecido.
"Cuando me desperté y no lo vi en mi mano, supe exactamente dónde estaba", dijo Evans, -que es zonámbula-, a la cadena KGTV. "Estaba en mi estómago".
El pasado martes, la residente de 29 años de San Diego y su atónito pero muy preocupado prometido corrieron a la sala de emergencias sobre las 08:00 de la mañana, "donde tuve que pasar el mal trago de contar por qué estaba allí".
Los médicos no tardaron en descubrir que la historia que Evans les había contado era real: ella se había tragado de verdad su anillo de compromiso mientras dormía. En los rayos X, era difícil pasar por alto el círculo cristalino que flotaba en su abdomen.
Después venía la pregunta difícil: ¿Cómo podía recuperarlo?
"Todas las chicas, creo, quieren el anillo más grande que puedan conseguir, hasta que se lo tragan y tienen que averiguar qué toca hacer después", dijo Evans a la cadena NBC 7.
El doctor se mostró reacio a dejar que la naturaleza siguiera su curso ("Gracias a Dios", escribió Evans). Así que llevaron a Evans con un equipo de gastroenterólogos "donde le dije a un grupo completamente nuevo de médicos y enfermeras que sí, que me había tragado mi anillo de compromiso", escribió en la publicación.
El anillo ya se estaba moviendo. Estaba empezando a doler mucho. "En ese momento", contó, "podía sentirlo en mis entrañas".
Los especialistas tenían un plan: Evans se sometería a última hora de la mañana a una endoscopia superior. Le sacarían el anillo.
Dijeron, "No te preocupes, no es gran cosa, pero firma este documento por si acaso mueres", contó la paciente.
Así que Evans firmó el formulario y cerró sus ojos otra vez, sintiendo que la invadía el sueño mareado de la anestesia, y esperando vivir para casarse con Howell. Cuando se quedó dormida, los doctores le introdujeron una pequeña cámara por la garganta, la pasaron más allá de su estómago, y luego lo vieron: un objeto que brillaba y brillaba de camino al intestino delgado.
Evans abrió sus ojos de nuevo. El anillo no estaba en su dedo.
Esta vez, Howell lo tenía.
"Bobby al fin me devolvió el anillo esta mañana", escribió Evans en su publicación el martes. "Prometo no volver a tragármelo, aún estamos comprometidos y todo está bien en el mundo.
El lunes por la mañana, el post de Facebook de Evans se había compartido más de 60.000 veces. Ella pasó semanas recuperándose de la cirugía: su primera petición: una hamburguesa doble-doble del In-N-Out- y el lunes ya volvió al trabajo.
La pareja, que se conoció hace más de cinco años, planea pasar por el altar el próximo mes de mayo en Texas, donde Evans nació. Mientras tanto, los médicos le recomendaron ver a un especialista en sueño, un consejo que piensa cumplir.
Ahora, se quita el anillo antes de acostarse.