¿Puede el ballet convertirte en mejor persona? Estudios aseguran que la respuesta es sí

Por Sarah L. Kaufman

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Una serie de estudios científicos puede revelar por qué al público le gusta ciertos movimientos de baile más que otros y sugieren que los bailarines son más sensibles, emocionalmente hablando, que el resto de nosotros. Los resultados también pueden señalar un papel que las artes pueden desempeñar en el entrenamiento de la empatía.

La gente se emociona cuando una bailarina mueve su pierna haciendo un movimiento parecido al de una vela moviéndose con el viento. Este tipo de movimiento se puede encontrar en casi cualquier ballet, desde El Lago de los Cisnes o El Cascanueces hasta obras más contemporáneas.

Pero, ¿qué pasa con la pose que ha atraído a coreógrafos y audiencias a través de los años? ¿El placer del espectador se debe a la música que le acompaña, a la historia contada a través del baile o simplemente a la forma del cuerpo de la bailarina?

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Un estudio utilizó clips de video con imágenes muy breves, silenciosas y en blanco y negro. Sin un contexto, más allá de las formas de los cuerpos en movimiento, los investigadores pidieron a los participantes que calificasen su respuesta emocional, si les gustaban o no les gustaban los movimientos, o los encontraban felices o tristes. Los participantes clasificaron los videoclips que contenían los movimientos redondeados, como el arabesco curvado hacia arriba, como significativamente más positivos que los clips con movimientos más agudos y nerviosos.

"Debe haber algún tipo de mecanismo universal en el que nuestro sistema perceptivo entienda que la forma redondeada es buena y que la nerviosa puede ser peligrosa", señala Julia F. Christensen, investigadora de la Unidad de Investigaciones de Neurociencias Cognitivas de la Universidad de la Ciudad de Londres y autora principal del estudio Respuestas afectivas a la danza. Otros estudios señalan que cuando las personas ven objetos afilados se supone que se deben activar mecanismos de detección de peligros en el cerebro.

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"Gran parte de este trabajo confirma lo que los artistas ya conocen intuitivamente", declara Christensen. Sus hallazgos en un estudio similar con bailarines profesionales de ballet reflejan esto. En ese estudio, publicado en el Diario de Psicología Experimental: Percepción Humana y Desempeño, los videos cortos de ballet fueron exhibidos a dos grupos de personas: los bailarines y un grupo de control sin experiencia en danza. Los participantes llevaban electrodos en las puntas de sus dedos para detectar la sutil respuesta del sudor provocada por una reacción emocional. También se les pidió que clasificaran cada video como feliz o triste.

Ambos grupos "leían" las emociones de los clips de ballet de forma correcta pero solo los bailarines profesionales tenían reacciones mucho más fuertes en relación al contenido emocional.

"Lo bueno de este estudio es que los bailarines no solo reconocían mejor las emociones, sino que sus cuerpos también respondían con mayor sensibilidad a los movimientos emocionales mostrados. Los cuerpos de los bailarines se diferenciaban de las varias emociones expresadas en los clips, donde los participantes del grupo de control no tenían ningún tipo de reacción", afirma Christensen.

¿Pero no es eso lo que esperaríamos de aquellos que tienen experiencia en lo que están viendo? Ese es precisamente el punto. La evidencia sugiere que el entrenamiento en estas expresiones físicas hizo a los bailarines más sensibles a ellos. Esto indica un potencial interesante, que los mecanismos neurocognitivos que hacen las personas mas sensibles puedan ser entrenadas.

Christensen, que estuvo practicando danza antes de la lesión que la obligó a colgar sus zapatillas, cree que su investigación muestra "por qué todo el mundo debe bailar". "Nuestra investigación indica que el entrenamiento de la danza podría ser una manera de que fueras más consciente de las emociones", agrega.

"Incluso podrías hipotetizar que la danza te hace ser una persona más empática porque parece que aprendes a reaccionar de forma automática y más sensitiva a las expresiones de los demás", indica al respecto. Sin embargo, esto todavía necesita ser probado.

¿Simplemente viendo danza uno podría desarrollar una mayor sensibilidad emocional? ¿O hay que entrenar como un bailarín? "Esa es la cuestión empírica", responde ella. "¿Es la empatía un músculo que hay que entrenar? No lo sabemos pero hay razones empíricas para creer que el entrenamiento podría ser una opción, pero como científicos no se nos permite ser creyentes, tenemos que ser escépticos y probar todas las cosas posibles", explica.

"Los programas generales de capacitación en empatía todavía no están mostrando resultados. Tal vez porque el mecanismo no se entiende realmente", justifica. Actividades como el yoga y la meditación "tienen algunos efectos, pero es difícil confiar plenamente en ellos". En cualquier caso, la evidencia en estos estudios "sugiere un intrigante potencial de la danza".

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