Para un coro de políticos y científicos estadounidenses, ella es la clave para saber si el virus detrás de la devastadora pandemia por COVID-19 escapó de un laboratorio chino. Para el gobierno y público chinos, ella es una heroína del éxito del país en la creciente pandemia y una víctima de maliciosas teorías conspirativas.
Shi Zhengli, una reconocida viróloga china, está otra vez en el centro de narrativas contradictorias acerca de su investigación del coronavirus en un laboratorio estatal de Wuhan, la ciudad donde comenzó la pandemia.
La idea de que el virus podría haber escapado de un laboratorio ha sido ampliamente descartada como inverosímil y rechazada por otros por la conexión con el ex presidente Donald Trump. Pero un nuevo escrutinio de la administración de Joe Biden y llamados de mayor franqueza por parte de científicos prominentes volvió a poner la teoría en primer plano.
Los científicos generalmente están de acuerdo en que aun no hay evidencia directa que respalde la teoría de las fugas de laboratorio. Pero algunos de ellos dicen ahora que la hipótesis fue descartada muy precipitadamente, sin una investigación exhaustiva, y señalan una serie de preguntas inquietantes.
Algunos de ellos dicen que la Dra. Shi condujo experimentos arriesgados con coronavirus de murciélagos en laboratorios que no eran lo suficientemente seguros. Otros quieren claridad en los reportes, citando a la inteligencia estadounidense, sugiriendo que hubo infecciones tempranas de COVID-19 en varios empleados del Instituto de Virología de Wuhan.
La Dra. Shi ha negado estas acusaciones, y ahora se encuentra defendiendo la reputación de su laboratorio y, por ende, la de su país. Contactada por teléfono hace dos semanas, la Dra. Shi dijo en primer lugar que ella prefería no hablar directamente con los reporteros por políticas del instituto. Sin embargo, apenas pudo contener su frustración.
“¿Cómo diablos puedo ofrecer evidencia de algo donde no hay evidencia?”, dijo con su voz elevándose por la ira durante la conversación no programada. “No sé como el mundo llegó a esto, vertiendo inmundicia constantemente sobre una científica inocente”, escribió en un mensaje de texto.
En una entrevista poco habitual por email, denunció la sospechas como infundadas, incluyendo las acusaciones de que varios de sus compañeros podrían haber enfermado antes de que se desatara el brote.
Las especulaciones se decantan en una pregunta central: ¿el laboratorio de la Dra. Shi tenía alguna fuente del origen del nuevo coronavirus antes de que la pandemia estallara? Ella contestó con un enfático no.
Pero la negativa de china para permitir una investigación independiente en el laboratorio, o compartir datos de esa investigación, dificulta validad las afirmaciones de la Dra. Shi y solo ha alimentado las constantes sospechas sobre cómo la pandemia pudo haberse apoderado de la misma ciudad que alberga un instituto conocido por su trabajo con coronavirus de murciélagos.
Sin embargo, aquellos en favor de la hipótesis del origen natural del coronavirus han señalado el papel de Wuhan como un importante centro de trasporte, así como un estudio reciente que mostró que justo antes de que la pandemia golpeara, los mercados de la ciudad estuvieron vendiendo especies de animales capaces de albergar patógenos peligrosos que pudieron brincar a los humanos.
El gobierno chino no ha dado la impresión de tener a la doctora bajo sospecha. A pesar del escrutinio internacional, ella ha continuado su investigación y aún da conferencias en China.
Lo que está en juego en el debate es cómo los científicos estudian las enfermedades infecciosas. Algunos de ellos han citado el escenario de las fugas de laboratorio para impulsar el escrutinio sobre los experimentos de “ganancia de función”, los cuales, en términos generales, están destinados ha crear patógenos más poderosos para entender mejor su comportamiento y riesgos.
Muchos científicos dicen que quieren que la búsqueda de los orígenes del virus transcienda la política, las fronteras y los logros científicos individuales.
“Esto no tiene nada que ver con culpar por culpar”, dijo David Relman, un microbiólogo de la Universidad de Stanford y coautor de una carta recientemente publicada en revista Science, firmada por 18 científicos, que llama a la transparencia de la investigación en todos los escenarios posibles, incluida la fuga de laboratorio. La carta incita a los laboratorios y agencias sanitarias a abrir sus registros al público.
“Es más grande que cualquier científico o instituto de algún país. Cualquiera que tenga datos de este tipo debe publicarlos donde quiera que esté”, dijo el Dr. Relman.
“LA TRANSPARENCIA IMPORTA”
Muchos virólogos sostienen que lo más probable es que el coronavirus haya brincado de un animal a un humano en un entorno ajeno a los laboratorios. Pero sin una prueba de un derrame natural, cada vez más científicos y políticos han pedido una investigación completa de la teoría de fuga de laboratorio.
Los defensores de una investigación de laboratorio dicen que los investigadores del instituto de la Dra. Shi podría haber recolectado, o contraído, el nuevo coronavirus de la naturaleza, como en una cueva de murciélagos. O que los investigadores podría haberlo creado por accidente o por diseño. De cualquier manera, el virus podría haber escapado a través de un trabajador infectado.
China ha intentado intervenir en las investigaciones del origen del virus, con sus propias acusaciones no probadas.
Beijing aceptó permitir que un equipo de expertos de la Organización Mundial de la Salud visitara China, pero limitó su acceso. Cuando el equipo de la OMS dijo en un informe de marzo que la fuga de laboratorio era extremadamente improbable, su conclusión fue vista como apresurada. Incluso el titular de la OMS, el doctor Tedros Adhanom Ghebreyesus, dijo: “No creo que la evaluación haya sido los suficientemente extensa”.
El mes pasado, el presidente Biden ordenó a las agencias de inteligencia que investigaran las cuestiones del origen, incluyendo la teoría del laboratorio. El domingo, líderes de las democracias más ricas del mundo, en la cumbre G7, incitaron a China a formar parte de una nueva investigación sobre los orígenes del coronavirus. Biden dijo a los reporteros que él y otros líderes habían discutido el acceso a los laboratorios en China.
“La transparencia importa en todos los sentidos”, dijo Biden.
“LOS CIENTÍFICOS TIENEN PATRIA”
En tiempos menos polarizados, la Dra. Shi era un símbolo del progreso científico de China, a la vanguardia de la investigación sobre virus emergentes.
Dirigió expediciones en cuevas para recolectar muestras de murciélagos y guano, con el objetivo de aprender como los virus brincan de los animales a los humanos. En 2019, estuvo entre los 109 científicos elegidos por la Academia Americana de Microbiología por su contribuciones al campo.
“Ella es una científica estelar, extremadamente cuidadosa, con un riguroso trabajo ético”, dijo el Dr. Robert C. Gallo, director del Instituto Humano de Virología de la Facultad de Medicina en la Universidad de Maryland.
El Instituto de Virología de Wuhan emplea a cerca de 300 personas y es el hogar de uno de los dos laboratorios chinos que que han recibido la designación de seguridad más alta, Bioseguridad nivel 4. La Dr. Shi lidera el trabajo del instituto en enfermedades infecciosas emergentes, y, a lo largo de los años, su grupo ha recolecta alrededor de 10,000 muestras de murciélago en China.
Bajo el enfoque centralizado de la investigación científica de China, el instituto responde al Partido Comunista, que quiere a los científicos al servicio de objetivos nacionales. “La ciencia no tiene fronteras, pero los científicos tienen una patria”, dijo el líder del país, Xi Jinping en un discurso para los científicos el año pasado.
Sin embargo, la propia Dra. Shi no pertenece al Partido Comunista, de acuerdo con reportes de medios oficiales chinos, lo que es inusual para empleados del Estado con su estatus. Ella construyó su carrera en el instituto, empezando como asistente de investigación en 1990 y trabajando para subir de rango.
Shi Zhengli, de 57 años, obtuvo su doctorado de la Universidad de Montpellier de Francia en el 2000 y comenzó a estudiar a los murciélagos en el 2004, después del brote de Síndrome Respiratorio Agudo Severo, o SARS, que mató a más de 700 personas alrededor del mundo. En 2011, ella hizo un gran avance cuando encontró murciélagos en cuevas del suroeste de China que transportaban coronavirus similar al virus que causaba el SARS.
“Con todo el trabajo que hacemos, si alguna vez podemos prevenir el brote de una enfermedad, entonces habremos hecho algo significativo”, dijo a CCTV, la emisora estatal de China, en 2007.
Pero algunos de sus descubrimientos más importantes desde entonces han atraído un fuerte escrutinio. En años recientes, la Dr. Shi comenzó a experimentar con coronavirus de murciélago modificándolos genéticamente para ver cómo se comportaban.
En 2017, ella y sus colegas en el laboratorio de Wuhan publicaron un artículo sobre un experimento con el que habían creada un nuevo híbrido del coronavirus de murciélago, mezclando y emparejando partes de varios tipos existentes, incluyendo el último que era casi transmisible a los humanos, para estudiar su capacidad de infectar y replicar células humanas.
Los defensores de este tipo de investigaciones dicen que ayudan a las sociedad a prepararse para futuros brotes. Los críticos, por su parte, recalcan que los riesgos de crear nuevos patógenos peligrosos podrían estar por encima de los beneficios potenciales.
El panorama se complica con las nuevas preguntas sobre si el financiamiento del gobierno estadounidense al trabajo de la Dra. Shi apoyó la controvertida investigación sobre la ganancia de función. El instituto de Wuhan recibió alrededor de 600,000 dólares en donaciones del gobierno de Estados Unidos, a través de la organización sin fines de lucro llamada EcoHealth Alliance. Los Institutos Nacionales de Salud dijeron no haber aprobado fondos para que la organización condujera investigaciones de ganancia de función en los coronavirus que pudieran hacerlos más infecciosos o letales.
La Dra. Shi, en respuestas enviadas por email, argumentó que sus experimentos diferían de trabajos de ganancia de función porque no pretendía hacer un virus más peligroso, sino comprender como es que este brinca a a través de las especies.
“Mi laboratorio nunca condujo o cooperó en conducir experimentos de GOF que mejoraran la virulencia de los virus”, dijo.
“LA ESPECULACIÓN ARRAIGADA EN UNA DESCONFIANZA ABSOLUTA”
Las especulaciones no solo están centradas en los experimentos que condujo la Dra. Shi, sino también en las condiciones en las que los realizó.
Algunos de los experimentos de la doctora en virus de murciélagos fueron realizados con laboratorios de Bioseguridad nivel 2, donde la seguridad es más baja que en otros laboratorios del instituto. Eso ha generado dudas acerca de cómo un patógeno peligroso podría haber escapado.
Ralf Baric, un prominente experto en coronavirus de la Universidad de Carolina del Norte, quien también firmó la carta en Science, dijo que, aunque era probable el origen natural del virus, apoyaba la revisión del nivel de precauciones de bioseguridad que se tomaron en los estudios del coronavirus de murciélago en el instituto de Wuhan. El Dr. Baric condujo una investigación de ganancia de función, aprobada por NIH, usando información de las secuencias genéticas virales de la Dra. Shi.
La Dra. Shi dice que los virus en China podían ser estudiados en laboratorios con bioseguridad nivel 2 porque no había evidencia de que infectaran directamente a los humanos, un punto de vista apoyado por otros científicos.
También rechazó que tres investigadores de su instituto hayan buscado tratamiento en un hospital en noviembre del 2019 por síntomas similares a la gripe, antes de que se reportara el primer caso de COVID-19.
“El Instituto de Virología de Wuhan no se ha encontrado con tales casos”, escribió. “¿Es posible que me proporciones los nombres de los tres para ayudarlos a verificar?”.
En cuanto a las muestras que tenía en su laboratorio, la Dra. Shi mantiene que el virus de murciélago más cercano que tenía en su laboratorio, el cual compartió en la publicación, era solo 96% idéntico al SARS-CoV-2, el virus que causa el COVID-19, una gran diferencia según estándares genómicos. Rechazó la especulación de que su laboratorio trabajaba con virus en secreto.
La investigación de Shi alrededor de un grupo de mineros en Yunnan, provincia que sufrió una grave enfermedad respiratoria en 2012, también ha generado preguntas. Los mineros habían trabajado en la misma cueva donde el equipo de la Dra. Shi descubrió más tarde el virus cercano al SARS-CoV-2. Sin embargo, la doctora dijo que no detectó coronavirus similar al SARS de murciélagos en las muestras que tomó de los mineros y que publicaría más detalles en una revista científica pronto; sus críticos dicen que está ocultando información.
“Esta enfermedad es muy importante para no presentar todo lo que tienes de forma pertinente y transparente”, dijo Alina Chan, una investigadora postdoctoral en el Instituto Broad del MIT y Harvard, quien también firmó la carta en Science.
Muchos científicos y políticos dicen que China debería compartir los registros médicos de los empleados, los registros de laboratorios experimentales y la base de datos con la secuencia viral para evaluar los argumentos de la Dra. Shi.
La doctora dijo que ella y el instituto han sido abiertos con la OMS y con la comunidad científica global. “Esto ya no es una cuestión de ciencia”, mencionó por teléfono. “Es una especulación arraigada en desconfianza absoluta”.
“NO TENGO NADA QUE TEMER”
La pandemia es un momento para el que la Dr. Shi y su equipo se habían preparado por mucho tiempo. Por años, ella advirtió los riesgos de un brote de coronavirus, acumulando conocimiento sobre estos patógenos.
En enero del año pasado, mientras la Dra. Shi y su equipo trabajaba frenéticamente, estaban exhaustos, pero también emocionados, dijo Wang Linfa, virólogo de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Duke de Singapur que estaba en Wuhan con el Dra. Shi en el hora.
“Todas las experiencias, reactivos y muestras de murciélago en el refrigerador finalmente comenzaban a usarse en forma significativa a nivel mundial”, dijo Wang, colaborador de la Dra. Shi desde hace 17 años.
Pero pronto, la especulaciones sobre que Shi y su laboratorio comenzaron a llegar. La doctora, conocida como una persona franca por sus amigos, estaba desconcertada y enojada, y a veces lo dejaba ver.
En una entrevista con la revista Science en julio pasado, ella dijo que Trump le debía una disculpa por decir que el virus vino de su laboratorio. En las redes sociales, dijo que las personas que plantearon preguntas similares deberían “cerrar su boca maloliente”.
La doctora vio como la polarización le quitó cualquier entusiasmo por investigar el origen del virus. En cambio, se ha centrado en la vacunas COVID y las características del nuevo virus y dijo que con el tiempo ha logrado calmarse.
“Estoy segura de que no hice nada malo”, escribió. “No tengo nada que temer”.
James Gorman, Amy Chang Chien y Liu Yi contribuyeron con el reporte e investigación.
c. 2021 The New York Times Company
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