Las personas vacunadas contra la COVID-19 tienen que usar cubrebocas

Las nuevas vacunas probablemente evitarán que te enfermes del coronavirus. Pero aún no se sabe si evitarán que transmitas el virus a otros

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A los científicos les preocupa
A los científicos les preocupa que si las personas vacunadas son propagadoras silenciosas del virus, puedan mantenerlo en circulación en sus comunidades y así poner en riesgo a las personas no vacunadas.Credit...Max Whittaker para The New York Times

Las nuevas vacunas para la COVID-19 de Pfizer y Moderna parecen ser extraordinariamente buenas para prevenir la versión grave de la enfermedad. Pero no está claro qué tan bien frenarán la propagación del coronavirus.

Eso se debe a que las pruebas de Pfizer y Moderna solo registraron cuántas personas vacunadas se enfermaron de la COVID-19. Eso deja abierta la posibilidad de que algunas personas vacunadas se infecten sin desarrollar síntomas, y puedan entonces transmitir silenciosamente el virus, especialmente si entran en contacto cercano con otros o dejan de usar mascarilla.

Si las personas vacunadas son propagadoras silenciosas del virus, pueden mantenerlo en circulación en sus comunidades y así poner en riesgo a las personas no vacunadas.

“Mucha gente piensa que una vez que se vacunen ya no tendrán que usar cubrebocas”, dijo Michal Tal, inmunóloga de la Universidad de Stanford. “Va a ser realmente crítico para ellos saber si tienen que seguir usando mascarilla, porque podrían seguir siendo contagiosas”.

En la mayoría de las infecciones respiratorias, incluyendo el nuevo coronavirus, la nariz es el principal puerto de entrada. El virus se multiplica rápidamente allí, sacudiendo el sistema inmunológico para producir un tipo de anticuerpos que son específicos de la mucosa, el tejido húmedo que recubre la nariz, la boca, los pulmones y el estómago. Si la misma persona se expone al virus por segunda vez, esos anticuerpos, así como las células inmunológicas que recuerdan al virus, acaban rápidamente con el virus en la nariz antes de que tenga la oportunidad de arraigarse en otra parte del cuerpo.

En cambio, las vacunas contra el coronavirus se inyectan en lo profundo de los músculos y se absorben rápidamente en la sangre, donde estimulan al sistema inmunológico para que produzca anticuerpos. Esto parece ser suficiente protección para evitar que la persona vacunada se enferme.

Algunos de esos anticuerpos circularán por la mucosa nasal y harán guardia allí, pero no está claro qué cantidad de la reserva de anticuerpos puede ser movilizada, o con qué rapidez. Si la respuesta no es mucha, entonces los virus podrían florecer en la nariz y ser estornudados o exhalados para infectar a otros.

“Es una carrera: depende de si el virus puede replicarse más rápido o si el sistema inmunológico puede controlarlo más rápido”, dijo Marion Pepper, inmunóloga de la Universidad de Washington en Seattle. “Es una pregunta muy importante”.

Por eso las vacunas para las mucosas, como el aerosol nasal FluMist o la vacuna oral contra la polio, son mejores que las inyecciones intramusculares para defenderse de los virus respiratorios, dijeron los expertos.

La próxima generación de vacunas contra el coronavirus podría provocar inmunidad en la nariz y el resto del tracto respiratorio, donde más se necesita. O la gente podría recibir una inyección intramuscular seguida de un refuerzo en la mucosa que produzca anticuerpos protectores en la nariz y la garganta.

Una vacuna administrada con un
Una vacuna administrada con un aerosol para la mucosa contra el H1N1 en 2009.Crédito Tannen Maury/EPA vía Shutterstock

Las vacunas contra el coronavirus han demostrado ser escudos poderosos contra la versión grave de la enfermedad, pero eso no es garantía de su eficacia en la nariz. Los pulmones —el escenario de los síntomas severos— son mucho más accesibles a los anticuerpos circulantes que la nariz o la garganta, lo que hace que sean más fáciles de salvaguardar.

“Prevenir una enfermedad grave es más fácil, prevenir una enfermedad leve es más difícil, y prevenir todas las infecciones es lo más difícil”, dijo Deepta Bhattacharya, inmunólogo de la Universidad de Arizona. “Si es 95 por ciento efectivo en la prevención de enfermedades sintomáticas, será algo menos que eso en la prevención de todas las infecciones, con certeza”.

Aún así, él y otros expertos dijeron que eran optimistas en cuanto a que las vacunas suprimirían el virus lo suficiente, incluso en la nariz y la garganta, para evitar que las personas inmunizadas lo contagiaran a otros.

“Mi sensación es que una vez que se desarrolla alguna forma de inmunidad con la vacuna, la capacidad de infectarse también disminuirá”, dijo Akiko Iwasaki, inmunóloga de la Universidad de Yale. “Incluso si estás infectado, el nivel de virus que se replica en tu nariz debe ser menor”.

Los ensayos de las vacunas no han producido datos sobre cuántas personas vacunadas se infectaron con el virus pero no tuvieron síntomas. Sin embargo, han surgido algunos indicios.

AstraZeneca, que anunció algunos de los resultados de sus ensayos en noviembre, dijo que los voluntarios se habían estado haciendo pruebas regularmente para detectar el virus, y que esos resultados sugerían que la vacuna podría prevenir algunas infecciones.

Pfizer hará pruebas a un subconjunto de sus participantes en el ensayo para detectar anticuerpos contra una proteína viral llamada N. Debido a que las vacunas no tienen nada que ver con esta proteína, los anticuerpos N revelarían si los voluntarios se habían infectado con el virus después de la inmunización, dijo Jerica Pitts, una portavoz de la compañía.

Moderna también planea analizar la sangre de todos sus participantes y hacer pruebas de anticuerpos N. “Pasarán varias semanas antes de que podamos esperar ver esos resultados”, dijo Colleen Hussey, una portavoz de Moderna.

Hasta ahora, las pruebas solo han analizado sangre, pero el análisis de anticuerpos en la mucosa confirmaría que los anticuerpos pueden viajar a la nariz y a la boca. El equipo de Tal planea analizar muestras de sangre y saliva de los voluntarios del ensayo de Johnson & Johnson para ver cómo se comparan los dos niveles de anticuerpos.

Mientras tanto, dijo Bhattacharya, se sintió alentado por el reciente trabajo que muestra que las personas que recibieron una vacuna contra la gripe por vía intramuscular tenían abundantes anticuerpos en la nariz. Y un estudio de pacientes de la COVID-19 encontró que los niveles de anticuerpos en la saliva y en la sangre estaban estrechamente emparejados, lo que sugiere que una fuerte respuesta inmune en la sangre también protegería los tejidos mucosos.

Solo se esperaría que las personas que tienen el virus en su nariz y garganta transmitieran el virus, y la falta de síntomas en las personas inmunizadas que se infectaron sugiere que la vacuna puede haber mantenido los niveles del virus bajo control.

Pero algunos estudios han sugerido que incluso las personas sin síntomas pueden tener altas cantidades de coronavirus en su nariz, señaló Yvonne Maldonado, quien representa a la Academia Estadounidense de Pediatría en las reuniones del Comité Asesor Federal sobre Prácticas de Inmunización. La primera persona a la que se le confirmó la reinfección con el coronavirus, un hombre de 33 años en Hong Kong, tampoco presentó síntomas, pero albergó suficiente virus para infectar a otros.

Las personas vacunadas que tienen una alta carga viral pero no tienen síntomas “serían en realidad, de alguna manera, aún peores propagadores porque podrían estar bajo un falso sentido de seguridad”, dijo Maldonado.

La doctora Tal dijo que le preocupaban los estudios sobre monos que mostraban que algunos animales vacunados no se enfermaban, pero aún así tenían el virus en la nariz.

Pero esos monos fueron expuestos intencionalmente a cantidades enormes de virus y aún así tenían menos virus que los animales no vacunados, dijo John Moore, virólogo de Weill Cornell Medicine en Nueva York.

“Cuanto más se reduce la carga viral, menos probable es que se transmita”, dijo Moore. Pero “todas estas son cosas en las que los datos superan a la teoría, y necesitamos los datos”.

Apoorva Mandavilli es reportera de The New York Times y se enfoca en ciencia y salud global. En 2019 ganó el premio Victor Cohn a la Excelencia en Reportaje sobre Ciencias Médicas.

© The New York Times 2020

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