Los demócratas están contando con que los hispanos les ayuden a llegar a la Casa Blanca el 3 de noviembre, pero podrían llevarse una sorpresa. Aunque he sido conservadora durante la mayor parte de mi vida, no voté por Donald Trump en 2016 y tampoco lo haré este año. Sin embargo, entiendo por qué su tipo de populismo y atractivo para los votantes religiosos ha conectado no solo con los votantes blancos y evangélicos, sino también con los hispanos, que posiblemente representarán al 13 por ciento de los votantes en noviembre.
Aunque una mayoría de hispanos de manera rutinaria votan por los demócratas, desde hace casi cinco décadas, una cuantiosa minoría ha votado de forma constante por el candidato republicano en las elecciones presidenciales. En 1972, alrededor de un tercio de mexicoestadounidenses votaron por Richard Nixon. En 1984, un estimado del 40 por ciento de hispanos votaron por Ronald Reagan, un nivel que George W. Bush también logró en la votación para reelegirse en 2004.
En la campaña de 2016, el 28 por ciento de los hispanos votaron por Trump, a pesar de su lenguaje abiertamente racista y las afirmaciones que hizo de que México enviaba violadores a Estados Unidos. Las encuestas ahora indican que no solo ha mantenido en gran medida el apoyo entre los hispanos de todo el país, sino que de hecho lo ha incrementado en estados clave.
En Florida, una encuesta de NBC News y Marist muestra que Trump encabeza la preferencia de los votantes hispanos con un 50 por ciento, lo cual pondría al estado en un empate virtual. En Texas, casi el 38 por ciento de los hispanos afirma que apoya a Trump, mientras que en Arizona es el 29 por ciento, según encuestas recientes. Como ocurre en otros grupos demográficos, los hombres hispanos son más propensos que las mujeres a apoyar a Trump, con casi el 46 por ciento de los hombres hispanos en Texas y el 42 por ciento de los hombres hispanos jóvenes en Arizona.
Solemos pensar en los hispanos como un grupo minoritario no blanco, pero muchos no necesariamente se perciben a sí mismos en esos términos. Además, números crecientes de hispanos son protestantes o cristianos evangélicos, un grupo que, como sus correligionarios no hispanos, se inclina mucho más a favor de Trump. En Texas, por ejemplo, los protestantes hispanos lo apoyan más que a Joe Biden en una proporción de casi dos a uno, según la Texas Hispanic Policy Foundation.
No obstante, tal vez más que la raza o la afiliación religiosa, algunos votantes hispanos podrían sentirse atraídos hacia Trump porque piensan que será mejor para la economía. Como la mayoría de los votantes estadounidenses, el 80 por ciento de los hispanos califican la economía como el asunto de mayor importancia en la elección, según una encuesta reciente del Centro de Investigaciones Pew. Aunque son más propensos que los estadounidenses en general a considerar la desigualdad de ingresos como un tema importante, menos hombres hispanos que mujeres lo piensan así, y la desigualdad de ingresos y la inmigración se ubican por debajo de la atención médica y el brote del coronavirus como los asuntos más importantes en la votación.
Antes de la pandemia, el desempleo de los hispanos estaba en niveles más bajos y el ingreso familiar estaba más alto que en la mayoría de los periodos previos. Aunque los hispanos han sido afectados de manera desproporcionada por el coronavirus, tanto en tasas de enfermedad como en pérdida de ingresos, cerca de una tercera parte aprobó el manejo de la pandemia por parte de Trump, una tasa que no difiere sustancialmente entre otros estadounidenses.
Otro factor que podría ayudar a Trump con algunos votantes hispanos, especialmente en Florida, es su esfuerzo continuo de presentar a los demócratas como blandos contra el socialismo. Poco más de una cuarta parte de los residentes de Florida son hispanos, con una gran cantidad de personas de origen cubano, pero también una numerosa población compuesta por nicaragüenses y venezolanos que escaparon de regímenes autocráticos. Cuando Trump les dice a los electores que “Joe Biden es solo un caballo de Troya para el socialismo”, genera un miedo verdadero entre aquellas familias que han vivido los gobiernos de Fidel Castro, Hugo Chávez, Nicolás Maduro o Daniel Ortega.
La contienda ya está muy avanzada para cambiar la mentalidad de los votantes, pero Biden debe prestar atención a un grupo que los demócratas desde hace mucho tiempo han dado por sentado. La campaña de Trump comenzó a difundir anuncios en español en Florida tres semanas antes que la de Biden y tiene una iniciativa agresiva con dieciséis oficinas que se enfocan en conquistar a los votantes hispanos en Florida, Arizona, Texas y Nevada. Si Biden no dedica más tiempo, dinero y organización a ganar al menos tantos votantes hispanos como Hillary Clinton y Barack Obama, podría ver arruinada su esperanza de convertirse en presidente.
c.2020 The New York Times Company
MÁS SOBRE ESTE TEMA: