La senadora Kamala Harris de California, a quien Joe Biden eligió el martes como su compañera de fórmula, será la primera mujer afroamericana y la primera persona de ascendencia india en ser nominada para un cargo nacional en un partido importante. Harris, una moderada pragmática y exrival de Biden en la carrera presidencial, fue una fiscal que rompió barreras antes de ser elegida para el Senado en 2016.
Harris, de 55 años, nació en Oakland, California. Fue fiscal general de California y fiscal de distrito en San Francisco.
Cuando anunció su propia candidatura a la presidencia —en el cumpleaños de Martin Luther King de 2019—, se promovió como una candidata que estaba haciendo historia, y le rindió homenaje a Shirley Chisholm, la congresista de Nueva York que se convirtió en la primera mujer en buscar la nominación para presidente del Partido Demócrata.
Antecedentes como fiscal
El historial de Harris como fiscal —fue la fiscal de distrito en San Francisco de 2004 a 2011 y la fiscal general de California de 2011 a 2017— fue un tema importante de su campaña presidencial y es casi seguro que será discutido en las elecciones generales, en especial debido a la indignación nacional por la brutalidad policiaca y el racismo sistémico que se ha desatado desde el asesinato de George Floyd.
Harris se ha descrito como una “fiscal progresista” y ha argüido que es posible tener mano dura contra el crimen y al mismo tiempo confrontar las profundas desigualdades del sistema de justicia penal. Harris ha mencionado que se volvió fiscal porque creía que la mejor manera de cambiar el sistema era desde adentro, un mensaje que se volvió parte clave de su promoción como candidata presidencial: los votantes podían confiar en ella para reformar el sistema judicial porque lo conocía “desde adentro”.
Sin embargo, hay aspectos de su historial que han sido fuente de críticas, en especial de la izquierda.
Como fiscala general, casi no procesó a oficiales de la policía que hubieran asesinado a civiles, aunque para cuando dejó ese cargo había abierto algunas investigaciones sobre los departamentos de la policía. También recibió críticas por haberse negado a permitir pruebas avanzadas de ADN que pudieron exonerar a Kevin Cooper, un hombre negro sentenciado a muerte, y por haber defendido algunas condenas en contra de acusaciones de conducta inapropiada de la fiscalía.
Harris, una opositora de la pena de muerte, se negó a buscarla cuando un policía fue asesinado en San Francisco en 2004, un episodio que generó protestas en ese momento, pero que ella lo ha mencionado como ejemplo de su compromiso con un sistema de justicia penal más justo. Sin embargo, diez años más tarde, cuando un juez declaró inconstitucional la pena de muerte en California, Harris apeló la decisión, bajo el argumento de que estaba obligada a hacerlo como la fiscal general del estado.
El plan de justicia penal que divulgó durante su campaña presidencial contenía varias políticas progresistas a las que se había opuesto en otros momentos de su carrera.
Carrera en el Senado
Tras ser elegida al Senado en 2016, Harris se convirtió en la primera mujer afroamericana en estar en la cámara en más de una década. En su periodo relativamente breve como senadora júnior de California, se volvió famosa por sus interrogatorios intensos a funcionarios y nominados del gobierno del presidente Donald Trump, entre ellos Brett Kavanaugh, durante su audiencia de confirmación para la Corte Suprema, y el fiscal general Jeff Sessions, durante una audiencia del Comité de Inteligencia del Senado.
En años recientes, buscó aliarse más con la fracción de izquierda del Partido Demócrata. En un inicio respaldó el proyecto de ley “Medicare para Todos” del senador Bernie Sanders antes de cambiar su postura durante la campaña presidencial. También ha respaldado propuestas para aumentar el salario mínimo a nivel federal a 15 dólares por hora y para corregir el sistema de fianzas del país.
Harris ha defendido con vehemencia la legislación de justicia racial en respuesta al asesinato de Floyd y ha respaldado propuestas para que se reforme la vigilancia y el linchamiento sea un crimen federal.
Harris presta servicio en varios comités de alto perfil en el Senado, entre ellos el Comité de Inteligencia y el Comité Judicial.
Campaña presidencial
El año pasado, Harris se retiró de la carrera presidencial después de quedarse sin dinero. Se disparó en las encuestas después de un sólido primer debate, pero luego cayó y en realidad nunca volvió a ganar fuerza.
No obstante, en enero, cuando entró a la carrera, se le consideró una de las favoritas, y tuvo un impacto al principio de la trayectoria de la campaña.
Parte de su influencia fue ideológica: por ejemplo, fue la primera candidata en sugerir que se exigiera una preautorización a nivel federal para las restricciones estatales al aborto, una postura que luego apoyó la mayoría de los candidatos demócratas.
En junio pasado, tuvo un momento eléctrico en el primer debate, cuando desafió enérgicamente a Biden por sus antecedentes en el tema racial. Ese intercambio también comenzó de forma notable: los moderadores no le habían dado la palabra, pero Harris se reivindicó al decir: “Como la única persona afroamericana en este escenario, me gustaría tratar el tema de la raza”.
Relación con Biden
A muchos observadores políticos les pudo parecer que la relación entre Harris y Biden era tensa. Después de todo, en el primer debate, Harris desató tal vez el ataque más enérgico —y memorable— en contra de un rival en toda la campaña primaria cuando desafió a Biden por haberse opuesto en el pasado a que el transporte escolar fuera un medio de integración de las escuelas públicas.
Harris comentó que fue “hiriente” escuchar a Biden hablar de forma positiva de su trabajo con senadores segregacionistas, porque “había una niñita de California que fue parte de la segunda generación de escuelas públicas integradas, y ella se fue en autobús a la escuela todos los días: esa niñita era yo”.
Entre algunos de los asesores de Biden, su ataque en el escenario del debate generó un resentimiento permanente… incluso hasta hace unas semanas. En una recaudación de fondos de marzo, Jill Biden, la ex segunda dama, dijo que los comentarios de Harris en el escenario del debate fueron un “golpe bajo”.
Sin embargo, tal vez para evitar cualquier duda sobre su compatibilidad, el martes, la campaña de Biden de inmediato divulgó un documento sobre Harris que incluía una sección sobre la “sociedad” entre los dos políticos, al hacer notar que ella había servido como fiscala general de California cuando un hijo de Biden, Beau, fue fiscal general de Delaware.
“Los dos se hicieron amigos mientras luchaban para enfrentarse a la industria bancaria”, decía un punto. “Gracias a su amistad con Beau, conoció a Joe Biden”.
Cómo podría ser percibida su selección entre los votantes
Durante su campaña presidencial, Harris le atrajo en particular a los demócratas más moderados y a los que encontraban interesante su biografía. Pudo reforzar el interés de Biden entre las mujeres afroamericanas, las mujeres suburbanas y las mujeres que en general están ansiosas por verse reflejadas en el liderazgo del país.
Harris también tiene otra arma secreta en potencia: su conexión con la sororidad Alpha Kappa Alpha, de la que fue parte en la licenciatura en la Universidad Howard, y la cual cuenta con casi 300.000 miembros y un presupuesto multimillonario que podrían brindar poder organizativo y de captación de fondos en todo el país.
No obstante, lo más probable es que la izquierda progresista, incluidos algunos simpatizantes de Sanders, esté decepcionada con la selección de Harris, porque considera que apoya más un cambio progresivo que el tipo de propuestas amplias y revolucionarias que defienden. Además, su larga carrera en la procuración de justicia podría repeler a algunos votantes, en especial a los más jóvenes, quienes están impacientes por ver un movimiento que reforme la policía con un respaldo incondicional de la Casa Blanca.
c.2020 The New York Times Company