Nuevas esperanzas para quienes padecen de migraña

Por Jane E. Brody

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Ahora hay varios medicamentos que
Ahora hay varios medicamentos que pueden prevenir o aliviar las migrañas, además de dispositivos ponibles para estimular el sistema nervioso que pueden activarse con un teléfono inteligente. (Gracia Lam/The New York Times)

Si vives o trabajas con alguien que padece migraña, hay algo muy importante que debes saber: una migraña no es un “simple dolor de cabeza”, como muchos parecen creer. Tampoco es algo que la mayoría de quienes la padecen puedan simplemente ignorar y seguir con su vida.

En caso de que seas tú quien sufre de migrañas, hay algo que podría cambiar tu vida y que deberías saber: actualmente hay varios medicamentos disponibles que pueden prevenir o aliviar muchos ataques, además de nuevos dispositivos ponibles para estimular el sistema nervioso que acaban de lanzarse a la venta y que pueden activarse con un teléfono inteligente para aliviar el dolor de una migraña.

La migraña es un trastorno neurológico caracterizado por ataques recurrentes de dolores de cabeza graves, que con frecuencia incapacitan a la persona y provocan un mal funcionamiento del sistema nervioso autónomo, que controla las actividades automáticas del cuerpo como la digestión y la respiración. El dolor punzante o pulsante de la migraña a menudo es acompañado de náusea y vómito.

Traducción: la migraña es un dolor de cabeza, cierto, pero sus efectos repercuten en todo el organismo porque el cerebro se comunica con el resto del cuerpo. Con frecuencia el dolor es tan grave que puede afectar a un grado devastador la capacidad de una persona para trabajar, interactuar con otras personas, realizar tareas cotidianas e incluso desenvolverse en un entorno normal. Cuando se encuentran bajo el efecto de un ataque de migraña, quienes la padecen pueden presentar intolerancia a la luz, a los ruidos, a los olores e incluso al tacto.

“En Estados Unidos hay 47 millones de personas con migraña y para seis millones la enfermedad es crónica, lo que significa que padecen dolores de cabeza más de quince días al mes”, comentó Stephen Silberstein, neurólogo de la Universidad Thomas Jefferson y director del Centro Jefferson del Dolor de Cabeza en Filadelfia.

David W. Dodick, neurólogo de la Clínica Mayo en Scottsdale, Arizona, afirmó que: “Es hora de eliminar el estigma de la migraña y ofrecerles a quienes la padecen un tratamiento efectivo. No son farsantes ni individuos débiles que solo quieren faltar al trabajo”.

Además del precio que pagan las personas que sufren de migrañas, el costo para los empleadores puede ser exorbitante. Por ejemplo, en una encuesta reciente realizada por la Sociedad Japonesa para el Dolor de Cabeza con más de 2400 trabajadores de Fujitsu, una empresa de tecnología de la información con sede en Tokio, la productividad de uno de cada cinco trabajadores se veía afectada por las migrañas, con un costo calculado de 350 millones de dólares anuales para la compañía de aproximadamente 150.000 trabajadores.

Para Estados Unidos en su totalidad, la carga económica que representan las migrañas es abrumadora: al menos 11.000 millones de dólares en gastos médicos directos y relacionados y por lo menos otros 11.000 millones de dólares en gastos indirectos derivados de la discapacidad que provocan, de acuerdo con Wayne N. Burton de Chicago, exdirector médico global corporativo de American Express.

La enfermedad no solo provoca ausentismo, sino también lo que los especialistas llaman “presentismo”: personas que asisten al trabajo, pero que no pueden desempeñar sus funciones con efectividad. Un exeditor mío que padece de migraña tenía que dejar la oficina en cuanto sentía que le iba a dar un ataque, pues una vez iniciado el episodio de migraña no podía marcharse a casa hasta que se le pasaba.

Aunque eso sucedió hace décadas, hoy sigue habiendo muchas razones por las que la migraña no se controla adecuadamente en muchas personas. Una de ellas es la falta de reconocimiento de lo que implica, por parte tanto de los médicos como del público, lo que puede disuadir a los pacientes de buscar tratamiento. Otra razón es la tendencia de quienes padecen de migraña a asumir que pueden o deben ser capaces de lidiar con el problema solos, ya sea con medicamentos de venta libre o con receta médica.

Silberstein afirmó que, como resultado de esa suposición, hay otro obstáculo: el abuso de los medicamentos, lo cual incluso puede empeorar la enfermedad. “Con base en las encuestas que hemos realizado, la mitad de los pacientes con migraña crónica abusa del tratamiento”.

Por otro lado, dijo, cuando un ataque es inminente, muchas personas esperan demasiado para iniciar su tratamiento “porque están en negación y esperan que el dolor de cabeza se esfume solo”.

“Pero mientras más esperas”, añadió, “más difícil se vuelve obtener alivio”.

No obstante, quizá el principal problema es la escasez de expertos médicos: hay 580 especialistas, o un médico por cada 80.000 pacientes con migraña, que están familiarizados con la enfermedad y las terapias disponibles, de acuerdo con Dodick. Incluso si los pacientes logran encontrar a un experto, hay muchos seguros médicos que no cubren los servicios de especialistas certificados en dolores de cabeza.

Entonces, sucede con mucha frecuencia que los pacientes con una migraña insoportable terminen en la sala de emergencia de un hospital, que Silberstein describió como “el peor lugar al que puedes acudir cuando tienes una migraña, por todas las luces, el ruido, la actividad y la espera”.

Como dijo Dodick: “El cerebro amplifica las señales que recibe, por eso aumentan el dolor y los síntomas en todo el cuerpo”.

Existen cuatro medicamentos orales de dos tipos que han sido aprobados por la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos para prevenir las migrañas: dos medicamentos antiepilépticos y dos betabloqueadores. Además, los pacientes con migraña crónica que presentan síntomas a diario o cada dos días pueden aplicarse inyecciones de bótox.

“El 40 por ciento de las personas con migraña debería seguir un tratamiento preventivo”, afirmó Silberstein, “pero solo el trece por ciento lo hace”.

c.2020 The New York Times Company

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