A finales de noviembre, el moderador de tres sitios web muy visitados publicó un mensaje titulado “RIP”, en el que daba una explicación rebuscada para comunicar que no le había quedado más remedio que cerrar el sitio.
El moderador no identificado les agradeció a sus más de 100.000 “hermanos” que habían visitado y colaborado con los sitios, y culpó de su desaparición a un “mundo cada vez más intolerante” que no permite que los niños “se expresen por completo”.
De hecho, los foros de esos sitios fueron bastiones de contenido ilícito casi desde su lanzamiento en 2012. Contenían fotografías y videos sobre abuso sexual infantil, incluso imágenes violentas y explícitas de niños y bebés.
Los sitios lograron sobrevivir todo este tiempo gracias a las enormes oportunidades que ofrece internet para que los depredadores sexuales se oculten. También hay muchísimo material ilícito en aplicaciones, redes sociales y videojuegos, pero sus dueños son empresas corporativas, como Facebook y Microsoft, que pueden monitorear y eliminar ese material.
En un mundo abrumado por tantas imágenes de este tipo (tan solo el año pasado se reportaron 45 millones de fotos y videos relacionados con el abuso sexual de menores), la web de libre acceso es un universo sin restricciones en el que la imposible tarea de confrontar a los depredadores recae principalmente en unas cuantas decenas de organizaciones sin fines de lucro con presupuestos reducidos y una determinación a toda prueba.
Varios de esos grupos, incluido un centro telefónico de ayuda para víctimas de explotación infantil en Canadá, se dedicaron a cazar a esos tres sitios en internet durante años, pero nunca lograron vencerlos por completo. El responsable de los sitios, según muestran los registros correspondientes, era un programador de cómputo muy experimentado que siempre pudo mantenerse un paso adelante de sus perseguidores, sobre todo gracias a los servicios de empresas tecnológicas de Estados Unidos y otros países cuyas políticas podía aprovechar para disfrazar sus actividades delictivas.
Por desgracia para él, el centro de ayuda canadiense desarrolló su propia arma tecnológica, una herramienta sofisticada para detectar y reportar imágenes ilícitas en la red. Cuando los sitios descubrieron esa herramienta dirigida hacia ellos, respondieron con una campaña de desprestigio: enviaron correos electrónicos al gobierno canadiense, entre otros, con acusaciones infundadas de “gran corrupción operativa y financiera” por parte de la organización sin fines de lucro.
No fue suficiente. Los tres sitios no pudieron contra la herramienta canadiense, que envió más de un millón de notificaciones acerca del contenido ilícito a las empresas que los mantenían en línea. Finalmente, el año pasado se vieron obligados a rendirse.
“Han sido siete años maravillosos y nos habría encantado continuar otros siete”, escribió el moderador de los sitios en su publicación final, en la que explicó que cerró los sitios debido a que los “antis” (término abreviado para referirse a los “antipedófilos”) nos estaban “cazando a muerte con un fervor sin precedentes”.
Varios grupos que combaten el abuso sexual en línea contra menores aclamaron la victoria, pero sin engañarse acerca de las dimensiones de la tarea que les queda por delante. Otros miles de sitios permiten que cualquiera con un navegador de red tenga acceso a imágenes ilícitas y perversas de niños y, a diferencia de lo que sucede con las aplicaciones, no se requiere ningún software especial ni descarga.
Los tres sitios clausurados habían ocultado sus huellas durante años gracias a los servicios de Cloudflare, una empresa estadounidense que proporciona ciberprotección a las empresas. También encontraron una empresa de alojamiento web, Novogara, que les ofreció un refugio seguro en los Países Bajos, un pequeño país con un negocio web muy sólido y legislación que los maleantes acostumbran explotar.
El director del departamento jurídico de Cloudflare señaló que la empresa había cooperado con las organizaciones sin fines de lucro y con la policía y que, en total, habían cortado relaciones con los sitios en siete ocasiones, pues cambiaban un poco sus direcciones en la red para evitar ser identificados. Un vocero de Novogara declaró que la empresa había respetado la legislación de su país.
El año pasado, Europa eclipsó a Estados Unidos al ascender al primer lugar entre las ubicaciones de alojamiento para material relacionado con el abuso infantil en la red abierta, según un informe de Inhope, grupo que coordina líneas telefónicas de ayuda para casos de abuso infantil en todo el mundo. En Europa, los Países Bajos encabezaban la lista.
La policía neerlandesa informó que no cuenta con recursos suficientes para involucrarse en lo que es, en esencia, un juego interminable de acecho con estas empresas, según Arda Gerkens, senadora neerlandesa que dirige Meldpunt Kinderporno, la línea telefónica neerlandesa de ayuda para casos de abuso infantil.
‘Nuestra pequeña comunidad’
El trío de sitios web clausurados aparecieron a principios de 2012, según registros de dominio y transcripciones de diálogos en línea.
Conforme los sitios se fueron haciendo populares, el contenido de abuso sexual infantil se hizo cada vez más común. Las transcripciones, que incluyen más de 10.000 mensajes con registro de fecha y hora en una aplicación de diálogo, muestran que el fundador, un hombre que se hace llamar Avery Chicoine, disfrutaba la oportunidad de interactuar con otros que compartían sus intereses.
“Lo que tenemos aquí”, escribió en 2015, “es nuestra pequeña comunidad”.
Para 2017, las páginas iniciales de los sitios exhibían imágenes de niñas que legalmente no podían considerarse pornografía infantil en la mayoría de los países, pero indicaban que había muchas más imágenes disponibles con solo dar un clic. Una de las niñas, de no más de 7 años, aparecía recostada sobre su espalda, con muy poca ropa y las piernas extendidas; había sido víctima de abuso sexual, según los canadienses, y era muy fácil para los depredadores reconocerla porque las imágenes de los delitos tuvieron una amplia difusión.
Conforme aumentó el material ilícito en los sitios, también aumentaron sus visitantes. SimilarWeb, empresa dedicada a medir el tráfico en internet, calculó que el más popular de los sitios recibió millones de visitas mensuales este mismo año, de un promedio de más de 500.000 visitantes únicos.
El moderador de los sitios alardeó hace algunos meses acerca de estas estadísticas de tráfico en una serie de correos electrónicos y mensajes encriptados dirigidos a The New York Times, en los que atribuía la popularidad de los mismos a su contenido extremo.
Dijo que quizá muchos consideraban a los innumerables visitantes de los sitios “las personas más odiadas del planeta”, a quienes describió como una “minoría sexual oprimida”. No exhibió ni el menor remordimiento por su conducta, e incluso presentó a la comunidad de depredadores como visionarios cuyos delitos deberían hacerse legales.
No se identificó ni dijo si era Chicoine, el fundador de los sitios, según las transcripciones, y tampoco aclaró si lo conocía. El año pasado, un canadiense de nombre Avery Chicoine, que tenía un amplio historial delictivo, fue arrestado en Columbia Británica y acusado de posesión y distribución de pornografía infantil. Las autoridades canadienses no aclararon si los cargos tenían alguna relación con los sitios. Según documentos presentados ante el tribunal, se declaró inocente y se fijó la fecha del juicio para el próximo mes. Ni él ni su abogado respondieron a nuestras solicitudes de comentarios.
En las transcripciones de los diálogos aparecían pistas sobre las tácticas de evasión de los sitios. Mencionaban a una gran empresa de ciberseguridad, Cloudflare.
Un escondite de alta tecnología
Con oficinas principales en San Francisco, Cloudflare construyó un negocio multimillonario que ofrece protección a los sitios web contra ataques cibernéticos. Uno de sus servicios más populares, que según la firma es empleado por el diez por ciento de los principales sitios web del mundo, consiste en ocultar las direcciones de internet de sus clientes, de manera que se dificulte la identificación de las empresas que les dan alojamiento.
Este tipo de protección es valiosa para muchas empresas legítimas, pero también puede ser una bendición para los maleantes, aunque Cloudflare afirma que no es responsable del contenido de los sitios de sus clientes.
En las transcripciones de los diálogos, el hombre que se identifica como Chicoine dejó muy claro que conocía muy bien las ventajas de la empresa cuando la contrató. “Lo que hace Cloudflare es disfrazar y remplazar tu IP con otra suya”, escribió en 2015, utilizando la abreviatura de dirección de internet.
Varias entrevistas y registros muestran que los servicios de Cloudflare ayudaron a postergar el día de ajuste de cuentas para los sitios de Chicoine gracias a las protecciones proporcionadas, que obligaron a los centros telefónicos de ayuda a acudir primero a la empresa.
A través del director de su departamento jurídico, Doug Kramer, Cloudflare explicó que trabajó en estrecha colaboración con las líneas de ayuda y los agentes de policía, respondiendo de inmediato a sus solicitudes. Negó ser responsable de las imágenes, pues dijo que los datos del cliente se almacenaban en sus servidores muy poco tiempo. La empresa enfatizó que las medidas para eliminar el contenido deben centrarse en las empresas de alojamiento web.
Registros de la línea de ayuda canadiense revelaron varios casos en los que el material que contenía abuso permaneció en los servidores de Cloudflare incluso después de que la empresa de alojamiento lo eliminó. En una instancia en particular, las imágenes permanecieron en Cloudflare más de una semana después, tiempo en que los depredadores tuvieron todavía acceso a ellas.
“La realidad es que Cloudflare es perfectamente capaz de eliminar material relacionado con el abuso sexual infantil almacenado en sus servidores”, indicó Lloyd Richardson, director de Tecnología en la línea de ayuda canadiense.
El ataque final
Para mayo de este año, ya era evidente que el moderador de los tres sitios estaba furioso; se quejó en un correo electrónico dirigido al Times de que se estaba agotando la “tolerancia” hacia sus puntos de vista.
En los meses subsecuentes, los sitios saltaron de un lado a otro por todo el mundo. Encontraron más de seis empresas de alojamiento dispuestas a retomar el trabajo de Novogara en Dinamarca, Rusia y las Seychelles, entre otros lugares. Llevaban años aplicando tácticas similares: cambiaban la última parte de su dirección web (de .com a .org, por ejemplo) para evitar que los localizaran y bloquearan. Las empresas y gobiernos que asignan estos dominios por lo regular no se coordinan entre sí, lo que permite a los delincuentes desplazarse por el mundo y conservar casi intacta la identidad de su sitio.
Por fortuna, en esta ocasión no pudieron esconderse.
El centro telefónico de ayuda, desde sus oficinas de Winnipeg, Manitoba, empleó un programa de computadora llamado Arachnid para explorar internet en busca de los sitios de Chicoine y enviar notificaciones para retirarlos en cuanto identificaba material ilícito.
A lo largo de esta batalla, el moderador de los sitios envió correos electrónicos a los canadienses en los que los acusaba de corrupción, además de llenar de basura sus buzones de entrada. También se puso en contacto con dependencias del gobierno de Canadá para presentar quejas falsas sobre el centro, e incluso creó software que alteraba las imágenes de abuso sexual infantil, con la esperanza de engañar a Arachnid y que no las identificara.
No obstante, esto no fue suficiente. Ya se retiraron de los sitios todas las imágenes de abuso y se cerraron los foros para los depredadores, al menos por ahora, que sus opositores tienen la ventaja.
Sin embargo, su última estratagema fue llenar las páginas iniciales de vínculos a otros sitios que ofrecen contenido similar, con el propósito de entregarles a los delincuentes una nueva ruta para continuar con sus andanzas y a los grupos dedicados a detenerlos, una lista de objetivos nuevos.