¿Basta con fingir una sonrisa para mejorar nuestro estado de ánimo? La pregunta forma parte de un antiguo debate entre los investigadores de Psicología sobre si fingir las expresiones faciales puede influir en nuestras emociones, una idea conocida como la hipótesis de la retroalimentación facial. Esta situación no se ajusta a los casos patológicos como puede ser la depresión.
Según este supuesto, las expresiones faciales no sólo expresan emociones, sino que también proporcionan retroalimentación al cerebro, lo que influye en nuestras emociones. Ahora, una nueva colaboración mundial dirigida por investigadores de la Universidad de Stanford, EEUU, demostró que incluso las sonrisas falsas o posadas pueden hacer que la gente se sienta más feliz.
Para el autor principal del estudio, publicado en la revista Nature Human Behavior, el doctor Nicholas Coles, investigador científico de la Universidad de Stanford, hay dos teorías que explican por qué fingir una sonrisa puede ayudar a hacernos más felices.
En una entrevista con Medical News Today, el experto explicó: “Una opinión clásica es que la retroalimentación facial activa un ‘interruptor’ biológicamente innato (por ejemplo, en el cerebro) que provoca la respuesta emocional de todo el cuerpo. Sin embargo, esta idea es controvertida”.
También, esbozó el punto de vista menos controvertido: “Otra, es que la retroalimentación sensoriomotora de la cara es simplemente una pista que nuestros cerebros utilizan para entender cómo nos sentimos. La retroalimentación sensoriomotora de una sonrisa es una señal que nos dice que nos sentimos bien, y la retroalimentación sensoriomotora de un ceño fruncido es una señal que nos dice que nos sentimos mal”.
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Estudios anteriores han demostrado que la parte inferior de la cara tiene un efecto más significativo en la emoción. Pero para Coles, esto puede no ser estrictamente cierto, ya que “las expresiones faciales de emoción a menudo activan los músculos de ambas mitades de la cara”. “Por ejemplo, en una sonrisa auténtica, suele haber tanto un estiramiento de los labios como un arrugamiento de los ojos”, remarcó el especialista.
En total, 26 grupos de investigación de 19 países diferentes y más de 3.800 participantes formaron parte del trabajo. La edad media de los participantes era de 26 años y más del 70% eran mujeres. Los investigadores pidieron a los participantes que tomaran parte en diferentes tareas antes de completar un Cuestionario de Emociones Discretas (DEQ) para medir sus niveles de felicidad. Las puntuaciones de felicidad incluían la satisfacción, el gusto y el disfrute, desde 1 = “nada” hasta 7 = “una cantidad extrema”. Los investigadores también les preguntaron a los participantes por sus niveles de ansiedad, ira, cansancio y confusión.
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Los psicólogos los dividieron en tres grupos. El primero adoptó el método del bolígrafo en la boca (sostener un bolígrafo entre los dientes sin dejar que sus labios lo toquen) para activar los músculos faciales para sonreír. El segundo imitó las expresiones faciales de actores sonrientes. Al tercero se le pidió que moviera las comisuras de los labios hacia las orejas y levantara las mejillas, utilizando sólo los músculos de la cara.
A continuación, los voluntarios valoraron su felicidad mientras hacían las caras, llevaban expresiones neutras y miraban una pantalla en blanco o imágenes de cachorros, gatitos, flores y fuegos artificiales. Según el informe, el método del bolígrafo en la boca hizo poco por las emociones, quizá porque la gente tuvo que apretar los dientes. Sin embargo, los otros dos métodos aumentaron la felicidad, aunque el efecto fue pequeño, equivalente al de mirar fotos felices.
“Algunas personas creen que la experiencia emocional es muy cognitiva, es decir, que está impulsada únicamente por nuestras evaluaciones de lo que ocurre en el mundo. Este trabajo, sin embargo, sugiere que también es fisiológica”, dijo Coles. “La experiencia emocional parece construirse, en parte, a partir de la retroalimentación o las sensaciones del sistema nervioso periférico. El corazón acelerado puede hacer que las personas se sientan ansiosas, el ceño fruncido puede hacer que se sientan enfadadas, y el estiramiento de una sonrisa puede hacer que se sientan felices”.
Por su parte, la profesora Olga Stavrova, catedrática asociada de la Universidad de Tilburg, que no participó en el estudio, compartió su opinión en Twitter, calificando la investigación de “muy interesante”. Además, afirmó que el aumento de los niveles de felicidad de los participantes tras ser expuestos a rostros sonrientes frente a los neutros puede deberse al “contagio emocional”, en el que las personas tienden a alinear su estado emocional con los que les rodean.
¿Funciona contra la ansiedad?
Los investigadores observaron que una cara feliz posada en presencia de una imagen positiva no tenía ningún aumento adicional de los sentimientos de felicidad. Curiosamente, también observaron que una expresión facial feliz no disminuía los sentimientos de ira o ansiedad. Sin embargo, los participantes informaron de niveles más altos de ira y ansiedad en el método del bolígrafo en la boca que en las otras dos tareas.
Cuando se le preguntó por qué la investigación se centró en la sonrisa, Coles explicó que las limitaciones logísticas les impidieron estudiar el impacto de “múltiples expresiones faciales”. Esto habría supuesto ampliar la investigación, ya de por sí compleja, y contar con un número mucho mayor de participantes. Continuó diciendo que un grupo dentro del estudio observó otras expresiones faciales en un estudio de seguimiento, donde examinaron los efectos de sonreír y fruncir el ceño.
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“Descubrieron que las sonrisas posadas aumentaban la felicidad y el ceño fruncido aumentaba el enfado, incluso cuando a los participantes se les decía o creían que esos efectos no eran reales. Al ampliar el número de expresiones faciales, este trabajo sugirió que tales efectos no son meramente placebo”, dijo.
En cuanto al impacto de las distintas expresiones, aseguró que obtuvieron resultados interesantes para otras emociones. “Curiosamente, no encontramos el efecto para las expresiones posadas de miedo y sorpresa. Sin embargo, eso puede deberse a que aún no hay muchos estudios sobre esas expresiones”, agregó.
¿El futuro del bienestar?
Este estudio mostró que “la retroalimentación facial es uno de los muchos componentes del sistema nervioso periférico que contribuyen a la experiencia emocional”. Pero, ¿significa el estudio que sonreír en el espejo cada mañana puede controlar la angustia, y podrían estos pequeños efectos acumularse e influir en el bienestar con el tiempo? Por el momento, no hay suficientes investigaciones para comprender plenamente si la retroalimentación facial puede utilizarse para mejorar la salud mental.
Los próximos pasos de este trabajo no consisten sólo en comprender cómo una sola parte del cuerpo influye en la emoción. El objetivo, según Coles, es formar “un estudio masivo internacional e interdisciplinario que ayude a entender cómo se comportan múltiples partes del cuerpo (por ejemplo, el ritmo cardíaco, las expresiones faciales, la temperatura corporal) y que se unan para dar forma a la experiencia consciente de la emoción.”
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