La calidad de vida y las oportunidades laborales son dos factores fundamentales para toda persona a la hora de elegir una ciudad en la que fijar su residencia. En esta ocasión la compañía de software Kisi, realizó un estudio en el que analizó cuál es la mejor ciudad del mundo para vivir y trabajar en base a diferentes criterios.
Según esta empresa, la ciudad del mundo con el mejor equilibrio entre el trabajo y la vida personal es Oslo (Noruega). Su industria marítima, así como su gastronomía y patrimonio histórico, son algunos de los puntos más destacables de la capital noruega. El resultado del estudio se fundamenta en tres categorías, como la intensidad de trabajo (vacaciones, desempleo, inflación, tasa de empleabilidad), sociedad e instituciones, donde se evalua el acceso al sistema de salud y habitabilidad de la ciudad (ocio, seguridad, bienestar, calidad del aire).
Cierran el podio de mejores ciudades Berna (Suiza), en segunda posición, y Helsinki (Finlandia) en tercera. Por otro lado, el resto de las diez primeras posiciones las ocupan Zúrich (Suiza), Copenhague (Dinamarca), Ginebra (Suiza), Ottawa (Canadá), Sidney (Australia), Stuttgart (Alemania) y Múnich (Alemania). De este modo, Suiza cuenta con tres ciudades entre las diez mejores para vivir y trabajar, y Alemania con dos.
Por otro lado, las ciudades con peor valoración del ranking para conciliar el trabajo con la vida personal son Dubai, considerada por esta clasificación como la ciudad más sobrecargada de trabajo, entre un 17 y un 24%. A la ciudad de los Emiratos Árabes Unidos le siguen otras como Hong Kong, Kuala Lumpur (Malasia), Singapur y Montevideo (Uruguay).
En cuanto a Estados Unidos, la ciudad mejor situada en el ranking es Seattle (puesto 32). Otras urbes estadounidenses que figuran son: Portland, Minneapolis y Salt Lake City. París, por ejemplo, se ubica en el puesto número 28, justo por detrás de Londres.
El estudio también destacó varias ciudades donde menos del 10% de la población tiene que afrontar exceso de trabajo, como Ámsterdam (Los Países Bajos), Buenos Aires (que cayó al puesto 48° al 95°) o Sídney (Australia). Aquellos que aprecian su viaje de cinco minutos por la mañana de la cama a la sala de estar pueden querer considerar Singapur, Washington D.C. o Austin, donde el mayor porcentaje de puestos de trabajo se puede realizar de forma remota en alrededor del 50% de los empleos.
El síndrome de burnout, fue reconocido en 2019 como un trastorno mental en la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE) elaborada por la Organización Mundial de la Salud (OMS). El organismo lo asocia a la sección “problemas asociados al empleo y desempleo” y lo describe como “un síndrome resultante de un estrés crónico en el trabajo que no fue gestionado con éxito”.
De acuerdo con un reciente estudio realizado por el portal de empleos, Bumeran, la ocurrencia del síndrome de burnout en Argentina es del 80,2%, al igual que en Chile. En Perú es del 72,9% y en Panamá el 53,6%. A nivel regional, los usuarios han experimentado en su mayoría estrés, falta de motivación y un agotamiento fuera de lo normal a causa de la carga excesiva de trabajo.
La pandemia de COVID-19 ha tenido grandes efectos en el estrés laboral, ya sea al trabajar desde los hogares o al asistir al trabajo. Luego de un año y medio de pandemia, el 86% de usuarios de la región asegura que se encuentra más “quemado” que el año pasado. Además, para aquellos que trabajan de manera remota, un 45% asegura que le genera ansiedad la vuelta a la oficina. En el caso de Argentina, la cifra de usuarios que admiten estar más agotados que el año pasado alcanza el 90%.
A su vez, un 53% de los usuarios argentinos admite que trabaja más horas de lo que dura la jornada laboral. La pandemia pone sobre la mesa la organización de los horarios de trabajo, puesto que con ella se han acelerado fenómenos que podrían alimentar esta tendencia que aumenta los períodos de empleo.
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