Ropa abrigada en invierno y ropa ligera en verano. Aunque cada estación tiene sus problemas y virtudes, los extremos son fáciles de calcular y tienen reglas claras. Pero en otoño la amplitud térmica es muy grande. Antes del amanecer puede haber mucho frío y luego del atardecer nuevamente, aunque lo que dura el día la temperatura sube notablemente. A muchos corredores les cuesta elegir entonces la indumentaria correcta y sufren con las consecuencias.
Pongamos de ejemplo un caso muy concreto. Un corredor se despierta y mira en su teléfono o en televisión la temperatura en el exterior. Primero debe recordar que en televisión no siempre se da la temperatura de la zona donde uno vive, segundo que la temperatura cambia rápidamente en otoño. El número de temperatura que vimos a las 6.45 AM no será el mismo una hora más tarde. Si además el día está soleado, el cambio será notable.
Sin embargo, ese número al amanecer hace que muchos salgan a correr pensando en que ese frío será el que tendremos durante todo nuestro entrenamiento. Si uno corre al atardecer, será lo contrario. Protegidos por el sol nos confiamos y luego al terminar de entrenar descubrimos que el sol se ocultó y quedamos expuestos a una temperatura baja y con la ropa mojada por haber terminado de hacer nuestra sesión de entrenamiento.
El consejo inicial es ver el pronóstico completo. Tal vez haya caído una helada durante la noche, pero la temperatura de las 7AM no tiene nada que ver con la de las 8AM en una jornada soleada.
¿Nos abrigamos para el comienzo o el final del entrenamiento? Lo ideal es vestirse acorde al final, porque nos ahorraremos el sufrimiento de que suba la temperatura mientras estamos entrenando. ¿Hay un punto medio? Claro, pero no se trata de un punto medio, sino un abrigo inicial que pueda quitarse fácilmente.
Llevar un cuello y guantes hace una enorme diferencia y ambas cosas se sacan fácilmente si tenemos calor. Incluso se puede agregar un rompeviento que se pueda atar a la cintura. Siempre llevar ropa que uno pueda quitarse y seguir llevando mientras se corre.
También depende de la intensidad del entrenamiento y la duración de este. Correr abrigado mucho tiempo va a producir un exceso de sudor y con mucho calor afectará el rendimiento.
Un cuello permite también tapar las orejas si uno sufre dolor en ellas en los días fríos. Un cuello y guantes son el aliado perfecto si empezamos corriendo por la tarde y se hace de noche durante la sesión de entrenamiento. Abrigarse de más afecta la calidad del entrenamiento, correr desabrigado es bueno en el punto más alto de la tarea, pero cuesta más la entrada en calor y dificulta el arranque.
Hay que aprender a ver el pronóstico entero, calcular el horario, fijarse si habrá sol o estará nublado y prestar atención al viento. Correr frente al río no es lo mismo que correr en una zona menos abierta. Evaluar que tan lejos estamos del lugar donde empieza el entrenamiento principal o el lugar donde termina.
Calcular siempre el tiempo que llevará la entrada en calor y la vuelta a la calma. También es un poco ensayo error, pero con estos consejos se evitan muchos dolores de cabeza. Tomar nota de cada experiencia y fijarse las diferentes combinaciones de indumentaria hasta encontrar la que nos haya resultado más práctica.
No hay porqué pasar demasiado frío y no hay porqué entrenar ahogado por el exceso de abrigo. Hay que aprovechar al máximo cada entrenamiento evitando todos los problemas que se puedan evitar.
*Santiago García es maratonista, autor del libro “Correr para vivir, vivir para correr” y “Volver a correr”. Completó la Six World Marathon Majors dos veces. En Instagram: @sangarciacorre.
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