Se come por muchas razones no solamente por sentir hambre. La mayoría de las veces las personas comemos por lo que los rodea, porque estamos con amigos, porque algo es gratis, porque nos lo regalaron, porque está al alcance de la mano, porque hay que terminar lo que está servido en el plato.
Pareciera que somos dependientes del ambiente, del contexto, respondemos a distintas señales de comida. Por ello, es necesario un conocimiento sobre los mecanismos cognitivos que influyen en el comportamiento alimentario a fin de un cambio de conducta eficaz.
Las personas que no pueden cambiar sus hábitos alimentarios suelen referir que les es difícil cumplir con las recomendaciones, que lo pueden hacer durante unos pocos días, pero después vuelven a recaer en sus viejos hábitos.
Es muy difícil cambiar los hábitos de vida, especialmente para las personas reactivas a señales de comida, con menos habilidades ejecutivas, sensibles a las gratificaciones inmediatas. Por ejemplo: priorizar el placer que genera comer un alfajor en este momento a la gratificación a largo plazo de tener un peso saludable.
¿Cómo influye nuestra conducta dirigida a metas en lo que comemos?
Las funciones ejecutivas son aquellas que nos permiten dirigir nuestra conducta a una meta determinada.
Si nuestra meta fuera bajar de peso o mantener una alimentación saludable tenemos que tener presente que hay situaciones o lugares que disparan una conducta impulsiva proponiendo beneficios inmediatos y que la mayoría de las veces interfieren con nuestra meta, como por ejemplo: comprar con hambre: no solo se compra de más, sino que se tiende a elegir chatarra como para comer en el momento; comprar promociones o paquete grandes, hace que se consuma de más.
En exclusiva para Infobae, Ineco ideo una serie de recomendaciones.
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