Se estima que en los primeros 5 años tras su lanzamiento, en 2016, la aplicación Yuka ha crecido hasta ser utilizada por unos 20 millones de personas en todo el mundo. Sus usuarios son personas interesadas en conocer la calidad de los alimentos que compran para lo cual la app permite escanear el código de barras de los productos y arroja así una puntuación que indica cuán bueno, malo o mediocre es.
La idea de Julie Chapon, al crear esta aplicación era “simplificar un tema tan complejo como la nutrición y hacerlo accesible”, explicó. Luego incorporó, junto a Anthony Berthou, nutricionista y exmiembro del equipo de triatlón juvenil de Francia, la publicación de artículos ilustrados para explicar los fundamentos de la nutrición.
El primer libro, Le guide Yuka de l’alimentation saine (La guía Yuka de la alimentación sana) fue publicado en 2020 y consiste en un manual que explica con claridad aspectos de la alimentación para la vida diaria. Por ejemplo, la distribución óptima de las comidas a lo largo del día, consejos para elegir los alimentos adecuados, recetas saludables y gourmet con frutas y verduras de estación, entre otras.
Los tres fundadores de Yuka Benoît Martin, François Martin y Julie Chapon, explicaron que con la aplicación “la idea nació de Benoît en 2016. Al tener hijos pequeños, quería saber más sobre lo que les daba de comer. Cuando comenzó a intentar descifrar las etiquetas de los productos del supermercado, se perdió completamente entre la enorme cantidad de información y su complejidad. Aquí es donde se planteó la idea de ofrecerle a los consumidores una forma rápida y sencilla de analizar la composición de un producto”.
A su idea se sumaron su hermano François y una de sus amigas, Julie, ambos con las mismas dificultades para elegir los productos adecuados. Así crearon Yuka, tomando el nombre que alude a Yucatán, México, de donde es originaria la esposa de Benoît.
Las siguientes son algunas de las recomendaciones más relevantes:
1- Un grupo de utensilios de cocina se debe dejar de usar
“Los utensilios son un elemento esencial para una cocina saludable, pero ciertos materiales contribuyen a la migración de compuestos problemáticos a los alimentos y deben evitarse”, aclaran.
Entre los elementos de cocina que conviene evitar, mencionan los que tienen recubrimientos antiadherentes que “anteriormente contenían ácido perfluorooctanoico, un compuesto considerado como “posible cancerígeno” por la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer”.
También debe abandonarse, dicen los autores, los elementos de aluminio, ya que “algunas partículas podrían migrar a los alimentos, especialmente cuando están en contacto con un ambiente ácido, promoviendo el estrés oxidativo e inflamatorio”.
Lo mismo recomiendan con los moldes de silicona que, “llevados a una temperatura elevada en el horno, pueden desprender sustancias tóxicas susceptibles de migrar al plato que estamos cocinando”. En cambio, recomiendan tener en la cocina utensilios de madera, piedra, cerámica, acero inoxidable y hierro fundido.
Complementando estos conceptos, Érica Pitaro Hoffman, ingeniera en alimentos, en diálogo con Infobae, subrayó la necesidad de cuidar la limpieza de las esponjas y los trapos de cocina, ya que son un ambiente propicio para el desarrollo de microorganismos. “Pueden llegar a ser patógenos como Salmonella, E Coli, Staphilococcus aureus, Listeria (enterobacterias) entre otros, ya que acumulan humedad, restos de materia orgánica y se encuentran a temperatura ambiente”. Según detalló la especialista, en el ensayo de laboratorio se pueden “identificar pautas inadecuadas de higiene en una cocina o la incorrecta aplicación de procedimientos puede ser fuente de transmisión de Enfermedades Transmitidas por Alimentos (ETA).”
Estos utensilios de cocina se recomienda reemplazarlos con frecuencia. Por ejemplo, “cuando se empiezan a desarmar o agrietar, para evitar contaminación física, es decir, la presencia de un trozo de comida en la esponja.”, destacó Pitaro Hoffman.
2- Masticar para ser más saludable
Julie Chapon y Anthony Berthou recuerdan que, si bien “masticar es un gesto que puede parecer trivial y que muchas veces se descuida”, en la práctica “juega un papel fundamental para nuestra salud”.
La masticación consciente contribuye a asimilar mejor los nutrientes, comer menos, controlar el peso, favorece la digestión y protege los dientes y encías. Según Chapon y Berthou se debe masticar cada bocado al menos siete veces, e incluso idealmente veinte, y tragar la comida sólo cuando se ha vuelto “casi” líquida.
3- El poder antioxidante del chocolate
“Gracias a su contenido en polifenoles” el chocolate es un gran alimento. Los autores explican que “los antioxidantes son moléculas muy beneficiosas que ayudarán a proteger nuestras células del envejecimiento y la oxidación”. Incorporarlos es fundamental cuando “estamos expuestos a los rayos ultravioleta del sol, la contaminación, el tabaco, el alcohol, el estrés o incluso una dieta desequilibrada”. Y agregan que “el cacao juega un papel importante en la prevención de enfermedades cardiovasculares, neurodegenerativas e incluso de cáncer”.
En ese sentido, la nutricionista Romina Pereiro reforzó: “tanto el chocolate como el cacao en polvo derivan de las habas de cacao que contienen grandes cantidades de antioxidantes llamadas flavonoides. Estas propiedades ayudan a proteger la salud cardiovascular y también ayudan a preservar el funcionamiento del tracto urinario, entre otras cosas”. “Los potentes antioxidantes llamados flavonoles abundan en los granos de cacao que se usan para hacer chocolate. Y cuanto más oscuro es el chocolate, más cacao, y potencialmente más flavonoles, contiene. Al igual que otros antioxidantes, se ha demostrado que los flavonoles ayudan a los vasos sanguíneos a “relajarse”, reducir la inflamación y reducir el colesterol”, subrayó.
4- Hay alimentos que favorecen el sueño
Chapon y Berthou explican que “ciertos alimentos ayudan a promover la producción de serotonina y así optimizar la calidad del sueño”. Entre ellos mencionan las nueces y las almendras, el yogur, el queso y los carbohidratos como los cereales integrales y las frutas. Recomiendan “terminar las comidas 3 horas antes de acostarse, porque cuando duermes el cuerpo está en posición horizontal, pero la digestión es óptima en posición vertical para que la comida pueda bajar al intestino”.
De la misma manera, en su última edición, la revista de salud y bienestar estadounidense Real Simple, enumeró los 10 alimentos que ayudan a conciliar el sueño. Coincidiendo con los autores de Yuka, señalaron que estos son yogur y las almendras y además la avena, las almendras, los huevos, las bananas, las cerezas ácidas, las legumbres, el kiwi, el salmón y otros pescados grasos y la palta o aguacate.
5- El papel de consumir fibra para controlar el peso
Como la fibra genera saciedad, ayuda a controlar el peso. “Después de la ingestión, absorberán agua; entonces tendrán un efecto saciante y ayudarán a regular el apetito. Además, los alimentos ricos en fibra requieren más masticación. Algunas fibras dietéticas se denominan prebióticos y son fibras destinadas a nutrir nuestra microbiota”, dijeron los autores.
La salud de la microbiota es fundamental. Las bacterias en el intestino de una persona que son responsables de descomponer los alimentos y realizar otras tareas pueden afectar su personalidad, como demostró un nuevo estudio. Investigadores de la Universidad de Clarkson en Potsdam, Nueva York, descubrieron que el microbioma intestinal pueden influir en los niveles de energía, la fatiga y la personalidad cotidiana de una persona.
Además, se necesita una microbiota saludable para controlar el peso. Como explicó a Infobae la licenciada Romina Pereiro, “la fibra alimentaria ocupa un rol muy importante en la alimentación, ya que actúa como si fuera un “cepillito” en el intestino “barriendo” toxinas y colesterol. Promueve el buen funcionamiento del intestino y reduce la absorción de azúcar y grasa. Además, aporta volumen a los alimentos para que brinden mayor saciedad”.
“Como no tenemos enzimas para digerirlas, algunas bacterias que habitan en el colon, actúan sobre ellas generando compuestos beneficiosos para la salud y alimentando nuestra flora intestinal”, precisó.
Las fibras se clasifican en dos grandes grupos según la facilidad con la que se disuelven en el agua: fibra soluble e insoluble. Ambas en mayor o menor medida se pueden encontrar en las frutas y verduras frescas, preferentemente con cáscara, las legumbres como lentejas, arvejas, porotos, habas, chauchas, las semillas como chía, girasol, lino, girasol, los cereales integrales como el pan, arroz integral, avena, trigo burgol, etc, y los frutos secos como las nueces y las almendras.
6- Algunos productos se pueden consumir aunque hayan caducado
Los autores de la guía de Yuka advirtieron que, para esto, la clave es entender la etiqueta del producto. Existen dos tipos de fechas de caducidad. La primera es la “fecha de caducidad” (BBD), que se indica con las palabras “consumir hasta”. “Esta es la fecha más allá de la cual el producto ya no debe consumirse porque puede presentar riesgos para la salud”. La segunda es la “fecha de durabilidad mínima” (MDD), indicada como “consumir preferentemente antes de”: “Más allá de esta fecha, el producto puede cambiar de apariencia, pero no presenta un riesgo para la salud”, aclararon.
7- El desayuno no es imprescindible
Se trata de una afirmación que algunos especialistas consideran polémica. En ese sentido, Pereiro recordó que “existe mucha evidencia científica de calidad que demuestra que no desayunar puede generarnos más hambre y necesitemos compensar esa energía que no consumimos durante el almuerzo. En cambio, las personas que desayunan terminan gastando más energía al final del día que quienes no lo hacen. En cuanto a los niños, sabemos que necesitan ese desayuno para mejorar el rendimiento académico y la memoria y obtener mayor margen de atención durante el día. Los niños que desayunan diariamente tienen menos probabilidades de desarrollar obesidad que aquellos que desayunan ocasionalmente, ya que tendrán una mejor alimentación durante el día”.
Para Chapon y Berthou “si no tienes hambre, no te fuerces: contrariamente a lo que indica la creencia popular, es posible prescindir del desayuno”.
La clave está en comer bien el resto del día y, sobre todo, evitar picar entre horas. Los autores aclaran que no desayunar “permite que tu cuerpo haga un ayuno intermitente, necesario constantemente para la digestión y beneficioso para poder descansar”.
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