El maratón tiene una larga historia cuyo origen se remonta a la antigua Grecia. Pero en lo que al deporte contemporáneo refiere, su nacimiento oficial fue en los Juegos Olímpicos de Atenas 1896, los primeros de la era moderna.
La idea era homenajear y recrear la proeza del soldado griego Filípides, quien habría recorrido a pie el camino desde Maratón hasta Atenas para anunciar la victoria de su ejército en el año 490 a. C. Se estableció que la distancia de la competencia sería de cuarenta kilómetros y, a partir del año 1908, se la cambió por 42 kilómetors y 195 metros, que es la extensión actual del maratón.
Poco a poco, a lo largo de los años la carrera fue ganando en popularidad y hoy hay miles de maratones en todo el planeta, varias de ellas con más de veinte mil corredores. Los hombres de todo el planeta compitieron durante décadas por llegar a la meta victoriosos, emulando a Filípides. Pero las mujeres no, ellas no lo tuvieron permitido hasta muchos años después.
¿No les interesaba a las mujeres participar de esa distancia? La respuesta, por más obvia que resulte hay que decirla: ¡Claro que les interesaba! Pero el Barón Pierre de Coubertin, creador de estos nuevos juegos, no estaba a favor de que las mujeres participaran en ninguna disciplina, ni hablar del maratón. Sin embargo, como ocurriría desde 1896 en adelante, sí hubo una mujer que cubrió esa distancia en aquel momento.
En el caso de Atenas su nombre fue Stamata Revithi, quien corrió los 40 kilómetros un día después de la competencia masculina. Se encargó de que hubiera testigos de su carrera, en la largada y en la llegada, así como en el recorrido. No se le permitió entrar al estadio olímpico, pero a los dos guardias militares que le cerraron el paso ella les pidió que certifiquen su llegada. Varios artículos se publicaron sobre ella, pero nadie siguió su historia luego de aquel evento.
Los Juegos Olímpicos (JJOO) y el atletismo fuera de ellos no siguieron caminos idénticos. Hay registro de que en 1918 en Paris, Marie-Louise Ledru corrió junto a los hombres en un maratón realizado para festejar el armisticio, entre otras probadas historias.
Los Juegos Olímpicos recién permitieron mujeres corredoras en 1928, pero solo en las distancias de 200 mts y 800 mts, hecho que terminó con controversia. Se instaló el mito de que las mujeres, algunas anotadas a último momento, colapsaron al final de la carrera. Estudios más serios establecieron que tenían el mismo agotamiento que tienen todos los atletas que compiten en esa distancia.
Pero al parecer al Comité Olímpico no le gustó la imagen y no hubo carreras de más de 100 mts hasta 1960. Por supuesto que fuera del olimpismo las mujeres seguían compitiendo y avanzando.
Dos años antes de los JJOO de Ámsterdam 1928, Violet Piercy, una corredora de larga distancia británica, marcó lo que se considera el primer récord femenino en maratón de todos los tiempos. Realizó el recorrido del maratón de Londres en 3:40:22 y este fue certificado por la IAAF (Federación Internacional de Atletismo Amateur).
Sin embargo, e increíblemente, los grandes maratones no se volvieron oficialmente mixtos en aquel momento, todavía faltaba un camino por recorrer, aunque experiencias de este estilo se multiplicaron en todo el mundo. En 1963, Merry Lepper batió ese récord corriendo de manera no oficial el Western Hemisphere Marathon, en Culver City, California. Su marca fue de 3:37:07 y fue homologado por la IAAF aunque no corrió oficialmente la competencia. Fue la primera maratonista certificada en Estados Unidos. En esos años muchas corredoras empezaron a realizar carreras en los mismos términos. Maureen Wilton, Dale Greig y Mildred Sampson, son algunas de las cuales hay registros de sus récords.
¿Pero cómo llegaron finalmente las mujeres a conseguir el indiscutible derecho a participar de los maratones? La respuesta viene recién en 1967, en Boston, Estados Unidos. La legendaria competencia americana cuya edición inicial fue en 1897 tenía el mismo reglamento que el resto de los grandes maratones, las mujeres no podían participar. Pero Kathrine Switzer decidió que iba a correrla de todas maneras. Así se anotó con sus iniciales: KV Switzer, con lo cual nadie notó anomalía alguna.
Salió de la partida en la multitud con el dorsal 261 y empezó la carrera. Pero durante el recorrido, uno de los oficiales que fiscalizaba la prueba la descubrió e intentó detenerla. El instante ha sido inmortalizado en una serie de fotos, donde se ve al hombre con saco intentando detener a Kathrine. Otros corredores se interpusieron y no permitieron que la detuvieran. Los corredores la escoltaron hasta la llegada, y así Kathrine Switzer logró ser la primera mujer en correr oficialmente con número y anotada un maratón.
Su tiempo final fue de 4:20:20. Las fotos se volvieron famosas e iniciaron el fin de una era de segregación de las mujeres en estas pruebas. En 1972 Boston incorporó oficialmente a las mujeres a la prueba, de la misma manera que Nueva York lo había hecho unos meses antes. Hay otra pionera en Boston, Bobbi Gibb, que en 1966, 1967 y 1968 realizó el recorrido sin estar anotada. Años más tarde ella entraría en la estadística como la ganadora femenina de esas tres ediciones. En el año 2015 el maratón de Boston tuvo un 46% de participantes mujeres.
Aunque parezca increíble, los Juegos Olímpicos no reaccionaron tan rápido como los maratones de las diferentes ciudades. Fue recién en Los Ángeles 1984 que hubo maratón femenino. Otras dos competencias de fondo fueron incorporadas aun más tarde, los 10000 mts en 1988 y los 5000 mts en 1996. En Los Ángeles fue Joan Benoit, con una marca de 2:24:52 quien se convirtió en la primera ganadora del maratón olímpico femenino de la historia.
Pocos años antes había quienes decían que las mujeres no estaban físicamente preparadas para esa distancia. Todas estas mujeres cambiaron la historia y se convirtieron en referentes de las siguientes generaciones. En el año 2003 la británica Paula Radcliffe establecería un récord en el maratón de Londres con una marca de 2:15:25, recién en el año 2014 la keniata Brigid Kosgei establecería un récord aún vigente de 2:14: 04.
Hacer un recorrido por la historia de las mujeres y el maratón es encontrarse con toda clase de discriminaciones, argumentos falsos y teorías probadamente falsas acerca de la capacidad física para la competencia.
No fue pidiendo permiso que se logró avanzar, fue rompiendo barreras, participando aunque no fuera permitido y desafiando las reglas. Muchas mujeres que nadie conoce o recuerda deben haber hecho sus aportes en sus diferentes países en distintas épocas. Todas ellas sonríen desde algún lugar cada vez que una mujer cruza la meta del maratón.
*Santiago García es maratonista, autor del libro “Correr para vivir, vivir para correr” y “Volver a correr”. Completó la Six World Marathon Majors dos veces. En Instagram: @sangarciacorre.
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