La historia de San Silvestre, la gran carrera para despedir el año en todo el mundo

La gente ama despedir el año. Los corredores aman correr. Los corredores son personas que aman despedir el año corriendo. El 31 de diciembre se festeja en el santoral católico San Silvestre. Y ese es el motivo por el cual las carreras del último día del año se suelen llamar de esa forma. Muchos países tienen competencias para terminar el calendario anual, pero solo en los países con tradición católica se llaman San Silvestre.

Esta tradición también cala fuerte en la Argentina, donde hoy se desarrolló la competencia de San Silvestre en el centro de la Ciudad de Buenos Aires. El chubutense Joaquín Arbe lideró la carrera de 8 kilómetros con una marca de 23:36, en segundo lugar se ubicó el cordobés Berni Maldonado (23.38) y en tercero, el uruguayo Christian Zamora (23.39).

En la rama femenina, la marplatense Florencia Borelli consiguió un tiempo de 26 minutos y 26 segundos. El segundo puesto fue para la misionera Chiara Mainetti (28:05) y el tercero, para la bonaerense Luciana Cerro Aragón (28:31).

Esta carrera tuvo su origen en Brasil en el año 1925. Esto la convierte en una de las competencias más antiguas que existen en el mundo. Su nacimiento se debe al periodista Cásper Líbero y la edición inicial fue organizada por la Gazeta Esportiva, que había sido fundada por el propio Líbero. Pero no solo es una de las carreras más antiguas, también es una de las más importantes, porque se ha ramificado al menos en dos continentes y se ha vuelto cada vez más multitudinaria.

La San Silvestre fue solo para competidores de Brasil hasta el año 1945, donde comenzó a ser internacional. La distancia de la carrera –muchas veces llamada erróneamente maratón- varió entre los cinco y los doce kilómetros, hasta que finalmente en el año 1991 se convirtió en una carrera de 15 Km, distancia que aún conserva en Brasil. La ciudad de estos enormes encuentros es San Pablo, y la avenida Paulista ve pasar hasta treinta mil corredores cada 31 de diciembre.

Sin embargo, el origen de la carrera se remonta a Francia, donde se realizaba una carrera similar a la medianoche del último día de cada año. Por cuestiones prácticas y para hacerla más masiva, la San Silvestre terminó convirtiéndose en una carrera de tarde, para que los festejos de la ciudad y la carrera no se molestaran mutuamente. Si hoy corren alrededor de treinta mil corredores en cada edición, muchísimas más salen al centro de San Pablo para despedir el año.

El resto de las ciudades imitaron el ejemplo y las carreras de medianoche se redujeron a competencias más chicas en lugares no tan densos en población. Corredores de más de treinta y cinco países han participado en esta carrera, incluyendo algunos latinoamericanos, como el argentino Osvaldo Suárez, quién ganó la carrera en 1958, 1959 y 1960, siendo el único argentino en haber ganado y uno de los pocos que lo hicieron en ediciones consecutivas.

Pero si de récords se trata, el atleta nacido en Kenia, Paul Tergat, con cinco victorias y la atleta portuguesa Rosa Mota, con seis victorias consecutivas son los máximos ganadores de esta legendaria prueba.

Muchas personas tienen el 31 de diciembre libre y despedir el año corriendo es un plan perfecto para los corredores. Además, es una de las pocas carreras que puede caer en cualquier día de la semana, lo que le da una singularidad extra. La mayoría se practican por la mañana del día 31, otras por la tarde y otras, hoy las menos comunes, a la noche cerca del final de la última jornada. Algunas elijen ser más simbólicas y se hacen el 30 de diciembre o el 1ro de enero.

Un país que ha hecho de la San Silvestre un evento propio de gran magnitud ha sido España. Desde la década de los sesenta la San Silvestre Vallecana, que empezó de forma humilde se ha convertido en la actualidad en la carrera más con mayor número de corredores. Ha llegado a tener cuarenta mil corredores que se reúnen los 31 de diciembre en las calles de Madrid para recorrer los 10 km de la carrera.

Y esta no es la única carrera de fin de año que se hace en España. La ciudad de Barcelona es la segunda carrera de fin de año con mayor número de inscriptos. Supera los diez mil corredores que se dan cita en la Cursa del Nassos. A estas dos carreras españolas se le pueden agregar muchas otras, algunas definitivamente fuera del radar de los grandes eventos.

En muchos países esta clase de carreras, como tantas otras, son eventos locales pequeños, destinados a los habitantes de un barrio o un pueblo puntual. Es muy lindo participar de estas carreras con pocos corredores también.

Los países que tienen carreras llamadas de San Silvestre (en el mundo las carreras simplemente se llaman de fin de año o tienen otros nombres, como la mencionada carrera en Barcelona) son varios, algunos son Colombia, Costa Rica, México (donde no solo se corre en el Distrito Federal sino también en otras ciudades como Guadalajara, Monterrey, Chihuahua y Zacatecas.

Argentina también se ha sumado a esta costumbre el 31 de diciembre realizando una San Silvestre cada día más exitosa por las calles de Buenos Aires. En el centro porteño se corrió inicialmente por la tarde, pero la logística y el calor fueron dos factores para pasarla a la mañana. 8 km es la distancia elegida en Argentina, lo que la hace una carrera relativamente corta, algo que permite sumar más corredores.

A diferencia de la San Silvestre de San Pablo, la de Buenos Aires es más rápida, no tiene las subidas tan pronunciadas de la ciudad brasileña, aunque no sea del todo plana. Otra diferencia es que en Brasil la tendencia a disfrazarse y a convertir la competencia en una fiesta es mayor que en el resto de las ciudades.

En todos los casos, las San Silvestre siempre tienen un costado de festejo y alegría. Es cerrar el año haciendo lo que más nos gusta, es la promesa de pasar al que sigue sin detenernos nunca.

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