Cuando se acerca fin de año las celebraciones se multiplican y es tiempo de burbujas. Cada vez hay más etiquetas disponibles, aunque no es tarea sencilla para el consumidor entenderlas. Los espumosos con mayores pretensiones van a pasar más tiempo sobre lías. Esa segunda fermentación cuánto más larga, más finas serán las burbujas y en mayor cantidad.
Pero no solo la textura gana en complejidad sino también sus sabores. Nada de esto es posible sin un buen vino base, que dure en el tiempo y tenga la suficiente acidez para mantenerlo refrescante. Las uvas más elegidas por su potencial siguen siendo Pinot Noir y Chardonnay.
Y si bien el tiempo en sí mismo no es una garantía, ya que hay espumosos de método Charmat (fermentación en grandes tanques presurizados) muy bien logrados con solo tres o seis meses, nadie va a dejar en los pupitres tres, cuatro, seis y hasta diez años, millares de botellas descansando y esperando por su gran momento, si no está seguro de la calidad.
El Champagne sigue siendo el vino más famoso del mundo, es por ello que en todos los países vitivinícolas donde se producen espumosos naturales se lo trata de emular. Primero utilizando su método, el Champenoise, que implica la toma de espuma o segunda fermentación, botella por botella. Y luego, empleando las mismas variedades, principalmente Chardonnay (blanca) y Pinot Noir (tinta). Pero las imitaciones nunca llegan a ser tan buenas como los originales.
Por suerte en la Argentina hace años se apuesta por espumantes de estilo propio. Y si bien aún no ha sido bautizado (como el Cava español, por ejemplo), su calidad y personalidad ya son reconocibles. La clave está en el viñedo; encontrar lugares a mayor altura para que las uvas alcancen al momento de la cosecha una madurez óptima con una alta acidez natural es determinante.
Con vinos bases más limpios, tensos y profundos, se lograron nuevos blends, y la champañización se mejoró. También la adición del licor de expedición (que determina si es Extra Brut, Brut, etc.), y el fraccionamiento. Hoy, abundan los espumosos nacionales en todos los segmentos de precio con atributos destacables, equilibrio, burbujas finas y persistentes. Y los más pretenciosos, con un complejo final de boca. Muchos salen al ruedo sin agregado de licor (Nature), mostrando su añada y ostentando un buen potencial de guarda. Ya era hora que los argentinos tuvieran para celebrar y brindar vinos a la altura de las circunstancias y que promuevan la cultura local.
Qué copa es mejor par servir un vino espumoso
Diciembre es mes de balance y brindis, con amigos, clientes, familiares, etc. Pero más allá de la calidad del espumoso, para disfrutarlo más es importante saber cómo tomarlo. A los más económicos hay que servirlos bien fríos para disimular sus rusticidades, pero los más pretenciosos deben llegar a una temperatura entre 8 y 12 grados, para apreciar todos sus atributos. Mejor en copas de vino blanco que en las copas flauta para poder captar mejor sus aromas.
A los nuevos espumosos dulces naturales conviene servirlos directamente en copones con hielo. Estos también son ideales para elaborar tragos, combinándolos con frutas cítricas o tropicales (siempre de estación), especias y hierbas. Para la mesa dejar los más estructurados; los Nature para platos delicados a base de pescados, los Rosé van muy bien con carnes rojas, los Extra Brut con las carnes blancas, y los Dulces para los postres.
Muchos mitos rodean al vino y su consumo, aunque otros cambios responden más a la evolución, como la nueva copa de Champagne o vinos espumosos. Las primeras copas de Siglo XVIII eran anchas y bajas, supuestamente moldeadas con los pechos de María Antonieta (mito). Las copas flauta fueron una gran evolución, porque no solo evitaban el desperdicio al brindar, sino que además permitían apreciar el perlage (recorrido de las burbujas). Además, al ser de boca fina y altas, la nariz no entra y no se respira el CO2 (que hace picar), a la vez que retiene más burbujas.
Sin embargo, hace varios años que en Champagne se lo sirve en copas de vino blanco. La principal razón, según sus promotores, es porque se trata básicamente de un vino. Pero la argumentación va más allá de esta obviedad. En una copa de vino blanco se puede servir la misma cantidad que en la copa flauta permitiendo disfrutar de sus aromas, ya que la distancia entre la superficie del vino y el borde de la copa (cámara de aromas) es tal que el gas carbónico no molesta. Además, el vino y sus burbujas se lucen, y entra en boca sin necesidad de comprimir los labios, más naturalmente y eso permite un recorrido más amplio por boca, y por ende más placentero.
Cuál es la temperatura ideal para servir un vino espumoso
Servir el vino a la temperatura adecuada es fundamental para garantizar el disfrute de cada botella, sin que ello implique una ciencia lograrlo. Nadie tiene un termómetro a mano, pero sí la mano y el sentido común.
La botella de vino debe estar siempre fresca, ya que las antiguas “chambres” (ambientes de los castillos) donde reposaban las botellas de vino, eran frías. Y, por ende, la famosa temperatura ambiente de los tintos no refiere a nuestro ambiente sino a una temperatura de servicio que va de los 16 a 18 grados; es decir que la botella esté fresquita al tacto con la palma. Para ello vale colocarla un rato antes en la heladera.
Hay que recordar que el frío apaga la expresión del vino, por lo tanto, si la botella ostenta atributos, siempre jugar con el límite superior de temperatura, de acuerdo al tipo de vino que se quiera servir. Este gran mito ha condicionado al consumidor por años, y la confusión no permitía disfrutar cada vino a su temperatura ideal.
Por ejemplo, el espumante siempre se sirve bien frío, como sale de la heladera (4 grados) y se lo pone en una frapera con agua, hielo y sal gruesa (absorbe temperatura del agua) para que se mantenga lo más fresco posible, ya que en esta época por la temperatura ambiente los vinos suelen calentarse muy rápido.
Está claro que, a mejor calidad y complejidad de vino espumoso, se lucirá mejor entre 10 y 12 grados. Pero para poder llegar a eso, hay que servirlo bastante más fresco y esperarlo en la copa a que se atempere. Mientras que los vinos espumosos con menos atributos no van a sufrir tanto la baja temperatura ya que se percibirán bien frescos, y en momentos calurosos, eso ya es placentero. Pero si se presta atención es bastante sencillo tener las botellas de espumosos bien frescas y servir a la temperatura ideal.
Infobae consultó a Juliana Del Águlia Eurnekian, de Bodega Del Fin Del Mundo, sobre las temperaturas de consumo y las copas ideales para disfrutar los vinos espumosos de cara a las fiestas de fin de año.
- ¿Para disfrutar los vinos espumosos, cuál es la mejor copa, la flauta o la de vino?
- La copa flauta, sin dudas. Que por alguna razón se popularizó porque es bella a la vista y se ven subir las burbujas. Es mejor que las copas chatas y abiertas, que son más incómodas, se vuelcan más y pierden rápidamente las burbujas y los aromas. En las copas flauta se aprecian las burbujas, pero no se pueden apreciar los aromas por ser muy cerrada. Por eso en Champagne lo sirven en copas de vino blanco, porque en definitiva se trata de un vino. Es importante pensar un espumante como un vino, no como un vino aparte, pero si como un vino más que tienen burbujas.
Y la copa de vino blanco, al ser de boca más ancha permite respirar al vino desde la parte superior, así no llega el gas carbónico; evitando que pique en nariz; y propone una superficie de contacto del vino con el aire mayor permitiendo disfrutar más de sus aromas.
- ¿Qué aromas sentís en este espumoso de Pinot Noir?
- Yo le siento una fruta muy rica, tipo cereza de confitería, y también tiene algo de pan tostados y manteca tipo brioche, dado por el contacto con las levaduras en segunda fermentación.
- ¿A qué temperatura se disfrutan más los vinos espumosos?
- Creo que entre 6 y 8 grados como mucho, es la temperatura ideal para disfrutar un espumante. Para mi siempre es mejor servir un poco más frío de lo que tal vez te gustaría disfrutar, para que si se eleva la temperatura en la copa; muchos más rápido en verano; igual llegue a la temperatura ideal cuando lo tomes. Lo mejor es sacarlo de la heladera/freezer bien frapé, servirlo y en todo caso esperarlo en la copa. Y me parece que es clave que cada uno encuentre su mejor manera de disfrutarlo. Ya sea helado o a la temperatura justa. Salud.
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