¿Ya armaste tu árbol de Navidad? Si es así, le has hecho un favor a su salud, ya que resulta que agregar un poco de vegetación festiva a nuestros hogares tiene muchos beneficios, tanto físicos como mentales.
Las luces centelleantes, los delicados adornos y el aroma del pino: hay algo innatamente reconfortante en la decoración tradicional de temporada navideña. Esta costumbre comenzó en Alemania en el siglo XVI y se extendió a otros países durante los siguientes tres siglos, según la Encyclopaedia Britannica. El árbol de navidad artificial se inventó en Estados Unidos, y los de plástico que conocemos hoy se originaron en las décadas de 1950 y 1960.
Si bien han ganado popularidad debido a su conveniencia y longevidad, los árboles artificiales no ofrecen los mismos beneficios para la salud mental que pasar tiempo cerca de árboles naturales, informan algunos estudios.
Según un estudio de 2018 publicado en la revista Behavioral Sciences, exponerse a un entorno natural reduce el estrés psicológico. “Yo esperaría que traer un poco de aire libre al interior nos afectaría positivamente”, explicó en diálogo con la CNN la psicóloga Sonja Peterson-Lewis, profesora asociada de la Universidad de Temple en Filadelfia.
Múltiples estudios han demostrado que caminar conscientemente por un bosque, puede tener un impacto positivo en el bienestar de una persona. Una investigación encontró que darse un “baño de bosque”, una actividad que consiste en realizar una visita a un bosque sumergiéndose en él con los cinco sentidos, reduce los niveles de cortisol de las personas, la hormona responsable del estrés.
Según un estudio publicado en el International Journal of Environmental Health Research, aún podemos obtener algunos de los mismos beneficios de los baños en el bosque, como la reducción del estrés, de las plantas de interior.
Para Charlie Hall, profesor y presidente de Ellison en el departamento de ciencias hortícolas de la Universidad Texas A&M en College Station, “tener un árbol de Navidad natural tiene una gran cantidad de beneficios para la salud mental, incluida una reducción de la ansiedad y la depresión”. “La gente tiende a ser compasiva ante la presencia de plantas vivas en la casa y, por supuesto, los árboles de Navidad encajan perfectamente”, dijo el experto en un comunicado.
Si vas y escoges tu árbol en un vivero de árboles de Navidad con tus seres queridos, entonces los beneficios para la salud mental son aún mayores. Seleccionar un árbol con otros promueve la unión y nos expone al aire libre, lo que mejora la salud psicológica.
“Colocar un árbol real dentro de nuestras casas es como instalar nuestra propia farmacia de plantas terapéuticas: una máquina viviente que continúa bombeando sustancias químicas fragantes y beneficiosas para la salud mucho después de haber sido cortada del suelo”, detalló en una entrevista con Metro, la experta en aromaterapia Kim Lahiri.
La fragancia de un árbol de Navidad se encuentra en las familias de terpenos y ésteres de los productos químicos de la naturaleza. Los terpenos son compuestos aromáticos que se encuentran en muchas plantas y los ésteres son compuestos químicos. Estos árboles emiten principalmente acetato de bornilo y los terpenos alfa y beta-pineno, entre otros como limoneno, canfeno y alfa-felandreno.
Si bien estos compuestos nos brindan una gran fragancia, los propios árboles de Navidad pueden usarlos de maneras notables para aumentar sus posibilidades de supervivencia. Y tal como son ventajosos para el árbol, también son extremadamente beneficiosos para nosotros, y no solo porque huelen muy bien.
“Se han encontrado numerosos beneficios para la salud asociados con los terpenos y ésteres que comúnmente liberan los árboles de Navidad. Estos productos químicos como el alfa-pineno prevalecen en todo el mundo de los aceites esenciales y se han utilizado tradicionalmente para tratar diversas dolencias durante siglos”, advirtió la especialista.
Aun así, los árboles artificiales pueden proporcionar algunos beneficios. “Han recorrido un largo camino en las últimas dos décadas, por lo que los más realistas podrían proporcionar algunos de los beneficios para la salud mental que ofrece un árbol natural”, remarcó Hall.
Sin embargo, según el experto, las personas no podrían obtener otros beneficios que solo un árbol natural puede brindar, como mejorar su sistema inmunológico. “Los árboles de hoja perenne son grandes productores de fitoncida, una sustancia química que aumenta la actividad de las células asesinas naturales. Las células asesinas naturales combaten las infecciones virales y son parte de nuestro sistema inmunológico”.
¿Cuál es la conclusión final de Hall? Un árbol artificial es mejor que ningún árbol. Los árboles de Navidad también producen una fragancia amaderada que puede recordarnos el pasado. La forma en que nos afectan puede depender no sólo de las propiedades químicas asociadas con los aceites de los árboles, sino también de los recuerdos, si los hay, que asociamos con el olor.
“Las personas pueden insertar palos aromáticos en las ramas de los árboles artificiales, lo que podría ayudarlos a evocar esos recuerdos con la misma facilidad que lo haría un árbol natural”, argumentó Sally Augustin, psicóloga de diseño ambiental y directora de Design with Science. Sin embargo, no podrían beneficiarse del oxígeno que proporciona un árbol natural.
Tener un árbol de Navidad a veces puede resucitar recuerdos positivos o negativos. Si una tradición no mejora su bienestar mental, los especialistas aseguran que está bien dejarla ir y construir otras nuevas. “Las tradiciones son como récords olímpicos: están hechas para ser mejoradas”, concluyeron.
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