La primera vez que llegó al país fue en 1988 y desde 1989 trabaja con vinos argentinos sin parar. Diez años después de su desembarco para trabajar junto a Nicolás Catena, con el objetivo de dar vida a los primeros grandes Chardonnay, Cabernet Sauvignon y Pinot Noir de la bodega Catena Zapata, creó Viña Cobos, su propia bodega. Hoy, su Malbec top es uno de los más valiosos y buscados. También es muy reconocido por sus Cabernet Sauvignon de Napa Valley, y sus Chardonnay y Pinot Noir de Sonoma. Pero además elabora vinos en España, Francia y en Armenia. Mientras sigue repartiendo su tiempo entre elaborar sus vinos y asesorar a otras bodegas, su último desafío es un Riesling en el estado de Nueva York, justamente la primera cepa que elaboró.
Hasta antes de la pandemia, Paul Hobbs visitaba Mendoza unas seis veces al año, pero esta es la segunda vez que lo hace desde el inicio de la crisis sanitaria por el COVID-19. Pudo viajar para la vendimia, alrededor de marzo, pero ya en julio se le complicó, aseguró.
Luego de elaborar vinos en el país por más de treinta años, de ser un gran protagonista y testigo privilegiado, puede dar cuenta de la evolución del vino argentino.
¿Cómo podés resumir la evolución del vino argentino en estos treinta años?
Al principio, cuando llegué, una de las preguntas que me hacía era si en Argentina se podían hacer vinos de alta calidad y, particularmente, si podían añejar bien.
No había tecnología en esos momentos y durante casi 20 años fue muy difícil trabajar sin equipamientos. Por suerte hoy está tan avanzada como los principales países productores. Pero mi gran preocupación era pensar en vinos que evolucionaran bien, y fue por eso que pusimos el foco en viñedos de mayor altura como los de Villa Bastías en Tupungato, Valle de Uco. Y esta tendencia después se convirtió en una moda.
¿Por aquel entonces, en Estados Unidos cómo se elaboraban vinos?
Sin dudas, en Estados Unidos estábamos más adelantados, pero no tanto comparando con Europa. Pensar que las primeras barricas en se usaron a fines de los sesenta. Y fue por eso que llegué a trabajar en Robert Mondavi (la bodega más importante de la región), porque mi tesis en la Universidad de Davis fue sobre la extracción del roble. Y la gran cuestión era cómo criar un gran vino en roble para que trascienda en el tiempo.
¿Después de treinta años se puede decir que Argentina alcanzó a los demás países productores?
En Argentina hubo mucha inversión en un período corto, pero lo más sorprendente se dio en el conocimiento. Y si bien yo elaboro vinos en distintos lugares como Francia (Cahors), España (Ribeira Sacara) y Armenia, lo que pasa acá en Argentina con el desarrollo del conocimiento es impresionante. A tal punto que me estoy llevando a los enólogos argentinos a trabajar a las demás bodegas para que puedan educar a sus colegas, incluso a los del Viejo Mundo.
¿Armenia es tu último desafío?
No. En Finger Lakes, Estado de NY, tengo mi último desafío vitivinícola. Allí me dedico al Riesling (uno de los cepajes blancos más importantes del mundo). Cultivado y manejado como en Alemania y Austria, por sus colinas muy pronunciadas. Es como volver a mi primer amor porque fue la primera uva con la cual hice vino, y es como un circulo que se cierra.
En Armenia una de las uvas tintas más clásicas es la Areni, de la que no sabemos cuán antigua es. Al parecer tiene mas de 6000 años. Es similar a la Syrah, madura lento y se cosecha muy tarde, es por eso que allí buscamos viñedos de altura a 1300 m, similar al trabajo que hacemos en Argentina. De alguna manera es como estar trabajando en casa (refiriéndose a la Argentina). Mientras que los blancos suelen ser blends y son muy interesantes.
¿Cuáles son las variedades que más trabajas en Estados Unidos?
Los viñedos con Influencia de la costa, donde suele haber mucha neblina, son ideales para las variedades de Borgoña como Pinot Noir y Chardonnay, porque es una zona más fresca. Pero en Napa Valley, que es más interno y montañoso, definitivamente Cabernet Sauvignon. Sin embargo, hace algunos años me llevé algunos plantines de Malbec desde Mendoza y crecieron muy bien, pero sin fruta, no se por qué. Por eso después de tres o cuatro años de intentos tuvimos que sacarlo.
¿Y en Argentina qué otra variedad se puede hacer al nivel del Malbec?
Mi experiencia es fundamentalmente con variedades de Burdeos y Borgoña. Sin embargo, en España estoy trabajando con Godello y Mencía, dos cepas muy antiguas. Y en Argentina está la Bonarda. Pero la cepa del Viejo Mundo que mejor conocemos es Cabernet Sauvignon, y ahora hay una gran oportunidad, porque los retailers están buscando el Cabernet de Argentina, hay que prestar atención. Porque acá se puede dar de gran una calidad, en un estilo distinto y a un mejor costo, ya que en Europa y Estados Unidos la uva es muy cara.
¿Qué es lo más nuevo en Viña Cobos?
Vinculum, es una oportunidad de llegar a un segmento muy atractivo y al mismo tiempo rendir homenaje a los productores, porque Viña Cobos siempre trabajó con los viticultores en este fascinante viaje del Malbec. Nosotros tenemos muy pocas hectáreas propias, y de esta manera, con esta nueva línea se cristaliza esa relación que forjamos con los viticultores que trabajan con nosotros desde hace veinte años.
Y si bien desde ahora el Viña Cobos siempre será el mejor Malbec que podemos lograr combinando zonas, también me gusta mucho elaborar Single Vineyard como los Vineyard Designated. Lo mismo hacemos en Estados Unidos para los vinos top.
El tema es que los Vineyard Designated tienen un carácter más definido, pero cuando se combina con uvas de otra zona eso se completa y se logran vinos de una tercera o cuarta dimensión. Un Single Vineyard puede ser complejo y con capas, pero en un blend eso se puede completar. Esa es la parte del arte del hacedor, nuestro secreto.
¿Hoy, podes decir cómo evoluciona un Malbec top?
Hace treinta años no tenía idea. Y si bien hipotéticamente siempre estuvo la capacidad de añejar, no sabíamos tanto el porqué, ni se tenían muchas pruebas de ello. Pero hoy sabemos que los grandes Malbec pueden evolucionar tan bien como los Cabernet Sauvignon y los Cabernet Franc. Ahora solo es cuestión de ver cómo el Malbec puede madurar hermosamente en la botella y ganar valor, también prestigio con el paso del tiempo. Creo que por su manera de evolucionar será un vino que se gane un lugar en las subastas.
Por eso no tengo dudas que los vinos que hacemos hoy van a evolucionar mucho mejor que aquellos que hacíamos hace treinta años. Y las razones son todas esas pequeñas cosas que vinimos haciendo para entender el estilo, logrando mantener y resaltar la fruta fresca. Se ha mejorado mucho y también hemos experimentado, antes no sabíamos, pero aprendimos. Para mi, Argentina fue un viaje espectacular y en los últimos cinco años hemos perfeccionado muchas cosas.
¿Está asegurado el Malbec argentino como el mejor del mundo?
Para Argentina siempre será el “top spot”, pero no tiene todo asegurado, porque lo lindo de una variedad es que se puede dar bien en muchos lugares, incluso lejos de sus orígenes.
Yo creo que el Malbec es como Tesla, saltó antes. Y hoy ni siquiera las principales automotrices alemanas pueden alcanzarlo dejando atrás los autos a combustión y apostando por los eléctricos porque Tesla ya les sacó una gran ventaja.
Argentina saltó antes con el Malbec y ya es muy difícil que algún otro país lo pueda alcanzar. Y por más que en Cahors (de donde viene el Malbec), con sus importantes suelos y clima distinto, hoy se estén haciendo buenos vinos, no van a poder avanzar tanto, porque en el Viejo Mundo todo es más lento ya que la tradición les pesa mucho, aunque se está progresando.
En Argentina el Malbec es la uva más plantada (por consiguiente, el vino más elaborado) y sigue siendo el vino más sorprendente.
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