Los fines de semana están para descansar, disfrutar de horarios más relajados, dormir más. Los horarios de comidas cambian, las cantidades y los tipos de alimentos también. Al ser dos días a la semana frente a cinco de rutina, puede parecer que no afecta demasiado al organismo, pero varios estudios apuntan lo contrario, revelando que este desfase horario puede hacer ganar hasta cuatro kilos en un semestre.
Una investigación llevada a cabo por investigadores del Ciberobn en la Universidad de Barcelona vinculó la irregularidad de horarios en las comidas durante los fines de semana, el denominado jet lag horario, con un aumento del índice de masa corporal (IMC), cuya consecuencia es un mayor riesgo de padecer obesidad.
Los investigadores sugirieron que un umbral de defasaje horario en la alimentación de 3,5 horas es suficiente como para aumentar el IMC significativamente. Además, sugiere que a largo plazo, la reducción de la variabilidad entre los horarios de las comidas los fines de semana y los días de semana podría incluirse como parte de las pautas de horarios de las comidas para la prevención de la obesidad entre la población general.
Así es como nace el concepto de crononutrición, que estudia el efecto de la alimentación sobre el sistema circadiano. Es decir, estudia cómo la mecánica de la ingesta impacta sobre la secreción de hormonas relacionadas con el hambre, la saciedad, el sueño, la vigilia, la tolerancia a la glucosa y las repercusiones de estos efectos.
Para abordar el impacto de los cambios de horarios los investigadores catalanes se propusieron estudiar un marcador de la variabilidad del horario de las comidas los fines de semana frente a los días de la semana (denominado “desfase horario de alimentación”) que podría estar asociado con incrementos en el IMC. El estudio incluyó a 1106 personas (de 18 a 25 años). Se utilizaron modelos para examinar las asociaciones del desfase horario en la alimentación con el IMC y las variables relacionadas con el ritmo circadiano (incluido el cronotipo, la duración de la alimentación, la duración del sueño y el desfase horario social). Luego de analizar estos valores se detectó un aumento de peso relacionado con los defasajes horarios.
El ciclo cicardiano, muy influenciado por la luz solar, también está vigente en otras investigaciones como la publicada en la revista International Journal of Obesity, realizada por científicos de la Universidad de Harvard, EE.UU., con la participación de Marta Garaulet, catedrática de Fisiología de la Universidad de Murcia.
Los investigadores sugirieron que comer tarde puede influir en el éxito de la terapia para adelgazar. “Por lo que las nuevas estrategias terapéuticas deben incorporar no solo la ingesta calórica y la distribución de macronutrientes, como se hace habitualmente, sino también el momento de la ingesta de alimentos. Se hace referencia también a un reloj periférico en el tejido adiposo que, en función del momento del ciclo circadiano, activa o desactiva genes que pueden afectar a la pérdida o ganancia de peso.
En otra investigación, publicada en la revista de la Asociación Americana del Corazón, se evaluó el impacto de los patrones variables de alimentación sobre la salud cardiometabólica.
“Se evaluó la duración del ayuno nocturno, el porcentaje de calorías ingeridas después de las cinco de la tarde y después de las ocho, además de los horarios de las comidas; incluyendo también un análisis de la diferencia entre los patrones alimentarios de fines de semana y días laborables. De esta forma las tasan calculan y encuadran el horario para la concretar la comparativa”, afirmó el autor principal del documento, Nour Makarem, especialista del Departamento de Epidemiología de la Escuela de Salud Pública Mailman del Centro Médico Irving de la Universidad de Columbia, en Nueva York.
El estudio reveló que cuanto mayor es el desfase entre la semana y el fin de semana, mayor es el índice de masa corporal, como ya apuntaban los científicos españoles. También se comprobó un aumento del riesgo de sufrir alteraciones del control glucémico y presión arterial alta; además también se asocia a una circunferencia de cintura superior a la media.
Si se está intentando bajar de peso y durante los fines de semana se descuida el hábito y se aumentan las raciones o incluso se hace alguna comida más al día, no se consigue el diferencial energético suficiente como para quemar grasa. Otro de los problemas que detectaron los especialistas se presenta cuando se intenta compensar las ingestas diversas.
“Lo ideal sería mantener todos los días una estabilidad tanto de horarios en las comidas como de calorías consumidas y duración del ayuno nocturno. De esta forma se protege la salud y se reduce el riesgo de sufrir accidentes cardiovasculares, diabetes tipo 2, obesidad abdominal e hipertensión arterial”, concluyó el especialista de la Universidad de Columbia.
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