Existen diferentes vías de transmisión del coronavirus entre las personas. Con el transcurso de la pandemia, la comunidad científica descubrió que la principal vía de contagio son las partículas de diferentes tamaños que las personas ya infectadas emiten al respirar, toser, hablar, gritar o cantar.
Por un lado, se pueden exhalar partículas que son mayores a 100 micrones y se llaman gotas. Pero hay otras partículas, menos conocidas, que son de menor tamaño y se conocen como “aerosoles” que también son emitidos por las personas.
En una reciente investigación científica, el Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA), del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de España, y el Hospital Universitario Son Espases (Mallorca) han utilizado una nueva metodología para medir la presencia del SARS-CoV-2 en el aire de los hospitales que ha permitido comprobar que el aire de los pasillos pueden tener mayor concentración de virus que las propias habitaciones de los pacientes con COVID-19. Esto se debe a que las habitaciones tienen un sistema de ventilación individual, mientras que los pasillos tienen uno solo cada cuatro habitaciones. Los resultados del estudio, publicados en la revista ‘Environmental Research’, podrían servir para revisar los sistemas de ventilación de los hospitales, mejorar la calidad de su aire y prevenir la infección del personal sanitario.
La nueva metodología consiste en colocar los filtros de aire en pasillos, habitaciones y otras estancias hospitalarias para analizar el material genético del virus de forma sistemática. La investigación muestra que la mayor presencia del material genético del virus se encuentra en los pasillos adyacentes a las habitaciones de los pacientes COVID-19, y no en las propias habitaciones, donde la ventilación es más eficiente. Por tanto, hay una transferencia de virus desde las habitaciones hacia los pasillos. “Estos resultados son importantes, ya que se toman muchas precauciones para entrar a las habitaciones, pero menos en los pasillos”, recalca el primer autor del trabajo e investigador del IDAEA-CSIC, Joan Grimalt.
En el trabajo, el equipo investigador midió la concentración de ARN del virus SARS-CoV-2 a través de una filtración de aire en diferentes localizaciones del hospital (habitaciones de pacientes COVID-19 y los pasillos adyacentes; pasillos adyacentes tanto a habitaciones de UCI como a habitaciones sin pacientes COVID-19; y la terraza exterior) y su posterior cuantificación utilizando la técnica PCR. Los resultados de esta investigación son transferibles a otros hospitales, ya que los sistemas de ventilación son generalmente similares. “En primer lugar, sería necesario hacer una supervisión de la cantidad de ARN del virus que hay en el aire de cada hospital. Si el resultado es positivo, habría que cambiar el sistema de ventilación, adecuándolo a las particularidades de cada centro hospitalario”, aclara Grimalt.
La doctora Analía De Cristófano, infectóloga pediátrica del Hospital Italiano explicó a Infobae la importancia del estudio y de enfatizar que la ventilación debe estar siempre presente en cuanto a minimizar los riesgos de COVID-19. “Todos los hospitales deberían contar con un sistema de ventilación totalmente controlado, con habitaciones y pasillos con ventilación independiente con tomas individuales que salen al exterior. Depende el tipo de unidad (terapia intensiva o sala) debería tener ciertos tipos de recambio con el exterior. Pero muchas habitaciones tienen este tipo de ventilación individual. Si uno tuviese una habitación de aislamiento, con presión positiva o negativa para que no salga el aire. Las personas inmunosuprimidas deben contar con presión positiva, por ejemplo”, afirmó.
Y agregó: “Los pasillos deberían tener una ventilación aparte de la que tienen las habitaciones. Dependiendo de la calidad de ventilación que se tenga, va a concentrar probablemente más COVID en el aire o no. Si los pasillos no tienen ventilación, probablemente haya más aerosoles positivos de la enfermedad en el aire”.
Consultada por Infobae, la médica infectóloga María Cecilia Niccodemi (MN 105.624) hizo hincapié en que “en ambientes cerrados lo que se recomienda es que haya circulación de aire, no solamente ventilación”. “Si bien las gotitas que transmiten el COVID en general caen al piso, en ambientes cerrados, en algunas situaciones pueden aerosolizar, esto es quedar en el aire, y eso es lo que se busca evitar -precisó la médica de staff de centro médico Doctor Stamboulian y Sanatorio La Trinidad de San Isidro-. Con el viento se provoca la barrida de estas gotitas y se evita el contagio a través de la inhalación de las mismas”.
Según reza la página web del Ministerio de Salud, “para reducir el riesgo de transmisión por aerosoles, se recomienda sumar la ventilación a las medidas de prevención ya conocidas, como el distanciamiento social, uso de barbijo e higiene de manos”.
“Los ambientes interiores sin ventilación son los más riesgosos para la transmisión de SARS-CoV-2 mediante aerosoles, ya que los mismos se acumulan aumentando las probabilidades de que se inhale aire con presencia de virus -informa la cartera sanitaria-. Por esta razón, la ventilación constante en los ambientes es clave en la prevención del COVID-19. La misma debe ser cruzada para que el aire circule. Abrir puertas y ventanas de manera continua genera un flujo de aire permanente, sin que se acumulen aerosoles, por lo que es mejor que una apertura intermitente como sería, por ejemplo, abrir cinco minutos cada hora.
SEGUIR LEYENDO: