Latinoamérica posee una tasa alarmante de niños cuya evolución es menor que en países desarrollados dado que no reciben los recursos y estimulación adecuada para garantizar su avance cognitivo y socio-emocional. Las intervenciones de los expertos en pediatría son cruciales para comunicar buenas prácticas y recursos necesarios para paliar esta situación.
Las ciencias del comportamiento pueden ayudar a los profesionales de la salud a mejorar la adhesión a tratamientos y conductas recomendadas en sus pacientes. De hecho, estas técnicas (también conocidas como “behavioral insights” o “nudges”) ya se han utilizado y testeado en varios estudios involucrando médicos y conductas de salud. Por ejemplo, existen Investigaciones que muestran que estas herramientas pueden mejorar la prescripción de medicamentos, reducir los sesgos en los diagnósticos, mejorar las prácticas clínicas y promover decisiones basadas en evidencia.
Sin embargo, el uso de estas técnicas y su conocimiento en profesionales del desarrollo y salud pediátrica todavía no fue investigado sistemáticamente. En un estudio de Alzheimer’s Association de EE.UU. e Intramed, se abordaron diferentes dimensiones del conocimiento de los profesionales de la salud en Latinoamérica. Los factores estudiados fueron: el conocimiento de las políticas públicas, el conocimiento de las ciencias del comportamiento, las herramientas que impactan en la práctica clínica, y finalmente, la influencia de estas técnicas sobre sus percepciones de un programa simulado.
Los investigadores señalaron que muchos profesionales no tienen formación en ciencias del comportamiento y que su situación redunda en políticas públicas deficientes. Se utilizó una encuesta y un experimento mediante un ensayo controlado aleatorio, presentado en la última sección de la misma. La primera parte de la evaluación fue la misma para todos los participantes y recolectó las opiniones de los profesionales sobre políticas públicas y ciencias del comportamiento.
La muestra final constó de 2.003 individuos que contestaron toda la encuesta de un total de 2.400 participantes (profesionales especializados en desarrollo y salud pediátrica en Latinoamérica). La edad promedio fue de 51.42 años, el 55.62% de los participantes fueron hombres.
La última sección de la encuesta contenía la descripción de un programa de política pública en desarrollo infantil diseñado para los fines del ensayo, en el que se les preguntó a los participantes su percepción en cuanto al impacto, la claridad y el interés de ser contactados para participar del programa.
El 70% de los participantes reportaron no conocer el significado del término “behavioral insights”. En general los participantes demostraron un bajo conocimiento de las ciencias del comportamiento. Participantes de mayor edad, con mayor conocimiento de políticas públicas, mayor formación académica y con ubicación geográfica en el norte de Latinoamérica mostraron una tendencia a poseer mayor conocimiento en el ámbito (cerca del 50% en el índice máximo).
La mayor parte de los participantes no presentaron una opinión formada sobre la efectividad de estas herramientas (60%). Sin embargo, al comparar las respuestas afirmativas con las negativas, la mayoría de los participantes consideraron a la disciplina como efectiva. Participantes de menor edad y con mayor formación académica mostraron mayor efectividad percibida (hasta un 40%).
Interpretar el valor
El 80% de los participantes reportaron no saber si aplicar las ciencias del comportamiento al desarrollo infantil sería útil. En general, este estudio encontró un pobre conocimiento de los participantes acerca de las ciencias del comportamiento y su utilidad y efectividad. Los factores que modularon esa falta de conocimiento fueron la edad, la formación académica, el conocimiento de políticas públicas y la ubicación geográfica.
Los participantes que recibieron mensajes desarrollados con los principios de las ciencias del comportamiento mostraron una tendencia a considerar el programa de política pública como más claro y con mayor impacto. Mientras más principios se utilizaron, mayor fue el efecto sobre estas variables. En términos de ubicación geográfica, se encontró mayor impacto, claridad e interés percibido para participantes del norte de Latinoamérica.
Por último, en términos de interés, las diferencias fueron menos fuertes. Si bien no se encontraron variantes significativas entre los grupos, sí se detectaron diferencias significativas según la ubicación geográfica, siendo mayor el interés en participantes del norte de Latinoamérica
Los resultados de las opiniones de expertos en el desarrollo y salud infantil apuntan a una falta de conocimiento sobre las ciencias del comportamiento, y a una falta de opinión formada sobre su utilidad y efectividad aplicadas al desarrollo infantil. Varios factores parecen modular el alcance y la especificidad de esta brecha de conocimiento.
Personas de mayor edad, con mayor formación académica y del norte de Latinoamérica mostraron un conocimiento prevaleciente de la disciplina, aunque los participantes más jóvenes fueron quienes le atribuyeron mayor efectividad.
Por último, en las intervenciones con los principios de las ciencias del comportamiento, los resultados mostraron mayor claridad e impacto percibido para los tratamientos en comparación con el material de control.
Agustín Ibáñez, director del Centro de Neurociencias Cognitivas (CNC) de la Universidad de San Andrés; investigador del CONICET sugirió que “la inversión en la salud cerebral y las habilidades del comportamiento son críticas para la renovación económica post-COVID-19, y su recuperación global a largo plazo”.
El estudio sobre profesionales que trabajan en desarrollo infantil en Latinoamérica evidenció una brecha de conocimiento sobre el uso de las ciencias del comportamiento en el ámbito, que puede tener un impacto en la implementación de programas públicos.
Además, las intervenciones basadas en los principios de las ciencias del comportamiento mostraron un enfoque eficiente para mejorar las comunicaciones de políticas públicas en el campo. En general, estos resultados pueden ayudar a identificar los principales factores relacionados con las necesidades de conocimiento de los profesionales, ayudando a los gobiernos a optimizar sus implementaciones de políticas públicas.
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