Desde el surgimiento de la pandemia por COVID-19, miles de estudios científicos se concentraron en la enfermedad originada por el coronavirus SARS-CoV-2 y las formas de combatirlo, a partir de tratamientos efectivos o vacunas preventivas.
Pero hubo pocos estudios que se concentraron en los cambios que el virus produjo en la comunidad. Hoy en día se sabe poco sobre el efecto de los cambios en la movilidad a nivel suburbano meses después de la irrupción del COVID-19, que es particularmente relevante en América Latina, donde según varios investigadores, “barreras sustanciales impiden el acceso a la vacuna COVID-19 y las intervenciones sociales son esenciales para combatirlo”.
“Nuestro objetivo fue examinar las asociaciones longitudinales entre la movilidad de la población y la incidencia de COVID-19 a nivel de subciudad en un gran número de ciudades latinoamericanas” explicaron científicos Josiah Kephart, Xavier Declos Alió y Daniel Rodríguez, autores de la investigación publicada en The Lancet.
En este estudio ecológico longitudinal, los expertos compilaron los datos agregados de ubicación de teléfonos móviles, casos de COVID-19 confirmados diariamente y características de entornos urbanos y sociales para analizar la movilidad de la población y la incidencia de COVID-19 a nivel de subciudad entre ciudades con más de 100.000 habitantes en Argentina, Brasil, Colombia, Guatemala y México, del 2 de marzo al 29 de agosto de 2020.
“El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo en América Latina y el Caribe y Grandata proporcionaron datos de teléfonos móviles agregados espacialmente; los casos confirmados de COVID-19 provienen de informes del gobierno nacional y los factores demográficos y socioeconómicos provienen del último censo nacional de cada país”, precisaron. Para ello, incluyeron 1031 áreas suburbanas, que representan 314 ciudades latinoamericanas, en Argentina (107 áreas suburbanas), Brasil (416), Colombia (82), Guatemala (20) y México (406).
“En el modelo principal ajustado, observamos un 10% menos de movilidad semanal que se asoció con un 8,6% menor incidencia de COVID-19 en la semana siguiente. Esta asociación se debilitó gradualmente a medida que aumentaba el desfase entre la movilidad y la incidencia de COVID-19″, mostraron los resultados del estudio, indicando que la reducción del movimiento de población dentro de un área suburbana se asocia con una disminución posterior en la incidencia de COVID-19 entre los residentes. “Las políticas que reducen la movilidad de la población a nivel suburbano pueden ser una estrategia eficaz de mitigación de COVID-19, aunque deben combinarse con estrategias que mitiguen las consecuencias sociales y económicas adversas de la movilidad reducida para los grupos más vulnerables”, concluyeron los científicos.
Alrededor del 80% de la población de América Latina vive en áreas urbanas y muchos de los brotes más graves de COVID-19 se han producido en las ciudades de América Latina. “En un intento por mitigar la propagación de COVID-19, los gobiernos se han basado en intervenciones regionales o en toda la ciudad para reducir la transmisión del SARS-CoV-2, mediante el establecimiento de políticas universales, como las restricciones para quedarse en casa. Aunque estas medidas generalizadas han ayudado a mitigar la incidencia de COVID-19, han incurrido en costos sociales y económicos sustanciales, particularmente en muchas ciudades de América Latina donde han persistido la transmisión generalizada y las restricciones asociadas de quedarse en casa”, analizaron los expertos.
Dentro de los cinco países estudiaos, las áreas suburbanas tuvieron una disminución sustancial en la movilidad hacia fines de marzo, ya que las noticias de la pandemia se extendieron por todo el mundo y se implementaron políticas de bloqueo en muchos entornos. Las áreas suburbanas en todos los países tuvieron fuertes reducciones en la movilidad en marzo de 2020, incluso antes de que comenzaran las restricciones federales. En Argentina, Colombia y México, las reducciones de la movilidad persistieron en los meses siguientes, con una variabilidad dentro del país relativamente estrecha. Por el contrario, en Brasil y Guatemala, la movilidad diaria volvió gradualmente a tasas similares a la movilidad de referencia, con una gran variabilidad dentro del país.
En términos de la incidencia diaria media de casos confirmados de COVID-19, se evidenció una amplia variación dentro del país entre las áreas suburbanas del mismo país. Para agosto de 2020, la incidencia de COVID-19 en áreas suburbanas de Brasil, Colombia, Guatemala y México estaba disminuyendo o estable, mientras que en Argentina, la incidencia de COVID-19 continuó aumentando.
En general, los patrones de disminución en la asociación entre la movilidad y la incidencia de COVID-19 con un retraso de tiempo creciente fueron consistentes en todos los países. En Argentina, la asociación entre movilidad e incidencia de COVID-19 persistió hasta 6 semanas. “Un análisis a nivel provincial en Italia encontró que las provincias muy afectadas registraron disminuciones en la incidencia de COVID-19 de 9 a 10 días después de las reducciones de movilidad de las políticas de bloqueo”, compararon los expertos.
Además, “un mayor nivel educativo se asoció positivamente con la incidencia de COVID-19 en el modelo ajustado. Estos hallazgos contrastan con los estudios en los EE. UU. Que muestran que el hacinamiento en el condado o el área del código postal está asociado positivamente, y la educación, negativamente, con la incidencia de COVID-19”, puntualizaron, pero advirtieron que es probable que las variaciones en las pruebas según el estado socioeconómico del área suburbana (y el hacinamiento) hayan afectado nuestros hallazgos, ya que se ha demostrado que el estado socioeconómico está asociado con las pruebas.
Por último, indicaron que este estudio tiene varias limitaciones. Los casos confirmados de COVID-19 se obtuvieron directamente de fuentes gubernamentales oficiales y es probable que no se notifiquen lo suficiente, lo que puede variar según el acceso a las pruebas y la atención médica. “El período del estudio (del 2 de marzo al 29 de agosto de 2020) tampoco fue lo suficientemente largo para capturar por completo los cambios estacionales subyacentes en la movilidad de la población que podrían haber persistido durante la pandemia”, concluyeron.
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