El año pasado el mundo se paralizó por la irrupción de la pandemia por el nuevo coronavirus SARS-CoV-2 que genera la enfermedad COVID-19. El rápido desarrollo de vacunas, algunas de ellas con novedosos métodos como el ARN mensajero resultaron eficaces y seguras. Y fueron y son consideradas la vía de escape de la actual crisis sanitaria mundial.
Pero el entusiasmo inicial de contar con un inoculante capaz de prevenir el virus que ya infectó a casi 200 millones de personas y mató a 4,2 millones, ha perdido el interés y en los países más ricos y que tuvieron primero a disposición las dosis salvadoras, se encuentran con el dilema de que mucha de su población aún no se ha vacunado y no piensa hacerlo, lo que pone en una disyuntiva a sus autoridades que ven crecer los números de contagios y muertos por la irrupción de nuevas variantes del coronavirus, especialmente la Delta, surgida en India en diciembre del año pasado y que demostró ser hasta un 80% más contagiosa que el virus original.
Esta variante está generando nuevas olas epidémicas que, si bien son menos virulentas que las anteriores en los países con altas tasas de vacunación, están volviendo a comprometer a los sistemas sanitarios y a la implementación de nuevos confinamientos o restricciones, demorando la tan ansiada vuelta a la normalidad.
¿Será la obligatoriedad de la vacuna contra COVID-19 el único camino posible para que la mayoría de las personas estén protegidas? Después de varias campañas realizadas e inclusive la generación de varios incentivos para vacunarse, muchos países piensan que sí.
Ricardo Teijeiro, médico infectólogo, miembro de la Sociedad Argentina de Infectología (SADI), insistió en que la vacunación es la única forma de salir de esta crisis sanitaria mundial. “Aquellos países que disminuyeron los infectados, los casos graves y la mortalidad, son los que vacunaron masivamente. Inclusive, muchos están usando el pasaporte vacunatorio o pasaporte verde para habilitar ingresar a restaurantes, teatros, transporte público y otras actividades. Como sistema de protección me parece válido. Cuando uno va a trabajar, le gusta saber que está al lado de alguien protegido. De esa forma uno está protegido y no lleva al virus a la casa o a sus seres queridos”, indicó Teijeiro a Infobae.
“Pero es importante recordar que la imposición por la imposición muchas veces genera reacciones, como las vemos en algunos países europeos . Hay que trabajar mucho en educación y comunicación. Los incentivos son importantes también”, agregó el especialista.
Así, el tema controversial de la obligatoriedad de las vacunas contra el COVID-19 está creciendo en el mundo y ya ha generado grandes protestas y opiniones en contra de parte de algunos sectores de la sociedad y de movimientos anti vacunas. Con la variante Delta en expansión y una inmunidad de rebaño que los expertos cifran más cerca del 90% que del 70% que se consideró en un principio, los gobiernos diseñan estrategias para hacer que sus ciudadanos terminen finalmente vacunados contra COVID-19.
Estados Unidos, que fue uno de los primeros países en contar con vacunas eficaces ha probado varias tácticas para incentivar a sus ciudadanos a inocularse ante el estancamiento de la vacunación. Comenzó a dar cerveza y hamburguesas gratis hasta sorteos de premios de 5 millones de dólares. Inclusive, ayer Nueva York comunicó que pagará 100 dólares a quienes se vacunen contra el COVID-19 a partir de este viernes. La medida busca dar un nuevo impulso a la campaña de inmunizaciones en la ciudad, que roza los 10 millones de dosis administradas pero que en las últimas semanas ha visto cómo el ritmo disminuía.
Según los datos oficiales más recientes, un 54,4 % de la población de Nueva York (unos 8,3 millones de personas) está plenamente vacunada contra el coronavirus, un porcentaje que sube hasta el 65,5 % si sólo se tiene en cuenta a los adultos. El alcalde neoyorquino De Blasio, en una conferencia de prensa, insistió en que la vacunación es la única vía de garantizar la recuperación de la ciudad y defendió la importancia de este tipo de incentivos económicos para animar a todos los ciudadanos.
En Estados Unidos se está “considerando” la posibilidad de hacer que las vacunas sean obligatorias para los aproximadamente 4 millones de estadounidenses que trabajan para el Gobierno central, algo por lo que ya han optado el estado más poblado (California) y la mayor ciudad del país (Nueva York).
Incluso empresas privadas como el periódico The Washignton Post, requerirán un certificado de vacunación a sus trabajadores, según informa The New York Times. Los más de 130.000 empleados de la multinacional tecnológica Google que deberán retornar a sus oficinas el 18 de octubre de 2021 tendrán que hacerlo con certificado de vacunación en mano. El gigante de streaming Netflix hizo lo propio: anunció que exigirá un certificado de vacunación contra el COVID-19 a todos los trabajadores que participen en cualquiera de sus producciones en Estados Unidos. Aunque solo se aceptarán como excepciones para no estar vacunado ciertos motivos religiosos, médicos o de edad.
El prestigioso neurólogo Conrado Estol explicó a Infobae que en Estados Unidos, las compañías farmacéuticas enviaron a la FDA todos los requerimientos para que pasara de la aprobación de emergencia de las vacunas contra COVID-19 a una aprobación general para poder exigir en los calendarios de vacunación obligatorios. “No obligatorios porque van a tu casa y te obligan a vacunarte, sino porque son parte de rutina vacunatoria por estar en calendario. Como sucede en Argentina. Ahora se precisa esa autorización general con urgencia y se habla del tema porque las autoridades ven lo está pasando con Delta. Y necesitan vacunar a más gente con doble dosis. A la vez, incrementar los testeos, rastreos y aislamientos”, apuntó el experto.
Y agregó: “Esa es la estrategia que optó Dinamarca o Israel para contener en forma exitosa esta variante. La FDA tiene los papeles para aprobar las vacunas en forma general desde diciembre y no lo hace”. “Vemos a gobiernos que exigen al personal de salud estar vacunados. Y ahora EEUU va a obligar a sus empleados públicos a vacunarse o a mostrar un test de PCR semanal para asistir a sus trabajos. Lo mismo están haciendo varias empresas privadas. En Israel, eso lo exigieron hace 4 meses, con una PCR cada dos días o la libreta de vacunado”, finalizó Estol.
El doctor Osvaldo F. Teglia, Profesor Adjunto a Cargo de Enfermedades Infecciosas de la Facultad de Ciencias Biomédicas de la Universidad Austral, avaló a Infobae que las vacunas son un objetivo de seguridad pública, que junto al agua potable y al saneamiento ambiental, previenen enfermedades y reducen muertes. “Respecto a la posible vacuna contra COVID-19, debe primar el derecho universal del cuidado de la comunidad, siempre que contemos con un producto seguro, eficaz y aprobado por las entidades regulatorias”.
Teglia enfatizó que eso pesa más en los grupos de riesgo como los adultos mayores o quienes tienen enfermedades preexistentes. “La obligatoriedad de la vacunación para todos es clave, ya que se trata de un bien social. La vacunación del rebaño es clave o determinante para lograr el éxito de erradicar la enfermedad. Y alertó que la inefectividad de un programa de vacunación por rechazo en la sociedad podría empeorar la pandemia. La salud pública es un bien de todos. Y por eso a la vacuna la tienen que recibir todos, sobre todo, quienes más lo necesitan”, resumió.
Situación en Europa
El Reino Unido quiere obligar a vacunarse a los trabajadores de residencias de ancianos, incluso autónomos en visitas esporádicas y voluntarios, a partir de octubre, y estudia extender esa obligación a otros trabajadores del sector sanitario. En cambio, la polémica ha saltado cuando se publicó en la prensa que la obligatoriedad podría extenderse a los estudiantes si quieren asistir a clases presenciales en las universidades.
En Francia, el Gobierno decidió a principios de julio dar un nuevo impulso a la vacunación tras ver cómo las cifras se estancaban: el proyecto de ley que debe ser promulgado en los próximos días contempla la obligación de la vacuna en el sector sanitario y profesionales que trabajan en contacto con personas vulnerables. En el plan de acción anunciado, estableció que todo el personal sanitario deberá estar vacunado antes del 15 de septiembre. Los trabajadores que no estén inmunizados una vez cumplida esa fecha no podrán acudir a sus puestos de trabajo y no cobrarán. La otra gran medida fue extender el uso del pasaporte sanitario en múltiples lugares públicos. A partir del 21 de julio, el certificado será necesario para entrar en teatros, cines y espacios culturales que reúnan a más de 50 personas, mientras que en agosto esta solicitud se expandirá a bares, restaurantes, centros comerciales y transporte público.
Alemania se manifestó una clara oposición a esa posibilidad. “No tenemos la intención de seguir el camino que Francia ha propuesto. Ya dijimos que en Alemania no habrá obligación de vacunarse”, dijo la canciller Angela Merkel.
El motivo es, entre otros, que en Alemania sería casi imposible imponer una obligación de vacunación. El derecho a la integridad física está anclado en la Constitución. Sin embargo, hay excepciones. Por ejemplo, antes del ingreso al jardín de infantes y a la escuela, los niños deben estar vacunados contra el sarampión, y los padres deben poder certificarlo.
Estos cercos a la normalidad de la vida pública y las exigencias a ciertos sectores sociales se están extendiendo en otros países europeos, como en Grecia, que el mismo 12 de julio, también decretó la obligatoriedad de la vacunación para el personal de hogares de ancianos con efecto inmediato y para todos los trabajadores de la salud desde septiembre. Además, solo las personas vacunadas podrán ingresar a bares, cines, teatros y otros espacios cerrados. “No volveremos a cerrar el país solo por la postura de algunos”, dijo el premier Kyriakos Mitsotakis.
Italia ya había dado el primer paso en abril, cuando implementó la vacunación obligatoria de personal sanitario y farmacéuticos, bajo amenaza de cese de funciones o suspensiones de sueldo para aquellos que se nieguen. Políticos de las principales fuerzas de centroderecha italiana dejaron atrás las dudas sobre su apoyo a la campaña de vacunación del Gobierno de Mario Draghi y salieron a respaldar el plan de inmunización y el “pase verde” obligatorio que entrará en vigencia en agosto, mientras crecen las marchas de los sectores contrarios a las vacunas en todo el país.
Luego de que la referente de Hermanos de Italia, Giorgia Meloni, y el líder de la Liga, Matteo Salvini, recibieran en las últimas horas la primera dosis de la vacuna contra el coronavirus, este martes fue el expremier y creador de Fuerza Italia, Silvio Berlusconi, quien manifestó su respaldo al plan de vacunación y el resto de las medidas. ”El pase verde es una medida de buen sentido a la que somos absolutamente favorables así como es”, sostuvo Berlusconi a través de una columna en el diario Corriere.
En Rusia, aunque el Gobierno de Vladimir Putin se opone a la vacunación obligatoria, Moscú implementó en junio la orden de que cafés, bares y restaurantes solo atiendan a personas que tengan una prueba de vacunación, de inmunidad o un test negativo de coronavirus. Además lanzó un plan para que un 60% de los trabajadores del sector de servicios estén completamente vacunados antes del 15 de agosto.
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